Wednesday, April 20, 2011

GLOBALIZACION, ESTADO-NACION Y ESPACIOS SOCIALES


Alejandro Toledo Patiño



...ahora el estado/nación ya no es el contenedor de la sociedad. La globalización lo traspasa, lo desborda.

 Este artículo aborda la temática en torno a la globalización económica, el papel que asume en el mundo actual el estado-nación y la aparición de nuevos espacios de acción social transnacional. En sí cada uno de éstos tres aspectos constituye un gran tema pero aquí sólo intentaremos ofrecer una visión en secuencias sucesivas de análisis económico, político y social sobre la globalización. Partimos de que ésta de ningún modo puede reducirse a una sola dimensión, ni su estudio limitarse al enfoque de una sola disciplina : ella es un proceso que atraviesa los planos financiero, comercial, tecnológico, productivo, informático, cultural, político, ambiental, sanitario, migratorio, etc...; pero dentro de esa amplia gama de dimensiones, en general podemos asumir que la globalización modifica y refuerza estructuras económicas, elimina y crea instituciones y arenas políticas, desaparece y hace emerger nuevos actores y prácticas sociales. Debido al imbricamiento complejo y novedoso de tales dimensiones, el estudio de la globalización como un todo ha venido a ser un factor de impulso del actual cambio paradigmático hacia la transdisciplinarización de las ciencias sociales. Lo anterior supone, en las líneas que constituyen éste ensayo, no sólo tener presente la multidimensionalidad de la globalización, sino enfocar al estado desde tres perspectivas : como estado-nación, como estado-interventor (agente económico), y en cuanto sistema de poder y dominación. Al mismo tiempo, desde el punto de vista de la exposición este artículo seguirá un doble movimiento : un progresivo desplazamiento desde el tiempo pasado hacia el actual y, simultáneamente, desde las estructuras hacia los sujetos. Lo anterior permitirá intentar una primera reconstrucción de los planos económicos y socio-estatales, primero con una retroperspectiva de largo plazo para luego introducirnos al mundo presente y a algunas de sus visiones de futuro.

Mercado mundial y estado nación

La formación del estado-nación ha corrido estrechamente ligada a la historia del capitalismo y el mercado mundial. El origen de este último suele ubicarse en los descubrimientos geográficos de fines del siglo XV y la conquista, por parte de las emergentes potencias europas - Portugal, España, Francia, Holanda, Inglaterra- de civilizaciones y territorios de América, Africa y Asia. La infancia del mercado mundial se asocia a la acumulación originaria que impulsa la transición al capitalismo, mientras que en lo político-institucional está estrechamente vinculada a la conformación de estados nacionales en Europa. Esto último ocurre a partir del activo papel que desempeñan los regímenes absolutistas con sus políticas de centralización administrativa, expansión y racionalización burocrática y de fortalecimiento comercial y militar. "Apoyados en el reanimamiento económico del siglo XV, las nuevas monarquías encaran ...la constitución de un nuevo tipo de estado basado en la delimitación estricta de las fronteras territoriales, el reforzamiento del poder central, la supresión de las autonomías feudales (de los señoríos, de las ciudades, de la iglesia) y la construcción de un aparato burocrático, militar y diplomático estable y profesional, financiado con un sistema de impuestos..." El naciente estado debió dar respuesta así a "una problemática histórica general dominada por los imperativos de la formación del mercado mundial y la lucha por las posesiones coloniales" a partir de cuatro grandes grupos de politicas : "nacionalización y monopolización del comercio (mercantilismo), creación de sistemas monetarios metálicos, centralización financiera bajo la forma de deuda pública y producción manufacturera de armamentos." (Dabat, 1991 : 87 y ss) Se podría agregar que para las emergentes naciones, "las teorías mercantilistas de la riqueza y de la guerra estaban ...conceptualmente interconectadas : el modelo de suma nula de comercio mundial que inspiraba su proteccionismo económico se derivaba del modelo de suma nula de política internacional inherente a su belicismo" (Anderson, 1987 : 32 ).

El inicial proceso de conformación de estados nacionales, de centralización real del poder político y declive del sistema representativo medieval, dan lugar, desde el siglo XV, a un contexto que estimula al pensamiento político de la época a liberarse de ataduras teológicas y a encarar su objeto de estudio -el poder y el estado- a partir de un espíritu racionalista, sin duda influido por el sorprendente avance que experimentan las ciencias naturales. Al mismo tiempo el disgregamiento de los lazos de servidumbre y dependencia constitutivos de la sociedad feudal y la consiguiente difusión de las relaciones mercantiles, van descubriendo ante la conciencia intelectual de la época, al individuo emancipado.

Este hecho constituirá uno de los fundamentos del iusnaturalismo, el cual colocará al individuo preestatal, es decir, en estado de naturaleza, como punto de partida de su construcción teórica. Locke, en particular, por vez primera en la historia formulará una teoría racionalista y pragmática de los límites del poder (Bobbio, 1984 : 75-78) .

En la transición al capitalismo, el estado absolutista protagoniza la configuración del mercado mundial, constituyéndose éste de una manera colonialmente segmentada en torno a la respectiva metrópoli dominante, con un predominio de productos "primarios" tales como el ázucar, el café, el tabaco, los esclavos. Durante esa etapa las metrópolis europeas actúan como meros centros de reexportación de los productos de sus colonias.

Pero más tarde la revolución industrial -también en las comunicaciones y transportes- de fines del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, imprimen un vuelco a la dinámica y perfil del mercado mundial y marcan de hecho una segunda gran etapa de su evolución.

En ella se concreta una división internacional del trabajo a partir de un cambio en la canasta de productos que característica del comercio internacional, ahora con un claro predominio de los textiles, y en general las materias primas insumidas por las manufacturas europeas. En este momento la libra esterlina, respaldada en el poderío británico es dinero mundial, pero no obstante su hegemonía, éste país impone de manera tan sólo temporal una política de librecambio en el viejo continente. (Dabat, 1991 : 236)

Entre fines del XVIII y los primeros tres cuartos del XIX, tiene lugar la aparición de nuevas economías y estados nacionales. Unas lo hacen vía la ruptura del orden colonial (Estados Unidos de América y posteriormente, en un proceso mucho mas lento, débil y conflictivo, las naciones de América Latina) mientras que otras lo hacen vía la integración regional, como sería el caso de la formación del estado-nación alemán mediante un progresivo, centralizado y autoritario proceso de acuerdos comerciales, arancelarios, monetarios y políticos entre una potencia regional dominante - Prusia- y una amplia gama de ducados, principados y reinos. (1)

Pero a diferencia del proceso de configuración del estado alemán, en Europa Noroccidental, especialmente Inglaterra, se van perfilando los rasgos característicos del estado liberal, forma de estado asociada al liberalismo como doctrina económica y política : mano invisible en el mercado y respeto a las garantías de los individuos en/por el estado.

Contrario a la unidad subordinada de lo económico a lo político que había prevalecido en el estado absolutista feudal, el estado liberal del siglo XIX se caracterizó por llevar a cabo una escisión tajante entre estado y economía, por despolitizar las relaciones económicas mediante la separación entre sociedad civil (productores) y sociedad política. De hecho el estado liberal se funda en el no reconocimiento de las clases, y su legitimidad estará dada sólo en función de los derechos del individuo-ciudadano-propietario frente al poder político. La simultánea expansión del estado liberal y la ampliación del reconocimiento de los derechos individuales consagrados por el liberalismo político, vendrá a ser desde la perspectiva de los sistemas de dominación y poder un claro ejemplo de como la ‘dialéctica del control’ actualiza el poder, reproduce la desigualdad y los grados no equilibrados de autonomía e independencia al interior de los sistemas. Es una dinámica histórica de contraposiciones recíprocas entre instituciones y agentes sociales emergentes, que actua por arriba y por abajo : " la ampliación sin precedente de las reciprocidades entre gobernantes y gobernados, a raíz del advenimiento de la nación-estado y el capitalismo, creó oportunidades para las luchas que condujeron a la institucionalización de los derechos ciudadanos en las naciones-estado". (Cohen, 1996 : 174)

Estado social e internacionalización

La constitución de estados nacionales vinculados a procesos de industrialización tardía parece influir en el paso a un tercer periodo en la evolución del mercado mundial, durante el cual como rasgo por demás característico se revierten los niveles de internacionalización económica hasta entonces alcanzados. Esto ocurrirá a partir de la rápida monopolización y feroz proteccionismo con el que las principales burguesías europeas responden a la crisis de 1871. Dicha crisis, que marcó el fin de la onda expansiva iniciada a mediados del siglo XIX y en general significó un quiebre en el capitalismo libre-competitivo, vino a acentuar la competencia y rivalidad de las potencias europeas en el mercado mundial. Es el momento a partir del cual se conforma el imperialismo clásico, la época en la que tiene lugar la lucha por un nuevo reparto territorial del mundo, que desemboca finalmente en las guerras interimperialistas de 1914-45, las revoluciones rusa y china y la ampliación de un amplio bloque de países con economías centralmente planificadas.

En este tercer período ocurre una honda y prolongada fractura del mercado mundial, el cual perdió en principio una amplia área del planeta (europea y asiática) al tiempo que su estructura se desarticulaba y fragmentaba, ocasionando que durante varias décadas su "efecto gravitatorio" sobre el conjunto de las economías nacionales disminuyera. Estas experimentaron movimientos de retraimiento, de introversión comercial y financiera. Tan sólo "entre 1929 y 1932, el comercio mundial de mercancías disminuyó un 25% en volumen y un 40% en valor. Para 1936 se había recuperado el volumen de la producción industrial mundial, cuyo nivel fue superior en un 10 por ciento al nivel alcanzado en 1929, pero el volumen del comercio mundial siguió siendo un 15 por ciento inferior al nivel que tenía en 1929..." (OMC, 1995 : 25)

En este período tiene lugar también, en lo político y social la decadencia y fin del estado liberal y el surgimiento del estado social (keynesiano-benefactor). Este emerge durante entreguerras y cobra forma al finalizar la segunda guerra mundial a partir del reconocimiento del conflicto entre las clases y la necesidad de institucionalizarlo; nacido en una época de fractura profunda de la economía internacional, esta forma de estado supone también un activo papel interventor del sector público en las economías nacionales, descartando la visión liberal de mercados en equilibrio y enfatizando más bien la necesidad de generar demanda con funciones contracíclicas y asumiendo el progreso como planificación del desarrollo nacional. Asimismo, al emerger como respuesta institucional ante una época de agudo conflicto social (particularmente en el ámbito de las relaciones capital- trabajo), el estado social se despliega como un estado promotorgarante del mejoramiento de las condiciones de vida de la población trabajadora. En síntesis, un rasgo esencial del keynesianismo benefactor es corresponder no sólo a un contexto de crisis social del sistema, sino a la condición de fractura del mercado mundial, en contextos de amplia autonomía nacional en el manejo de la política monetaria y crediticia, aspectos centrales de la política económica para regular la demanda agregada.

En cuanto forma estatal reguladora por excelencia del conflicto clasista, el estado social supuso el establecimiento tácito o explícito de pactos entre las representaciones del capital y el trabajo y en particular el impulso, reconocimiento e integración de los organismos sindicales de los trabajadores, en el marco de encuadres de dominación institucionales que les otorgaron a dichos organismos el monopolio de la representación y la gestión social. Esos encuadres institucionales del estado social son identificados con el concepto de corporativismo (De la Garza, 1994 : 59-73).

Es en el marco de esos nuevos pactos sociales y una vez destrabadas mediante el enfrentamiento bélico de una parte, y por la intervención del estado, de otra, las causas que llevaron a la crisis de entreguerras, a partir de los años cincuentas el sistema económico revirtió aceleradamente, con el ingreso a una larga etapa expansiva, el deterioro de los crecientes lazos comerciales internacionales que se habían "aflojado" prácticamente durante toda la primera mitad del presente siglo. De acuerdo a estimaciones de la Organización Mundial del Comercio, entre 1950 y 1994 la producción mundial creció poco menos de 4% promedio anual, frente a un poco más de 6% de crecimiento medio del comercio mundial. En otras palabras : mientras la producción mundial se multiplicó por 5.5 en el lapso de 45 años, el comercio lo hizo por 14. En ese mismo lapso la relación comercio/producción mundial pasó de 7 a 22.5 (OMC, 1995 : 17).

Desde 1950 hasta 1974 la relación entre el crecimiento del comercio mundial y el crecimiento de la producción mundial se eleva de 1.4 a 1.6. Ese cuarto de siglo corresponde al "boom de posguerra", marcado por una acelerada integración mundial. La literatura económica de la época abordó el tema desde la perspectiva de la internacionalización de las fases mercantil, dineraria y productiva del capital, resaltando la indiscutible hegemonía que establece la economía estadounidense sobre el conjunto de las economías de mercado a partir de los acuerdos de Bretton Woods. En este período la internacionalización se vió impulsada particularmente por la expansión operativa de las empresas transnacionales. Pero conforme a una visión de largo plazo, cabe matizar el alcance que tienen en esta época las fuerzas hacia la integración internacional, considerando la fractura ocurrida entre 1914-1945. De acuerdo a estimaciones de la OMC, la relación comercio/PIB mundial "sólo volvió a alcanzar el nivel que tenía en 1913 a finales del decenio de 1970 o principios del de 1980" . (Ibid. : 19) No obstante, se reconoce que el auge económico que acompaña el ascenso del estado social durante los 50's y 60's revierte el proceso de fractura del mercado y economía mundiales, hasta el punto que en los años 70s y 80s la internacionalización del capital propició que los márgenes de acción de la política económica keynesiana, especialmente el manejo de tasas de interés, la emisión monetaria, y en general su carácter expansionistacontraciclico de la economía, declinaran para dar paso al reemplazo del keynesianismo por los enfoques monetaristas y neoliberales.

En este nuevo contexto, con la crisis iniciada a mediados de los años setentas, el proceso de internacionalización comercial de posguerra pareció perder dinamismo, siguiendo el patrón de anteriores fases recesivas prolongadas. Sin embargo, a partir de mediados de los años ochenta la internacionalización recobra una tendencia ascendente, no obstante la presencia de una onda recesiva de larga duración (Dabat, 1995b : 120-135). Se trata de un hecho novedoso que indica un salto cualitativo en el proceso de conformación del mercado mundial y pone un límite histórico al estado social.

Los procesos de apertura comercial y financiera son un buen ejemplo del cambio operado en la relación entre las esferas estatal y económica en los espacios nacionales. Los estados dejan de proteger nacionalmente sus aparatos industriales, aplican una politica activa de desprotección para inducir incrementos en la productividad, cumplir con normas internacionales, etc..., promueven la integración de esos sistemas industriales y financieros en cadenas georegionales y/o mundiales y levantan barreras comerciales a escala regional (formación de bloques en Europa, Norteamerica). En este sentido la crisis y transformación del estado social coincide con la crisis del estado-nación. Más adelante nos referiremos a la fuerza de la concurrencia internacional, a la carrera por la competitividad/productividad, a la disciplina del mercado global, y al modo como todo ello implica en principio un debilitamiento general, pero también un reforzamiento puntual del papel de gestión económica de los estados. Para eso requerimos abordar la dinámica de la globalización en el ámbito tecno-productivo.

Globalización y estado en el mundo actual

El desarrollo tecnológico de los últimos lustros ha venido modificando sustancialmente muchos procesos de elaboración y distribución de bienes y servicios. En particular tiene lugar el despegue de una revolución tecnológica centrada en la microelectrónica e informática y cuyos efectos altamente pervasivos modificarán (modifican ya) formas de trabajo, educación, diversión, consumo y vida. En el campo de los procesos manufacturados las nuevas tecnologías permiten la desconcentración espacial de los procesos productivos y el tendido de cadenas o redes de interconexión entre filiasles y/o firmas autónomas. Estas tecnologías permiten flexibilizar lotes de producción de acuerdo a los requerimientos variables de nichos y segmentos del mercado competidos mundialmente. Una expresión de esta integración internacional de los sistemas productivos se encuentra en el notable crecimiento que experimienta el comercio internacional de componenentes y manufacturas semiprocesadas y el propio comercio intrafirma (Hoogvelt, 1997 : 125).

En la medida que los costos de transportación de insumos, bienes intermedios y mercancías en general han disminuido en los últimos años, y que los costos de comunicación y transmisión de información han descendido aún más notablemente, en la actualidad las grandes empresas (y no sólo éstas) se encuentran en condiciones de ampliar sus rangos de opciones nacionales para relocalizar y fragmentar procesos, operaciones y funciones, en un marco de adaptación flexible a los mercados y de operación de redes cibernéticas de proveedores o filiales. Estos últimos operan como pequeñas y autónomas unidades de producción que abastecen puntualmente, de acuerdo a pedidos y requerimientos específicos de las matrices, los insumos o bienes demandados, organizándose en una especie de mercado electrónico interno (Intranet) (Ibid : 126). De hecho, la reestructuración productiva en curso implica la incorporación precisamente de la informática en el control y la operación de la maquinaria y del equipo, lo que posibilita la reorganización de los procesos de trabajo en unidades socioeconómicas relativamente autónomas, así como su gestión integral; de éste modo la revolución en las telecomunicaciones hace innecesaria en ciertos campos productivos la concentración espacial y ofrece la posibilidad de una ampliación del radio geográfico de suministro de los insumos necesarios para cada unidad socioeconómica.

Al mismo tiempo, al abatir los costos de las comunicaciones, la revolución informática está en el corazón de las relaciones entre globalización y estado. El sector de las telecomunicaciones -una de las puntas de lanza en el desarrollo contemporáneo de las fuerzas productivas- ha hecho saltar las regulaciones institucionales anteriores y las áreas delimitadas de intervención y monopolio estatales a nivel mundial. A su vez, retroalimentando los acelerados descubrimientos y avances científicos, la globalización tiende a intensificar la difusión y la innovación tecnológica. Con toda razón se reconoce que la globalización y la revolución en las comunicaciones han comprimido espacio y tiempo (Walters, 1995 : 54) y se alude a "la muerte de la distancia" (Cairncross, 1997 : 5- 23). En consecuencia se comienza a realizar la distinción entre las actividades económicas "tiempo real", es decir, donde la distancia y el lugar no son determinantes, y actividades donde por el contrario aún opera el condicionante de la distancia. En perspectiva cabría tener en cuenta que los cambios en las telecomunicaciones le están imprimiento un nuevo perfil a la producción y a la llamada economía real -no sólo a la monetaria.

La llamada cibereconomía se caracteriza por propiciar la producción sin peso, inmaterial o intangible a partir de la codificación y transmisión a distancia de la información y el conocimiento, en una dinámica que hasta el momento va borrando crecientemente las fronteras entre campos de la industria y los servicios, así como entre los propios estados-nación Pero independientemente de sus potencialidades en la producción y el trabajo, el terreno específico de la informática es uno donde de manera especial se puede observar cómo la innovación y difusión tecnológica dejan muy atrás la capacidad reguladora de los poderes públicos (el otro campo sería el de la biotecnología donde los rápidos avances en las fecundaciones in vitro y la clonación rompen con legislaciones y códigos estatales de todo tipo). Aquí también podemos apreciar sensiblemente los efectos de la globalización sobre el estado, entendido ahora como esfera de condensación de las relaciones políticas de una formación económica y social específica. Los poderes públicos pierden el control de regular la generación y el acceso de/a cualquier tipo de información. Los efectos de la existencia de una libertad total para leer y ver (como sucede con Internet o la TV por cable o antena) sobre la conciencia de los individuos, sobre las prácticas ciudadanas y conductas generacionales, así como sobre la formación de "imaginarios colectivos" están aún por estudiarse (Sánchez, 1996 : 99). Pero sin duda la globalización de la información tiene ya efectos por demás visibles sobre la vida política de los estados-sistemas de dominación. De entrada la "internacionaliza" y con ello modifica las relaciones de fuerza política prevalecientes en una sociedad determinada. Ahí se encuentra el ejemplo en 1994 del levantamiento indígena en Chiapas y su impacto en la opinión pública internacional como muestra de las potencialidades políticas de esta nueva realidad : "..el secreto de los medios electrónicos reside en su programático poder movilizador y, por ende, en su inmenso potencial político. La comunicación electrónica posibilita algo que hasta ahora era imposible : la toma de contacto activa, simultánea y recíproca entre actores individuales traspasando cualquier frontera de país, religión y continente" (Beck, 1998 : 149).

El ámbito tecno-financiero nos servirá también para ilustrar los nuevos términos en la relación economía mundial / estado-nación. Es sabido que el desarrollo reciente del mercado mundial de capitales ha sido impresionante, a un ritmo superior al ocurrido el campo del comercio de mercancías y servicios. No se diga en comparación con la economía "real", es decir con la produccción de dichos bienes y servicios. Tenemos por ejemplo el siguiente cuadro que establece la relación entre las transacciones de bonos y títulos y la producción de 6 economías centrales, entre 1980 y mediados de la presente década.



Cuadro No. 1 . Comercio de Bonos y Títulos como porcentaje del PIB
  EE UU Japón Alemania Francia Italia Canadá
1980 9.0 7.7 7.5 n/d 1.1 9.6
1990 89.0 120.0 57.3 53.6 26.6 64.4
1995 135.5 65.7 168.3 178.2 250.9 192.0

Fuente: Bank for International Settlements, 66th Annual Report, 1996, p. 98. citado en Balder, 1997 : 32-52



Pero no sólo se trata del explosivo incremento en el monto de transacciones financieras internacionales, sino de la velocidad de circulación de tales flujos, con una dinámica de alta liquidez y convertibilidad propiciada en razón del acelerado cambio informático. Este es un aspecto central de la globalización ya que significa el establecimiento de una red de circuitos informático-financieros que engloban a la totalidad del mundo y a través de los cuales fluyen, sin reparar en fronteras nacionales y a velocidad cibernética, divisas, títulos negociables, carteras de valores o portafolios de inversión. En particular la bursatilización de la deuda pública y el crecimiento explosivo de la inversión de cartera, han generado en el mundo de hoy la existencia de un tipo de capital cuya característica distintiva es contar con una mucha mayor autonomía frente a la lógica productiva y las políticas monetarias nacionales, que la alcanzada por formas financieras precedentes (Dabat y Toledo, 1998, : 12-36). Vis a vis, los estados cuentan con menores márgenes para diseñar y poner en práctica, autónoma y soberanamente, sus políticas monetarias, fiscales, etc... El ‘boom’ de productos y recursos derivados de la ingeniería financiera en un contexto de revolución informática y la inexistencia de normas e instancias regulatorias internacionales, provocan una clara acotación de los márgenes de acción de las políticas, instituciones y voluntades nacional-estatales, al disminuir notablemente el poder de los bancos centrales y de los gobiernos sobre el valor de sus monedas, sobre la expansión crediticia o sobre la demanda interna, acentuándose así, con la merma de efectividad de las políticas fiscales y monetarias, las fluctuaciones y volatilidad de los tipos de cambio. (2)

Absorción y fragmentación del estado nación

La globalización no significa homogenización de la economía mundial ni tampoco la existencia de una dinámica integradora única y uniforme. Dentro de las tendencias unificadoras de la economía mundial sobresalen la desigual dinámica de facto y de jure de los procesos de integración, así como el desarrollo diferenciado de las principales georegiones, todo ello dentro de un marco de inestabilidad e incertidumbre financieras, donde la oposición entre dinero nacional y dinero mundial es un ejemplo ilustrativo de la contradicción entre el nivel de internacionalización económica alcanzado en el mundo de hoy y la existencia de una economía-mundo estructurada en formaciones estatalesnacionales. (Dabat y Toledo, 1994 : 12-15).

De entrada en este proceso desigual y multidimensional es posible percibir claramente un doble movimiento de integración/absorción externa y diferenciación/disgregación interna de los espacios nacionales. Las doscientas y tantas formaciones económico-sociales de carácter nacional que existen en el mundo se encuentran hoy más que nunca acotadas y compelidas por la presencia y presión del mercado mundial (3). Este marca el paso de las innovaciones tecnológicas, productivas, comerciales y financieras a seguir, so pena de que las economías singulares se rezaguen en sus posibilidades de desarrollo. El "principio del mercado global" llama Ankie Hoogvelt (1997 : 123) a las fuerzas que imponen un standard dominante de precio, calidad y eficiencia a la producción doméstica. Ese principio de disciplina involucra también y de manera por demás activa a los estados. De hecho sus políticas públicas actúan como vehículo de transmisión de dicha disciplina a las economías nacionales. En tendencia semejante opera la mayor integración mundial y macroregional, que reduce significativamente los márgenes de autonomía de las políticas monetarias, financieras y fiscales de los distintos gobiernos nacionales y en general el conjunto de sus formulaciones macroeconómicas y sociales.

Lo anterior representa una importante mengua del poder relativo de los estados e implica un acotamiento sustantivo de las soberanías nacionales del conjunto de las políticas públicas, todo ello frente a la emergencia de nuevas fuerzas e instituciones sociales dentro del escenario mundial. Pero esa declinación no significa la extinción inmediata de las naciones, ni tal acotamiento la desaparición de los estados. Aún cuando el ciclo histórico de expansionismo estatista y de proteccionismo comercial que dominó buena parte del siglo XX se encuentre superado, las estructuras nacionales y las políticas públicas en un mundo cada vez más internacionalizado no pierden del todo vigencia. En cierto modo adquieren una nueva y especial relevancia en la competencia por el comercio y la carrera por el desarrollo.

Esta sería la opinión de un conjunto de autores, entre ellos Michael E. Porter, quien sostiene que la competitividad internacional (paradigma clave en un mundo de economías abiertas) pasa justamente por los determinantes nacionales de la productividad. La "ventaja competitiva" de un país no existe en términos generales sino como un fenómeno altamente localizado en sectores y subsectores específicos de una economía nacional, y "las diferencias a escala nacional en estructuras económicas, valores, culturas, instituciones e historias contribuyen profundamente al éxito competitivo......Al haber menos impedimentos al comercio con los que proteger las empresas y sectores interiores de nula competitividad, la nación sede cobra un creciente significado porque es la fuente de las técnicas y tecnologías que sustentan la ventaja competitiva" (Porter, 1991 : 45).

Porter insiste en que los factores que determinan la ventaja nacional son producto de un encadenamiento productivo-comercial-tecnológico-laboral-institucional (un "diamante") que favorece la competitividad. "Muchos de los determinantes de la ventaja competitiva son más similares dentro de una nación que entre una y otras naciones....., es la combinación de las condiciones nacionales o intensamente locales lo que fomenta la ventaja competitiva..... Luego, por paradójico que parezca, la competencia mundial más abierta hace que la base central sea más importante y nunca menos...La base central es la nación en que se crean y mantienen las ventajas competitivas esenciales de la empresa. Es donde se establece la estrategia de una empresa y donde su producto y su tecnología de proceso claves se crean y mantienen" (Ibid : 219).

Pero lo que pasa por alto la argumentacion esencialmente correcta de Porter es que esa base central no tiene porque ser ya un espacio nacional. De hecho, hoy día los espacios nacionales se ven sometidos no sólo a un movimiento de absorción-integración al espacio mundial y macroregional respectivo, sino que también se ven tensionados por movimientos de desintegración-fraccionamiento desde el ámbito de lo local. Se trata de una confluencia en lo económico de lo local y lo mundial sin necesaria mediación estatalnacional : al fortalecerse los espacios mundial y macroregionales, ocurrirá que regiones y localidades anteriormente vinculadas a un "esquema nacional de acumulación", pueden pasar a "engancharse" directamente, sin necesidad de mediación nacional alguna, a equis o zeta circuito financiero o "nicho" del mercado mundial.

Habría que resaltar entonces que además de verse sometidas a dinámicas de integración y homogeneización regional y mundial, las formaciones nacionales tendrán que encarar procesos de fraccionamiento y diferenciación espacial interno (Husson, 1996 : 9). Este doble movimiento definirá con mucho el papel de los estados-nación en las próximas décadas: contribuir eficientemente en la generación de núcleos localizados (nacionalesregionales- locales-supranacionales) de alta competitividad mundial y llevar a cabo una adecuada descentralización institucional para "gestionar el fraccionamiento" del espacio interno.

En este punto vinculado a la noción de la "atractividad territorial" (donde cada región o localidad es libre de jugar su propio juego para mejor posicionarse en el mundo y competir ventajosamente) habría que reconocer, de una parte, que éste fenómeno constituye el sustrato para el florecimiento o fortalecimiento de tendencias separatistas-autonomistas al interior de los estados-nación y, de otra, favorecerá la expansión de las "mega-ciudadesregiones" o "polos supranacionales de desarrollo" insertados directamente al mercado mundial, a alguno/s de sus nichos, y que operarán relativamente desconexos de los anteriores centros nacionales de acumulación. Así, desde el punto de vista económico, la mundialización no suprime lo local, sino que más bien lo vendrá a destacar por sobre lo nacional. Este proceso es de suma trascendencia desde la perspectiva del movimiento de las estructuras económicas, como desde las construcciones simbólicas de los sujetos pues a la par del fenómeno de la desterritorialización en la creación de productos y servicios (lo que aunado a las tendencias a la homogenización del consumo fortalece en lo cultural la noción de globalización) tiene lugar un reforzamiento de las identidades locales, fenómeno estudiado por la antropología a partir del concepto de reterritorialización.

Transnacionalidad y a-estatalidad

A diferencia de las visiones que asumen la globalización como homogeneización forzosa, ella es simultáneamente regionalización macro y regionalización micro, es procesos coexistentes de internacionalización y relocalización de la producción, de emergencia de la Aldea Global y de revaloración de la pequeña comunidad, de coexistencia en un nuevo plano de los fenómenos mundiales con los locales. Esta dialéctica de la globalización ha dado lugar al neologismo de "glocal" : "lo local y lo global no se excluyen mutuamente...La globalización significa también acercamiento mutuo y encuentro de las culturas locales, las cuales se deben definir de nuevo en el marco de este clash of localities" (Beck, 1998 : 96) . Desde el ángulo de la experiencia de vida del sujeto se puede decir que "lo glocal es la percepción de lo global in situ". Es así como en los planos social y cultural de la globalización tiene lugar un encuentro creativo (y no una negación destructiva) entre universalismo (globalidad) y particularismo (localidad). En esta misma línea de razonamiento la conformación de una cultura mundial no significa el avasallamiento ni la uniformidad omnipresente de símbolos, valores y creencias, por una cultura única sino un abigarrado tejido de hibridaciones culturales : "Las culturas glocales que se están abriendo paso ya no están vinculadas a ningún lugar ni a ningún tiempo. Carecen de contexto, y son ‘una verdadera mezcolanza de componentes dispares, recogidos de todas partes y de ninguna, salidos del carromato moderno (posmoderno) del sistema de comunicación global" (Ibid : 86-87).

Dentro de esta dialéctica de la globalización la declinación del estado nacional trae consigo la aparición de nuevos espacios de actuación social. Se trata de un logro y al mismo tiempo de un quiebre de la modernización, tal y como lo expone U. Beck : "..se puede afirmar que se ha venido abajo una premisa esencial de la primera modernidad, a saber, la idea de vivir y actuar en los espacios cerrados y recíprocamente delimitados de los Estados nacionales y de sus respectivas sociedades nacionales" (Ibid : 41-42). Este autor sostiene que la sociedad y el estado eran pensados, organizados y vividos coincidentemente, pero ahora el estado/nación ya no es el contenedor de la sociedad. La globalización lo traspasa, lo desborda. Los límites y contornos estatales pierden vigencia como referencia metodológica. "Todos los tipos de prácticas sociales -producción, cultura, lenguaje, mercado laboral, capital, educación- están regulados, acuñados, limitados, racionalizados y al menos etiquetados desde el punto de vista nacional (economía, lengua, literatura, opinión pública, historia...nacionales). El estado aduce, en su calidad de "contenedor", una unidad territorial en la que se realizan sistemáticamente estadísticas sobre procesos y situaciones económicas y sociales.... De aquí se desprende, en el plano de la investigación social, económica, política, demográfica, etc..., el fin del "nacionalismo metodológico" al dejar de haber correspondencia de la realidad con "las categorías de la autoobservación estatal" convertidas "en categorías de las ciencias sociales empíricas".

De acuerdo a este enfoque la teoría social deberá pasar a una comprensión distinta de la sociedad, ya no contenida en/por el estado, dado que los contornos de ambos han dejando de coindicir (Ibid : 43, 49, 145).

La segunda modernización sería vista en tal sentido como la emergencia de una sociedad mundial en la que el surgimiento de nuevos espacios sociales y de poder modifican los canones seculares de pensar la política. Tomemos para el caso un ejemplo : la definición jurídica tradicional del estado descansa en la idea de soberanía. La soberanía es cierta cualidad del poder: la de ser superior, que no dependa de ningún otro. En la escala de poderes el poder del soberano esta colocado en lo más alto. La noción de soberanía introduce así una diferencia de naturaleza entre el poder en el estado y el poder en los otros grupos humanos. Sólo el primero tiene la cualidad de "soberano" y esta cualidad es fundamental. Es natural desde ésta perspectiva que la noción de soberanía constituya el objeto de estudio de algunas corrientes de la ciencia política. Se establece así un vínculo entre la concepción jurídica del Estado soberano y la definición de la ciencia política como "Ciencia del Estado". (Duverger, 1994 : 8-48). Pero con la globalización este esquema de representación de la política, de la ciencia política y del estado queda hecho trizas : "Si la globalización es una realidad, se le presenta a la disciplina de la ciencia política como un problema de consideración ("it presents the discipline of political science with a considerable problem"). El foco central del análisis de la ciencia política, incluso más que la sociología, es el estado-nación, y si la globalización genuinamente tiene lugar, el estado nación será la víctima principal" (Waters, 1995 : 27).

Lo que se da en llamar "el fin de la primera modernidad" es pues una ruptura de los sistemas institucionales y los espacios tradicionales de la política. Surgen nuevos territorios para la interacción de los sujetos y los viejos escenarios de actuación y representación se renuevan o se traspasan. La política ya no ocurre solamente en los espacios reconocidos por los estados y entre ellos, sino que ahora se procesa también en una amplia red de ámbitos transnacionales en los que participan e inciden nuevos actores y emergen nuevas prácticas. Se trata de la sociedad mundial, caracterizada por la pluralidad sin unidad. No se trata de una suma de sociedades nacionales ni una megasociedad homogénea sino una red de relaciones regionales-globales, signadas por la multiplicidad y ausencia de integrabilidad : "La unidad de Estado, sociedad e individuo que presupone la primera modernidad se diluye aquí. Sociedad mundial no significa una sociedad de economía mundial, sino una sociedad no estatal, es decir, un conglomerado social para el cual las garantías de orden territorial-estatal, pero también las reglas de la política públicamente legitimada, pierden su carácter obligatorio" (Beck, 1998 : 146).

La sociedad mundial se configura mediante espacios sociales y sociedades civiles transnacionales. "..la visión nacional-estatal ....de mundos sociales separados dentro del Estado nacional, se sustituye por terceras formas de vida, es decir, transnacionalmente intregradas por espacios de acción de lo social ...". (ibid : 57). Estos "paisajes sociales transnacionales" son espacios de vida y acción en los que en una sociedad mundial carente de estado, surgen nuevas oportunidades de acción y de poder para actores transnacionales. Se habla así de la aparición de nuevos actores en un escenario transnacional de a-estatalidad, lo cual configura nuevas características y potencialidades inéditas para la acción social (ibid. : 147).

Conclusiones

La globalización constituye una etapa avanzada en los procesos de conformación del mercado mundial e internacionalización económica que distinguen al capitalismo.

En la evolución de ambos procesos el papel del estado nación ha sido históricamente decisivo. El estado absolutista se constituyó en pieza clave en la acumulación originaria y en el arranque del mercado mundial durante los siglos XVI y XVII. En Europa el desarrollo mercantil, la extensión de la propiedad privada, la disolución de los lazos de dependencia y servidumbre, el desplazamiento del Ancien Régime y el fortalecimiento de sectores medios, contribuyen a la formación de estructuras de organización política de corte liberal que alcanzan su forma más evolucionada en Inglaterra, metrópoli dominante del mercado mundial durante los siglos XVIII y XIX. Pero la conformación segmentada del mercado mundial en torno a las respectivas metrópolis condujo, en medio de un agudo proceso de monopolización de estructuras económicas, a un período de quiebres, fracturas y desgajamientos del mercado mundial que abarca de fines del XIX hasta mediados del siglo XX. Paralelamente, la forma liberal del estado se ve superada por los niveles de enfrentamiento que alcanza el conflicto social, centrado en el conflicto capital trabajo. En este contexto de crisis del mercado mundial y de formas estatales, emerge el estado social. Este reconstituye al interior de los ámbitos nacionales el tejido social-institucional y consolida espacios nacionales de valorización y acumulación que mantienen en principio una amplia autonomía frente a la esfera de la concurrencia capitalista mundial. Pero en lo exterior el estado social será testigo y participante activo de un renovado proceso de internacionalización comercial y financiera que, retomando tendencias rotas durantes el período de entreguerras, acabará por levantar un marco de interdependencia comercial, productiva y financiera que, en el marco de la crisis de larga duración que inicia en los setentas, acota dramáticamente los márgenes de las políticas económicas keynesianas, así como de los pactos y alianzas generadas en torno a las políticas promotoras del bienestar social.

En el marco de los procesos de globalización que se desatan justamente al calor de esta crisis del sistema, la revolución tecnológica ocupa un lugar central en el cambio social mundial. En el campo de lo económico, en los circuitos financieros, en las telecomunicaciones, la revolución electrónico-informática anuda y desanuda vínculos entre globalización y estado : flujos de producción, informáticos, monetarios, de ideas, etc.. traspasan fronteras nacionales, erosionan mercados internos y regulaciones domésticas, alteran instituciones, acciones y relaciones de poder, inauguran nuevos escenarios de interacción social transnacional y promueven tanto la aparición como la extinción de sujetos y actores. En este contexto se asiste a una declinación histórica del estado-nación. El se ve sujeto (en sus diversas realidades históricas concretas) a un doble proceso de absorción-integración en macro-estructuras supranacionales y de disgregación-fragmentación en instancias local-regionales. Es una dinámica que erosiona ‘desde afuera’ y ‘desde adentro’ los límites-bordes que guardan a la sociedad dentro de las normas e instituciones del estado-nación. Es una dinámica que, en conjunto, apunta al surgimiento de una sociedad mundial hasta el momento carente de un órgano estatal correspondiente.

Notas

(1) El punto de partida de este "proceso de integración económica" es la Deutscher Bund (Confederación Alemana) de 1815 que agrupaba a 39 estados, incluída Austria. Vino luego, en 1835, la Zollverein, (Unión Aduanera) que reunió a 25 estados y 26 millones de personas bajo la égida del poderío económico del reino prusiano; en 1853 la Zollverein se renueva sin la participación de Austria. En 1857 una conferencia monetaria

(2) Según Charles Omani ( 1994 : 96) el interés en los acuerdos regionales, particularmente en Europa, es en parte respuesta al debilitamiento de la soberanía nacional, como también resultado del intento de las firmas internacionalmente competitivas de neutralizar el impacto de las fluctuaciones cambiarias, estableciendo instalaciones productivas en los principales mercados regionales del mundo.

(3) Paradójicamente, en una época en que declina el poder de los estados nacionales, ha tenido lugar, en principio como efecto de la desintegración del imperio soviético y de la disgregación yugoeslava, el mayor número de surgimiento de entidades nacionales desde que tuviera lugar la ola descolonizadora de los años sesentas (Zolverg, 1997 : 16).

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A. Toledo Patiño es Profesor Investigador del Departamento de Economía, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Ixtapalapa, México. Publicado en el N° 46 de la Revista Ixtapalapa, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM). Se reproduce con fines informativos y educativos.