Al hablar de la naturaleza humana, nos damos cuenta de la necesidad de orden y estructura para vivir. Es que desde hace siglos, la naturaleza de crear y subsistir en unión, armonía y orden, se genera cuando el hombre nace y busca su par para reproducirse y crear familia.
Es este el origen de una sociedad, cuando el individuo deja su soledad para formar seres semejantes a si mismo pero con diversidad de pensamiento y de actuar.
Es así también, que podemos decir que dentro de una familia y en una sociedad, no todos los individuos son iguales, ya que algunos nacen para gobernar y otros ser son gobernados. En aquellos años, el lugar de la mujer estaba en segundo plano, el esclavo era inferior a este.
Todo, tipo de organización de los grupos familiares, llámese, reglas, limitaciones, derechos y obligaciones de cada individuo, lo conocemos hoy en día como Política y era todo con el fin de una buena convivencia.
La unión de muchas familias conformaba un pueblo de aquí los orígenes que constituían el Estado. Hay que destacar que la autoridad máxima en los pueblos aislados era una sola y se respetaba como tal.
En resumen, y de un modo sencillo podemos decir que, un Estado es el conjunto de pueblos bajo una misma autoridad, estos pueblos están constituidos a su vez por varias familias regidas por una política que está a favor de todos. A su vez, las familias están conformadas por individuos que en su afán de vida natural se buscan unos a otros para formar un Estado.
Por todo lo anterior y desde nuestra particular visión, la relación implícita que se puede destacar entre los diferentes conceptos tales como: Individuo, Sociedad, Política y Estado, en el texto La Política de Aristóteles, serán señaladas explícitamente a continuación.
En primer lugar, el núcleo originario de la comunidad social o política es la familia. Las necesidades naturales de los hombres, las necesidades biológicas reproductivas que llevan al apareamiento, por ejemplo, llevan a la ordenación de este pequeño grupo social humano, que será la base de organizaciones más amplias y complejas como la sociedad y su maquinaria legal, el Estado, o desde la perspectiva griega, la Ciudad-Estado. De esta afirmación se puede desprender que, “El por qué sea el hombre un animal político, más aún que las abejas y todo otro animal gregario, es evidente. La naturaleza - según hemos dicho - no hace nada en vano; ahora bien, el hombre es entre los animales el único que tiene palabra”.
Si bien Aristóteles compara a los humanos, con las abejas, ellas no pueden constituirse en estamentos de mayor complejidad y tampoco basar su organización en fundamentos racionales, ya que no poseen la base esencial para sostener una línea comunicacional argumentativa y a la vez pragmática, es en cambio el uso de la palabra, que nos diferencia de animales gregarios, como las abejas. Es por ello que el Hombre, como bien indica el autor, es un es un animal social un zóon politikon, es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir; tanto biológicamente como también para comunicarse e interrelacionarse y formar organismos políticos-administrativos más complejos con los cuales pueda organizar su existencia y vida comunitaria y así poder diferenciar de su sociedad, lo bueno y de lo malo, lo justo de lo injusto. Aristóteles nos indica adecuadamente esta afirmación: Es verdad que la voz puede realmente expresar la alegría y el dolor, y así no les falta a los demás animales, porque su organización les permite sentir estas dos afecciones y comunicárselas entre sí; pero la palabra ha sido concedida para expresar el bien y el mal, y, por consiguiente, lo justo y lo injusto, y el hombre tiene esto de especial entre todos los animales: que sólo él percibe el bien y el mal, lo justo y lo injusto y todos los sentimientos del mismo orden cuya asociación constituye precisamente la familia y el Estado.
Como bien señalamos, los pilares que sostienen este sistema de relaciones humanas es la palabra, el uso por sí solo no sirve a la hora de comunicarse políticamente, se le tiene que dar usos y fines puramente pragmáticos, lo cual lo lleva a deducir que: el hombre mediante el uso de la palabra bien fundamentada, fuera de su campo social primario o domestico(la familia), es utilizada como herramienta de uso constructivo y a la vez critico, para interrelacionarse con sus pares y a la vez con otras familias y en el campo de la organización social. Por ello, se puede interpretar que, la palabra, como herramienta comunicacional fuera del ámbito domestico familiar, es la base fundamental para la política contingente, y la creación y el buen funcionamiento de sistemas organizacionales y legales como un Estado o Ciudad-Estado.
Es por ello que, los ciudadanos, en este caso griegos de la antigüedad, que además eran los padres de familias, representantes legales de mundo domestico, y a la vez, los únicos a la vez que tenían derechos de ciudadanos dentro del estamento político; podían utilizar la retorica o buen usa de la palabra, en las asambleas y foros, como herramienta de discernimiento y construcción ideológica, a la hora de intervenir en una problemática relacionada con el Estado o las Instituciones griegas.
De esta forma podemos sinterizar con un frase del autor: “el Estado procede siempre de la naturaleza, lo mismo que las primeras asociaciones, cuyo fin último es aquél; porque la naturaleza de una cosa es precisamente su fin, y lo que es cada uno de los seres cuando ha alcanzado su completo desenvolvimiento se dice que es su naturaleza propia, ya se trate de un hombre, de un caballo o de una familia. Puede añadirse que este destino y este fin de los seres es para los mismos el primero de los bienes, y bastarse a sí mismos es, a la vez, un fin y una felicidad. De donde se concluye evidentemente que el Estado es un hecho natural, que el hombre es un ser naturalmente sociable, y que el que vive fuera de la sociedad por organización y no por efecto del azar es, ciertamente, o un ser degradado, o un ser superior a la especie humana; y a él pueden aplicarse aquellas palabras de Homero: «Sin familia, sin leyes, sin hogar...»
En segundo término, podemos señalar las claras semejanzas entre el mundo familiar o domestico y lo político-estatal. En este binomio, se encuentra descrito la similitudes entre lo que es un Padre de familia y un Rey o Magistrado de un Estado. En ambos casos, puede observarse una semejanza en la forma de dominio interno. Un padre es un rey dentro de su familia y el rey o magistrado es un padre dentro de su ciudad-estado. En el primer caso, Aristóteles lo ilustra bien:
La primera asociación de muchas familias, pero formada en virtud de relaciones que no son cotidianas, es el pueblo, que justamente puede llamarse colonia natural de la familia, porque los individuos que componen el pueblo, como dicen algunos autores, «han mamado la leche de la familia», son sus hijos, «los hijos de sus hijos». Si los primeros Estados se han visto sometidos a reyes, y si las grandes naciones lo están aún hoy, es porque tales Estados se formaron con elementos habituados a la autoridad real, puesto que en la familia el de más edad es el verdadero rey, y las colonias de la familia han seguido filialmente el ejemplo que se les había dado. Por esto, Homero ha podido decir: «Cada uno por separado gobierna como señor a sus mujeres y a sus hijos.»
Este párrafo nos ilustra bien el caso de la forma de gobierno familiar traspasa al ámbito de lo interno a lo político o externo, en ella se demuestra claramente que, dentro de la familia se forja el quehacer político de un pueblo, y por consiguiente la política institucional de una Estado y sus magistrados.
Conjuntamente con esto, como todo buen padre de familia busca el mejor fin para su familia, un magistrado o rey buscara a la vez, la felicidad para todo el conjunto de la sociedad. Aristóteles, considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida moral e intelectual; la realización de la vida moral tiene lugar en la sociedad, por lo que el fin de la sociedad, y del Estado por consiguiente, ha de garantizar ese fin.
De ahí que consideren injusto todo Estado, que se olvide de este fin supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto. De ahí también es la necesidad de que un Estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes encaminadas a garantizar la consecución de su fin.
Otro punto a destacar es que, las relaciones que se establecen entre los individuos en una sociedad son, pues, relaciones naturales. Aristóteles estudia esas "leyes" de las relaciones entre los individuos tanto en la comunidad doméstica, la familia, como en el conjunto de la sociedad, deteniéndose también en el análisis de la actividad económica familiar, del comercio y del dinero, que a la vez es semejante a las actividades de la totalidad de la sociedad humana y su superestructura jurídico-política, que es el Estado. Y estas relaciones naturales hace que el individuo sea parte de un “todo social” y no pueda sobrevivir sin ese todo. El autor señala claramente esta interpretación de la siguiente forma: “No puede ponerse en duda que el Estado está naturalmente sobre la familia y sobre cada individuo, porque el todo es necesariamente superior a la parte, puesto que una vez destruido el todo, ya no hay partes, no hay pies, no hay manos, a no ser que por una pura analogía de palabras se diga una mano de piedra, porque la mano separada del cuerpo no es ya una mano real”.
Conclusiones finales.
Los distintos parámetros aquí expuestos están en intrínseca relación con la época en que le toco vivir al gran filosofo estagirita, Aristóteles. Si bien es cierto, muchas de los conceptos aquí planteados tales como, las grandes diferencias jurídicas entre la mujer y el hombre, entre el señor y esclavo, o un pueblo o sociedad en relación con sus magistrados, están muy lejos de nuestra realidad política cotidiana, hay que resaltar las bases teóricas sustanciales, en la cual, nuestra realidad político social está establecida.
En primer término, podemos dilucidar que, las bases de nuestra concepción de familia, al igual que las de los griegos, como unidad básica y primordial de la sociedad, está basada en relaciones naturales del hombre, de su esencia social, de su espíritu comunitario, y su tendencia a crear un ordenamiento jurídico superior, que es el Estado. Ente que está construido en esencia por un ordenamiento político basado en la palabra, palabra que a la vez es fuente de creación a de leyes e instituciones, cuando pasa de la voz de los magistrados, a una forma más concreta, esto es en, reglamentos, artículos o una constitución propiamente tal, basadas en la escritura. Lo que la hace a la vez, más tangible y duradero, creando con ello jurisprudencia a futuro dentro de su marco social.
En segundo lugar, esta facultad del hombre de la palabra también lleva a la creación de construcciones filosóficas abstractas y racionales, con ello nace el juego de la política, y los distintos proyectos ideológicos nacionales en los cuales testan sustentadas muchas corrientes políticos de los últimos tiempos, como es el caso del liberalismo, socialismo, anarquismo, neoliberalismos, entre otras. Todos estos proyectos, son creaciones racionales del hombre, y su base está originada en la raíz de la palabra y su expresión más concreta que es la escrita, ambas fieles herramientas de expresión de la racionalidad humana.
El tercer asunto que resaltamos, es que la sociedad griega como también nuestra realidad actual, está relacionada en su búsqueda de objetivos básicos, los llamados fines últimos de cada sociedad. Fines que pueden ser individuales como persona y también grupales como el caso de la familia. Pero a la vez y al igual que los griegos de la antigüedad, nuestra realidad, tiende a ampliar más el espectro. Toda nación, dirigida por sus mandatarios, tienden a buscar la felicidad de todo el cuerpo social como fin último. En la actualidad, el bienestar material y moral para una buena convivencia como país, tiende a ser análogo al establecido por Aristóteles. Y como bien fue señalado en su texto, toda nación o pueblo, al igual que una familia, debe tener individuos capacitados para mandar y otros para obedecer. En los cuales, los primeros, los llamados magistrados o políticos actuales, son los encargados de dirigirnos hacia el camino de la virtud moral y el bienestar material básico para la sobrevivencia humana.
Por último no podemos dejar de lado, el rol del individuo dentro del cuerpo social y estatal y su relación con la política. En ella podemos dilucidar que, el hombre como ente pensante y racional, con el don de la palabra, como herramienta de cambio, puede hacer uso de la política, como esfera para poder cambiar la sociedad en que vive, por medio del uso de las herramienta atingentes que presta el Estado que son las elecciones periódicas, lo que ayuda a buscar y así poder elegir sus a los mejores políticos o magistrados que puedan conducir a la administración estatal por el buen camino y al fin último, el bien moral y material del ser humano, tanto individualmente como socialmente.
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