Tuesday, June 1, 2010

PERI FAGERSTROM René, Reseña de la colonización en Chile. Editorial Andrés Bello. Santiago, 1989





Por real orden del 16 de septiembre de 1774-, el ilustre Gobernador don Ambrosio O'Higgins dispuso el repoblamiento de Osorno, fundada por García Hurtado de Mendoza 'y destruida hasta sus cimientos por los araucanos. Se hablaba de repoblar cuando alguna villa o ciudad era destruida por los aborígenes, terremotos o salidas de mar y se ordenaba su reconstrucción.

El Barón de Ballenary, que también anduvo por el norte fundando ciudades, reforzó la política colonial de poblaciones. Por algo agregó a sus títulos el de Marques de Osorno, aunque su brazo derecho en la colonización de esos parajes fue el miilitar irlandés Juan Mackenna, su compatriota, por lo demás.

Más de diez años permaneció 'el Teniente Coronel Mackenna en Osorno como superintendente de colonización, tarea de la que se manifestó siempre orgulloso: "No diré nada de mis hazañas guerreras y de muchas de mis escapadas milagrosas...", le escribía a Bernardo O'Higgins el 20 de febrero de 1811, "...pero siempre hablaré con orgullo del trigo y de las patatas; del queso y de la mantequilla que supe producir en las soledades de Osorno**.
31

12. EL MARQUESADO DE OSORNO

El trabajo poblador de Ambrosio O'Higgins y Juan Mackenna constituye el inicio oficial de una política de colonización en el sur del país. Dejando hablar a los documentos, se reproducen algunas instrucciones dadas por el capitán general al gobernador de Valdivia.
"Por estos mismos principios no permitirá U.S. que por ahora se haga a nadie repartimiento de iierras en el distrito de Osorno, ni en poca ni mucha cantidad, pues yo me reservo, ejecutar esto en el tiempo que, trasladadas a ella las familias que pienso destinar a esta importante obra, tenga todos los conocimientos anticipados que pediré al Superintendente que he de nombrar para ella. Entre tanto, podrá U.S. disponer, sin embargo, que así los soldados como los que no lo fueren, siembren donde les acomode en la inteligencia que esto no les ha de dar título de propiedad sobre el terreno que ocupan". El gobierno peninsular lo autorizó a continuar adelante en su programa:
"Enterado el Rey de cuanto U. S. refiere en sus cartas números 120, 123 y 126, sobre los insultos cometidos recientemente por los indios infieles de la jurisdicción de Valdivia: salida de U.S. a la Plaza de los Angeles para contenerlos; descubrimiento de la antigua ciudad de Osorno por las partidas de tropa empeñadas en el seguimiento de aquellos malhechores; providencias de U.S. para la conservación y restablecimiento de este puesto importante; y celebración de un Parlamento General con los Gobernadores y Caciques de todas las naciones de esa frontera; ha venido S. M. en aprobar estas acertadas medidas, esperando del acreditado celo de U.S. tomará principalmente a su cargo la repoblación de la antigua ciudad de Osorno, y el restablecimiento del camino de Valdivia a Chiloé por las inmediaciones de dicha ciudad nuevamente descubierta, convenientes para la conservación del camino, seguridad de la costa y, completa reducción de los indios infieles que ocupan aquel territorio. Igualmente confía S. M, de la prudencia de U. S. que sabrá provenir los embarazos que la diversidad de opiniones e intereses de los Gobernadores de Valdivia y Chiloé puede oponer (como ya se ha experimentado) a la ejecución de un plan que debe producir tantas ventajas. Todo lo participo a U. S. de orden del Rey para su inteligencia y cumplimiento.
"Dios guarde a U. S. m. a. San Lorenzo, 7 de diciembre de 1793.
"El Duque de la Alcudia''

En cuanto tuvo la autorización el capitán general empezó la tarca, dando a la publicidad un bando por el cual citaba a todos los españoles que quisieran repoblar Osorno a presentarse en Valparaíso. Expresaba que debían mantenerse en el lugar "por lo menos un año, tiempo que se considera necesario para que pueda edificar su habitación en el solar que se le designará en la expresada población, y hacer producir su subsistencia a la tierra, chácara o estancia que se le señalará en propiedad para sí, sus hijos y descendientes, y para cuyo cultivo se le suministrarán de cuenta de S.M. azadón, pala, hechona, reja y hacha y de la mía, una yunta de bueyes y el trigo que tengo anticipado para este intento, con otras semillas que se repartirán gratuitamente en la cantidad que se estime suficiente para cada uno".

Don Juan Mackenna inició sus labores en Osorno con las familias que llevó Ambrosio O'Higgins de diversos puntos del país. Pero el arribo de nuevos pobladores no cesó y a comienzos de 1799 el gobernador transcribió al capitán general la nómina de las "últimas treinta y tres familias venidas de la provincia de Chiloé, incluso siete más presentadas voluntariamente', que en total hacían un número de ciento setenta y ocho personas. La nómina fue la siguente:

Antonio Alvarado, Bernardo Aguilera, Diego Gallardo, Diego Ojeda, Diego Torres, Domingo Alvarez, Escolástico Barrientos, Francisco Mansilla, Francisco Ojeda, Francisco Olavarria, Francisco Vargas 1o, Francisco Vargas 2o, Feliciano Soto, Florentino Ojeda, Ignacio Ruiz, José Antonio Cárdenas, José Antonio Pérez, José Ignacio Torres, José Paredes, José López, Juan José Gómez, Juan Panduro, Juan Ventura Ulloa, Juan Vial, Lázaro Ulloa, Liberato Olavarría, Mariano Márquez, Marliniano Hernández, Melchor Águila, Nicolás Uribe, Pedro Barría, Pedro Higor, Pedro Vargas, Rafael Espinoza, Remigio Solo, Rogelio Barría,Ventura Hernández, Vicente Duran, Vicente Vargas, Victorino Vargas.

Más tarde, como una manifestación de su reconocimiento hacia la Corona por haberle otorgado el título de marqués de Osorno, don Ambrosio O'Higgins, siendo virrey del Perú, ordenó construir en esa ciudad una casa "que perpetúe la memoria de mi reconocimiento, la decore y sirva al mismo tiempo el gasto que se ha de hacer en ella de un nuevo socorro y auxilio a los pobladores que hayan de trabajarla. Para hacer doblemente útil este proyecto he resuelto destinar por primer fondo de la obra quinientas vacas de mi hacienda de Las Canteras en ese Reino en el Obispado de la Concepción a fin de que distribuidas y vendidas allí por mano del superintendente se emplee el producto en los gastos de los jornales".

No contento con lo anterior, envío a los artesanos irlandeses: Patricio Fitzgerald, Carlos Beavcr, Diego Thorn. carpintero; Miles Connely y Bartolomé Sullivan, tejedores; Jorge Johnson, zapatero; Alejandro Knight, tonelero; Guillermo Steann, Enrique Graham, Tomás Sharp y Santiago Dunavan. otros oficios, todos los cuales ejercieron sus habilidades en Osorno.

Ese mismo año de 1799, Juan Mackenna remitió al capitán general una lista de los nuevos pobladores de la colonia, entre los cuales estaban:

Antonio Rivera, Cipriano Pérez, Dámaso Cea, Eduardo Guzmán, Francisco Javier, Carrasco Francisco Gallardo, Feliciano Garrido, Felipe Hernández, Gaspar Gutiérrez, Hermenegildo Gómez, Isidro Aburto, José Ignacio Carrasco, José María Estrada, José María Pérez, José Guzmán, Juan de Dios Ampuero, Lorenzo Vargas, Marcos Rosas, Matías Torres, Miguel Albarrán Miguel Lizama Santiago Glover Santiago Loayza Teodoro Alarcón.

Una segunda lista señaló las familias que habían llegado de la provincia de Chi-loé por orden del excelentísimo virrey del Perú, indicando el número de integrantes:

Eusebio Soto 2
Manuel Navia 2
Lorenzo Argomedo 2
Pascual Flores 2
34-35

Mauricio Muñoz 3
José Barría 3
Narciso Muntiel 5
Juan de Dios Andrade 5
Fermín Ojeda 5
Juan Bautista Ruiz 5
Lorenzo Paredes 5
Eusebio Usguera 3
Domingo Viellas 4
Felipe Hernández 4
Carlos Gallardo 4
José Vargas 4
Francisco Mayorga 4
Salvador Serón 5
José Gallardo 5
Juan Bautista Vargas 6
Leandro Muñoz 6
Isidro Uribe 6

Ventura Muñoz 4
Pedro Becerra 4
Patricio Cárdenas 4
Fernando Aros 4
José Becerra 4
José Vargas 5
Marcelo Vargas 7
José Yáflez 8
Martín Vargas 8
José Díaz 10
Total ...............148

Cargado de merecimientos, el marqués falleció en Lima a comienzos de 1801. Fue nombrado para sucederle el Marqués de Aviles, hombre que había observado con cierta envidia la rápida prosperidad de Osorno. Por eso, desde que asumió el virreinato, trató de desprenderse de esa responsabilidad y ofició al capitán general de Chile en el sentido de que "no debiendo conocer este mando de los asuntos respectivos a la colonia de Osorno, porque el encargo hecho para ello en la Real Orden de N° 1 de junio de 1798 fue personal a mi antecesor, remito a Us. los expedientes y papeles que aquí he encontrado pertenecientes a dicho establecimiento, para que haga de todo el uso que corresponda"

La población de Osorno ascendía ya a doscientas cincuenta y nueve familias, con un total de un mil trescientas cuarenta almas que poseían cerca de diez mil cabezas de ganado vacuno, seis mil lanares y tres mil caballares.

Podemos afirmar entonces que la primera política nacional de colonización fue ejecutada por el Capitán General Ambrosio O'Higgins. Fue un trabajo premeditado, con un excelente ejecutor, como lo fue el gobernador Juan Mackenna y debidamente financiado por el poder central.

Años más tarde, el hijo del marqués de Osorno continuaría la obra colonizadora de su padre. Desgraciadamente, al retirarse los españoles de Osorno en 1820, buscando refugio en Chiloé, se llevaron los archivos existentes. La situación de Valdivia fue parecida.
36

Hasta 1810, el número de extranjeros residentes en el país fue muy reducido. El empadronamiento ordenado por el susodicho Antonio García Carrasco individualizó a veintiún portugueses, dieciocho italianos, diez norteamericanos, nueve franceses y seis ingleses, un maltes, un holandés, un escocés y un húngaro. Como dato curioso, la mayoría de (os norteamericanos fueron artesanos y diseñadores de muebles. Más tarde, en 1813, la Junta de Gobierno formada por Pérez, Infante y Eyzaguirre dispuso un nuevo empadronamiento, que resultó imperfecto, pues ni siquiera consideró a los habitantes de Santiago y Concepción.
41

es la adquisición más apreciable para un estado; es transportar en cierto modo hacia nosotros las ciencias y las artes de los países cultos". Así, en 1822, llegaron Diego Thompson para dirigir la escuela Lancaste-riana y, al año siguiente, el matemático Ambrosio Lozier, docente del Instituto Nacional, como asimismo Juan José Dauxion Lavaisse, contratado para dirigir un jardín botánico y al Museo de historia natural. Igual ocurrió con el pintor e ingeniero Carlos Wood y con el pintor alemán errante Karl Alexander Simón.

Las antiguas familias vascongadas y castellanas Errázuriz, Larraín, lrarrázaval, Urmeneta, Balmaceda, Tocornal y Bulnes se emparentaron con los Edwards, Subercaseaux, Cousiño, Bunster, Lyon, Ross y otros hombres emprendedores llegados después de la independencia y establecidos originalmente en el norte o en Valparaíso.

El 20 de diciembre de 1823, el gobierno encargó a los ingenieros Alberto Bacher D'Albe y Carlos A. Lozier el levantamiento de una carta geográfica de la república.

Por esos años ya existía conciencia de que nuestro suelo se extendía hasta el territorio antartico. Así lo demostró el propio Bernardo O'Higgins quien, con su extraordinaria visión política, cauteló nuestros derechos en las regiones polares. Su histórica carta dirigida el 20 de agosto de 1831 al capitán Coghlan de la Real Marina Británica expresó:

"Chile viejo i nuevo se extiende en el Pacífico desde la bahía de Mejillones en latitud 23°S. hasta Nueva Shetland del Sur en la latitud 65°S., i en el Atlántico, desde la península de San José en latitud 42°S. hasta Nueva Shetland del Sur" ... "Chile, tal como queda descrito, poSee las llaves de esa vasta porción del Atlántico Sur, esto es, desde el paralelo 30°S. hasta el polo, i también posee las llaves de todo el gran Pacífico".

Por otra parte, desde su exilio en Lima, el libertador continuó aconsejando a las autoridades sobre la conveniencia de traer colonos irlandeses al país.

El autor Gustavo Alessandri, comparando la colonización norteamericana con la hispana, afirma que las trece colonias inglesas tuvieron orígenes diferentes, que las distinguían claramente unas de otras, tanto por sus intereses económicos, sus preferencias religiosas, como por el orden étnico predominante entre sus habitantes. Unas fueron creadas por compañías comerciales: la Compañía Comercial de Londres fundó la de Virginia; la Compañía Comercial de PIymouth. fundó la de Massachusetts, y ellas fueron administradas por gobernadores que no representaban al rey, sino a las compañías que eran sus principales. Algunas colonias se constituyeron como consecuencia de la cesión a Inglaterra de las antiguas posesiones holandesas en esos territorios, como las de Nueva York, Delaware y Nueva Jersey (recordemos que Nueva York es el nombre que recibió de los ingleses la ex Nueva Amsterdam de los holandeses). Las dos Carolinas, Pcnnsylva-nia, Georgia, etc., fueron concesiones entregadas por la propia Corona a particulares.

La diversidad de las condiciones físicas o territoriales, de los modos de vida de sus habitantes y de las formas de sociedad e incluso de gobierno permite distinguir tres grupos claramente diferenciados entre las trece colonias. El norte, el centro y el sur. De la población total, dos terceras partes eran franceses, alemanes y suecos. En Hispanoamérica, en cambio, los países que surgieron, conservaron la división política española administrativamente unitaria, salvo excepciones.

En la obra Gobierno chileno y salitre inglés, Harold Blakemore afirma que hubo una conexión comercial anglo-chilena. "Hacia 1820, por lo menos doce firmas británicas habian fundado sucursales en Valparaíso (...) En 1825 unos noventa buques británicos hicieron escala en Valparaíso, en comparación con setenta de Estados Unidos (...) Quince años más tarde, esta cantidad había aumentado a 166 contra 56 de los Estados Unidos, 48 de Francia y 17 de Hamburgo.

"Mientras crecía el comercio, también crecía el tamaño de la comunidad británica en Chile. La estimación hecha en 1824, de
45

1.000 a 3.000 subditos británicos solamente en Valparaíso, probablemente fue un poco exagerada, pero en 1861 se calculó que en todo Chile había unos 4.000 ciudadanos británicos, de los cuales casi 1.900 vivían en Valparaíso. El censo de 1875 arrojó la cifra de 4.627 británicos en Chile. La cantidad de ciudadanos de los Estados Unidos en Chile se mantuvo en menos de 1.000 durante todo el siglo, pero el número de otros europeos fue semejante al de los británicos. Muchos eran colonos: a medida que la frontera avanzaba hacia el sur, inmigrantes, principalmente alemanes y suizos, colonizaron la región. En los puertos, no obstante, y particularmente en Valparaíso predominaba la influencia británica. Ya en 1818, un representante norteamericano había informado que los ingleses en Chile eran "de tal modo importantes en el comercio, en número, riqueza, etc., que la influencia y la participación norteamericanas" resultaban "muy inferiores". Setenta años después, un defensor norteamericano del panamericanismo comercial y dinámico dirigido desde Washington se lamentaba de que Valparaíso, con casi todo su comercio ejercido en libras esterlinas, su periódico inglés y el uso casi exclusivo del idioma inglés no era "sino una colonia inglesa".

En Valparaíso funcionó la firma Williamson, Balfour y Compañía. Como Gibbs, esta casa extendió su negocio a la costa occidental de Sudamérica y al resto del mundo e igual que su predecesora desempeñó después un papel importante en el negocio salitrero. La Casa Duncan, Fox y Compañía se estableció en Valparaíso en 1843. Citemos nuevamente a Blakemore:

**E1 cobre originó otras conexiones con Gran Bretaña, ya que los minerales eran embarcados a Swansea para fundirlos y en Chile, además, vivían varios mineros de Cornualles que habían sido contratados para trabajar en la industria. Otra importante conexión comercial fue la importación de carbón de Inglaterra, que alcanzó hacia 1883 a nueve décimos de la importación total de ese producto. En 1885, el capital inglés se trasladó directamente y por pri-mera vez a la minería del carbón en Chile con la fundación en Londres de la Compañía Arauco."

18. INVASIÓN INTELECTUAL

El naturalista alemán Eduard Poeppig se instaló en Chile en 1828. Recorrió en muía la Araucania y entre muchos valiosos testimonios, nos dejó un dibujo del volcán Antuco en erupción y un libro, Viajes, en que describió la sociedad portería.

Un hermoso día de junio de 1835 —al decir del profesor Roberto Hernández Ponce del Instituto de Historia de la Universidad Católica- se reunieron en Valparaíso el comerciante inglés Joseph Wad-dington, el capitán Robert Fitz Roy, Diego Portales Palazuelos y el multifacético norteamericano Guillermo Wheelwright.

Estas personalidades sólo podían reunirse para una operación digna de sus antecedentes. Así nació la Pacific Steam Naviga-lion Company, que permitió a los vapores Chile y Perú reunirse el 18 de septiembre de 1840 a celebrar las Fiestas Patrias en el fatídico Puerto del Hambre, a que nos hemos referido anteriormente.

El periódico La Clave anunció en agosto de ese año:
"Han llegado a Valparaíso con don Pedro Chapuis, en el Transporte de S.M. Crislianísima L'Adour, los profesores don Claudio Gay de química y física, don Juan Antonio Portes de filosofía, don José Campelan de retórica, don Teodoro Mori-niete de humanidades, don J. Gilct de L'Aumont de mineralogía, don Casimiro Clochard, don Juan Bautista de Bauchemin y don Enrique U. Masson de clases elementales, don Alejandro Scghers de música, don Juan Pedro Gelinet de baile y don María Mazé de carpintería. El señor Chapuis. a quien acompañan desde Francia estos profesores con el objeto de fundar bajo su dirección un nuevo establecimiento de educación, trae consigo, según noticias comunicadas por él desde Buenos Aires, donde hizo escala, un gabinete de física, un laboratorio químico, considerable número de plantas y semillas desconocidas en el país y colecciones de los primeros clásicos y de las mejores obras elementales, tanto en ciencia como en artes."

La Sociedad de Amigos de Chile se había establecido por decreto de 5 de agosto de 1818, para promover los adelantos del país en los ramos de agricultura, comercio, minería, artes y oficios.

Desde el año 1821, Valparaíso recibió visitas periódicas de barcos de guerra franceses al mando de connotados marinos, como el barón de Mackau y el de Roussin, los contraalmirantes La Gravicre y Rosamel Ducamper, este último en el navio Coloso, con el interés de fomentar las relaciones comerciales.

El canónigo Juan María Mastai Ferrctti, más larde Papa Pío XI, estuvo en Chile integrando la misión Muzi en 1823. Sus recuerdos de siete meses de permanencia describen importantes acontecimientos de nuestra historia. Entonces tenía 31 años y muchos deseos de quedarse en el país.

El 26 de junio de 1823 se creó una comisión encargada de organizar un viaje científico por el territorio nacional, con el objeto de examinar la geología, sus plantas, sus minerales y suministrar todos los datos que pudieran contribuir a formar una completa estadística. Seis meses después, el 20 de diciembre, se organizó una comisión para levantar el mapa de Chile, promover la industria y proveer a la defensa de la patria.

La gran contratación, sin duda la más importante de todas, fue la del insigne caraqueño, a la sazón secretario de la embajada venezolana en Londres, don Andrés Bello, hecha bajo el gobierno de Francisco Antonio Pinto.

La permanencia en Europa de Mariano Egaña como agente nacional le permitió contratar a otros científicos y humanistas. Refiriéndose a los emigrados españoles en Londres, le escribía a Manuel de Salas el Io de febrero de 1826: "Da lástima dejar perder la oportunidad que no se presentará en siglos, de llevar a multitud de hombres que nos serían sumamente útiles; con facilitarles sólo el transporte, trasladaríamos a Chile lo más selecto de la emigración española".

Por empeños de Egaña llegaron at país el matemático Andrés Antonio de Gorbea, que permaneció en Chile hasta su muerte y el doctor José* de Passaman, quien formuló un plan para los estudios de medicina, escuela que fue fundada en 1833.

Los cerebros europeos, como ya hemos dicho, aumentaron a partir de 1830 y constituyeron una pléyade impresionante por su valía pedagógica, artística y científica. Veamos los principales;

1834: Lorenzo Sazie, médico francés; fue el primer decano de la Facultad de medicina y murió en Chile en 1865. Mauricio Rugendas, dibujante y pintor bávaro; permaneció en el país durante diez años.
1837: Rafael Minvielle, literato y educador español; actuó en el país hasta su . fallecimiento ocurrido en 1887.
1838: Ignacio Domeyko. naturalista polaco contratado por el gobierno, ingeniero de minas graduado en París, segundo rector de la Universidad de Chile, casi hasta su muerte en 1889. Comenzó de inmediato su labor de profesor en la Escuela de minas de Copiapó. Emprendió a lomo de muía exploraciones por el desierto, a través de las cuales estudió los minerales de la provincia de Atacama, ensayó sus metales y advirtió sobre el daflo ecológico que se estaba causando con el exterminio de los bosques para usarlos de combustible.
1839: Manuel Rivadeneira, editor español; perfeccionó las técnicas de impresión de libros y periódicos. Leonardo Lachowskt, ingeniero polaco contratado en Francia para ejecutar prospecciones carboníferas.
1840: Guillermo Frick, ingeniero y naturalista alemán; se quedó definitivamente en el país.
1841: Julio ¿afargue, contratado para la cátedra de anatomía, que ejerció hasta su muerte.
1843: Raymond Monvoisin, pintor francés; permaneció en Chile hasta 1857 retratando a los representantes de la clase dirigente.
47

1845: Narciso Desmadryl, dibujante e impresor francés. Fundó la primera litografía y editó dos volúmenes de la Galería de hombres célebres de Chile.
1848: Alejandro Cicarelli. pintor italiano contratado para dirigir la Academia de pintura, cargo que ejerció hasta 1869. Amadeo Pissis. geólogo francés contratado para levantar el plano topográfico del territorio. Falleció en Chile en 1889. Julio Berlín, impresor francés que permaneció aquí hasta 1862.
1849: Francois Bruñeí de Baines, contratado para dirigir la Escuela de arquitectura, función en la que murió seis aflos más tarde. Jorge Pe'tit, medico francés que ejerció en el país hasta su fallecimiento. Julio Jariez, contratado para organizar la Escuela de artes y oficios. Parrot y Sodas, contratado para dirigir la Escuela de agricultura, y Carlos Guillermo Moesla, para organizar el Observatorio astronómico. Adolfo Desjardins. designado director del Conservatorio nacional de música.
1851: Juan Biancfu, dibujante italiano. Los científicos alemanes Bruner y Schneider. Rodulfo Amando PhtUppt trabajó en Chile durante medio siglo hasta su fallecimiento. Graduado en la Universidad de Berlín, vino llamado por su hermano Bernardo, residente en el país. Se instaló en Valdivia, donde inició actividades industriales, para luego convertirse en uno de nuestros investigadores más ilustres.
1853: Augusto Francois, escultor francés contratado para dirigir la Escuela de escultura. Enseñó durante muchos años hasta su fallecimiento en 1876.
1854: Gustavo CourceÜe Seneuil, economista francés contratado como asesor de gobierno y profesor de economía política de la universidad, cargos que ejerció durante 10 arlos. Justo Florión Lobeck, filólogo alemán, humanista de lenguas clásicas, que falleció en Chile en 1872. Francisco Adolfo Fonck, científico alemán; investigó en medicina y en geografía.
1857: Luciano Henault, arquitecto francés contratado para hacerse cargo de la dirección de la Escuela de arquitectura.

A la lista de artistas que vinieron a Chile deben agregarse los pintores franceses Carlos Roger, Jean León Palliera, Auguste Borget, Emest Charton de Treville y Juan Bautista Lebas, hábil caricaturista. Este último ayudó a Portales en su campafia contra la Confederación peruano-boliviana.

Las primeras cámaras fotográficas tuvieron una llegada azarosa en 1840. Ese año el abate Compte trajo a Valparaíso una cámara lúcida, similar a la que Louis Dagucrre diera a conocer en París. Sin embargo, no quedaron huellas de esas primeras imágenes en daguerrotipo, pues el buque-colegio La Oriental se fue a pique al zarpar. Dos años después, el belga Vendel Heyl trajo una cámara de daguerrotipo... que también desapareció en un temporal.

Una tercera cámara enviada desde Francia por Javier Rosales, tampoco dio resultado. Se destruyó en el trayecto entre el puerto y la capital, por el bamboleo de las carretas. En octubre de 1843 llegó Daviett, un retratista itinerante que no logró convencer a su clientela. Sólo en 1844 y 1845, Hulliel y los hermanos Ward comenzaron a realizar daguerrotipos de calidad en Santiago, Valparaíso y Copiapó.

En 1851 los alemanes Boehme y Alexander dieron a conocer en Valparaíso los retratos sobre papel. A partir de esa fecha, los retratistas de cámara lúcida se dividieron en daguerrotipistas y fotógrafos; el más importante de los primeros fue William Helsby y de los segundos, Víctor Deroche. Cada uno de ellos competía en ofrecer nuevos adelantos, tanto en el color que se aplicaba manualmente, como en el formato.

Al iniciarse la segunda mitad del siglo, el deseo de retratarse en forma barata y rápida, llevó a los fotógrafos a desarrollar procesos masivos. En 1854, el francés Disderi patentó la llamada corte de visite. En1859 se inauguraba en Santiago el primer establecimiento elegante de retratos "igual a los de París".

Se partió con la adquisición por Flindt y Philippi de un terreno de mil cuadras cuadradas a lo .largo del río Bueno. Philippi encargó a su hermano Rudolf Amandus, aún residente en Cassel, Alemania, la recluta de campesinos y artesanos alemanes para instalarlos en ese predio. Con ellos, más las gestiones de Kindermann y su suegro Johann Renous, empezó a esbozarse la colonización privada.

Para procurar que su empresa tuviera éxito, Philippi se valió de sus relaciones con los geógrafos alemanes. Wappaus difundió su llamado en una serie de folletos, como Deutsche Auswanderung und Kolonisation (Emigración y Colonización alemanas), en que recomendaba la constitución de colonias libres en Brasil y en Chile, embriones de una Australia alemana en el nuevo mundo.

El médico Aquinas Ried, establecido en Valparaíso desde 1844, escribió Emigración alemana a Chile, en que postula la formación de colonias cerradas dentro de un nacionalismo germano a ultranza. Todo lo anterior terminó en un fracaso, aunque a bordo del Catalina llegaron en 1846 al puerto de Corral treinta y cuatro alemanes.

Antes de la colonización europea, los alrededores de Llanquihue estaban despoblados y la gente no se atrevía a desviarse del camino real debido a las emboscadas de los nativos.

Este camino pasaba por Tegualda, Polizones, Río Frío, Los Muermos, Hautru-nes, Misquihué, Maullín y el puerto de Carelmapu, donde fondeaban los barcos para continuar su viaje a Ancud. De ahí hasta Castro se continuaba por un camino llamado Caicumeo. nombre del indígena que mostró este sendero a los españoles.

En febrero de 1842, el ingeniero Philippi encabezó un grupo de siete expedicionarios que se dirigieron al lago Llanquihue. Llegaron a pie hasta Totoral, lugar situado más allá del nacimiento del río Maullín. El grupo partió desde el astillero de MeÜpulli, actual Puerto Montt, guiado por el baqueano Francisco Maldonado.

En 1843, Philippi participó en la toma de posesión del Estrecho de Magallanes, en que le cupo desempeñar un papel protagonice En 1847 recibió sus insignias de Sargento mayor de Ingenieros y a su vez, el Presidente Bulnes lo nombró su Edecán honorario. Fue agente de colonización en Alemania a! arlo siguiente y después, gobernador de Magallanes, donde murió asesinado por los indígenas.

Leamos algunas impresiones de su viaje a Llanquihue, conocido por los chilo-tes como Lago Quetrupe Pata, y Purailla, por otros indígenas.

Con la información obtenida de este viaje, Philippi confeccionó un mapa que tendría bastante importancia después.
"Se decía que el lago era tan grande, que alcanzaba hasta Buenos Aires; muy tempestuoso, de mareas regulares, habitado en una de sus orillas por monstruos y en la otra parte, por los indios pehuenches y araucanos. "Emprendí este viaje, partiendo de la costa continental situada al norte de la isla de Chiloé, costa que, aunque completamente despoblada, es muy importante para esta provincia, pues aquí es donde los chilotes hacen su fortuna con el comercio de tablas de alerce.

"En verdad, casi toda la población masculina de Chiloé abandona su tierra natal a principios de verano para embarcarse en piraguas o lanchas, que los conducen a los lugares donde se encuentran los alerzales. Levantan allí una morada provisoria, la cual, como salida por encanto de la tierra, desaparece luego después sin dejar rastros, tan pronto vuelven a sus hogares isleños llevándose las tablas. Llaman astilleros a estos lugares improvisados y el de Mclipulli. de donde partí, constaba entonces de 27 a 30 casuchas con una población de más de doscientas almas.

"Permanecen muertos estos sitios desde la mañana hasta la noche y, fuera de algunos escasos cuidadores que se quedan en ellos, no se ven durante el día más que perros y cerdos en sus alrededores.

"Al atardecer regresan los trabajadores, unos tras otros, cargados con tablas elaboradas durante el día. Son estas de nueve pies de largo y una pulgada de grueso.
52

"Aunque es un tanto extrafla la expresión que esta gente emplea para designar su trabajo, dicen que Van a las minas1, lo cual, sin embargo, es fiel y significativo, ya que estos parajes son efectivamente sus minas y las tablas de alerce, su dinero.

"En Calbuco se da el nombre de real, moneda del país, a una tabla, aunque bien es cierto que se dan cuatro tablas por ese precio. Es también característica la expresión de *ir a las minas', porque al presente se labran o sacan la mayor parte de las tablas de los alerces viejos, caídos y ya medio enterrados en el suelo. Se ha trabajado con tan poco cuidado esta madera, que hoy, sólo a muchas distancias, se ven vivos estos majestuosos árboles.

"Muchas veces, sólo con el propósito de rozar el campo, pegan fuego a grandes extensiones de bosques, con lo que, además de quemar las plantas inútiles, destruyen los retoños de los alerces."

El lago Llanquihue tuvo varios nombres: Quetrupe Pata. Gueñauca, Valdivia, y Purailla. Sus contornos fueron conocidos por los españoles desde los tiempos de García Hurtado de Mendoza y de Ercilla, los que en febrero de 1558 hicieron su famosa expedición cantada en La Araucana y penetraron desde Osorno hasta la isla Grande de Chiloé. Asimismo, en 1670 el jesuita Rosales menciona en su Historia del Reino de Chile al lago Llanquihue, llamado entonces lago de la Gueñauca o de Valdivia y atribuye su descubrimiento al mismo conquistador. El marino José de Moraleda y Montero, que tantas veces hemos citado, en su Carta esférica de la costa de Chile y de los archipiélagos entre los grados 45 y 46 LS., marcó esa cabida lacustre con el nombre de Purailla. En el siglo XVIII. los trabajos cartográficos fueron abundantes y precisos, especialmente los efectuados por oficiales de la marina real española. En el siglo XVIII, los trabajos cartográficos fueron abundantes y precisos, especialmente los efectuados por oficiales de la marina real española.

Moraleda fue probablemente el autor del dibujo del puerto de San Carlos de Ancud, mientras comandó las corbetas Descubierta y Atrevida. La precisión de los datos fue notable, pues describió la ubicación de las casas, capillas y fortalezas. El Atlas cartográfico del Reino de Chile del Padre Gabriel Guarda contiene más de cien planos del nacimiento de ciudades y villorrios, como asimismo la distribución de tierras. Pródigos en detalles prácticos, como nombres de propietarios, situación de la casa del cura, manzanas y huertos, aquellos mapas constituyen la partida de nacimiento de muchas importantes ciudades.
53

21. LA LEY DE 1845 Y LOS INICIOS DE LA COLONIZACIÓN ALEMANA - CARACTERÍSTICAS DEL CHILE DE LA ÉPOCA

La inquietud por la inmigración masiva se expresaba con fuerza en la opinión ilustrada del pais, pues ya había comenzado en otros países americanos. Hemos dicho que el .18 de noviembre de I845 se autorizó por ley al Presidente de la República para establecer colonias extranjeras que llegasen con el ánimo de avecindarse y siempre que ejercieran algún oficio o industria. El plan inicial contempló una superficie de seis mil cuadras de terrenos baldíos, en los cuales también debían radicarse colonias de naturales.

Este instrumento legal fue básico para el proceso que se estaba gestando. Estableció tres zonas de colonización, aunque, como veremos, fue mas que nada una formulación de intenciones, pues de hecho las únicas provincias aptas para poblar en esos días eran Valdivia y Llanquihue.
Veamos el texto completo de este importante documento:

Artículo 1o. Se autoriza al Presidente de la República para que en seis mil cuadras de los terrenos baldíos que hay en el Estado, pueda establecer colonias de naturales y extranjeros que vengan al país con ánimo de avecindarse en él y ejerzan alguna industria útil; les designe el número de cuadras que requiera el establecimiento de cada uno y las circunstancias que lo acompañen; para que les auxilie con los útiles, semillas y demás efectos necesarios para cultivar la tierra y
53

mantenerse el primer año. y últimamente para que dicte cuantas providencias le parezcan conducentes a la prosperidad de la colonia.

Artículo 2o. La concesión de que habla el artículo anterior, no podrá exceder de ocho cuadras de terreno por cada padre de familia, y cuatro más por cada hijo mayor de catorce años que se halle bajo la patria potestad, si hubiese de hacerse en el territorio que media entre Bío-Bío y Copiapó, n¡ tampoco podrá exceder de veinticinco cuadras a cada padre de familia y doce a cada hijo mayor de diez años, en los terrenos que existen al sur del Bío-Bío y al norte de Copiapó.

Artículo 3o. El costó que tengan las especies de que se ha hecho mención en el artículo Io, y el transporte de los colonos desde el punto del territorio chileno en que se hallen a aquél en que resuelvan establecerse, se cubrirán por el tesoro público con la calidad de devolverse en el tiempo y forma que el Presidente de la República determine.

Artículo 4o. Dentro de los límites de cada una de las colonias que se establecieren entre el Bío-Bío y el Cabo de Hornos y dentro de los límites de las que se establecieren en los terrenos baldíos al norte del río Copiapó, no se pagarán por el término de veinte arlos, contados desde el día de la fundación, las contribuciones del diezmo, catastro, alcabala ni patente.

Artículo 5o. Todos los colonos, por. el hecho de avecindarse en las colonias, son chilenos y lo declararán así ante la autoridad que seflale el gobierno al tiempo de tomar posesión de los terrenos que se les concedan.

Y por tanto, oído el Consejo de Estado, he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto, dispongo se promulgue y lleve a efecto en todas sus partes como ley de la República.

Manuel Bulnes Prieto, Manuel Montt Torres.
54

Se concretó asi el propósito de poner en marcha una política de colonización, entregando tierras y pagando algunos gastos de transporte, con la obligación de cancelar estas deudas en el tiempo y forma que oportunamente se determinaría.

Si bien los resultados no fueron inmediatos, pues en Europa se desarrollaba una fuerte competencia entre Estados Unidos y otros países sudamericanos por captar colonos, el 20 de julio de 1849, "teniendo en consideración que el gobierno carece de una noticia exacta y completa de los terrenos fiscales que existen en la provincia de Valdivia, y que conviene hacer cuanto antes una averiguación de la extensión, situación, calidad y circunstancias de dichos terrenos para establecer las familias inmigrantes que lian comenzado a arribar a nuestras costas, y las que se esperan en lo sucesivo", se comisionó al Sargento Mayor de Ingenieros, Agustín Olavarrieta -como ya vimos- para que investigara la existencia de terrenos, los mensurara, tasara y levantara los correspondientes planos.

Esta ímproba tarea debía realizarla el Sargento Mayor con la gente que requiriese y con una gratificación de mil pesos anuales por el trabajo.
El Presidente Bulnes estaba dispuesto a dar el máximo de apoyo al poblamiento, en concordancia con la multifacética labor de progreso que caracterizó a su administración. Y fue por eso que el 27 de julio de 1848 nombró a Bernardo Philippi agente de colonización en Europa.

Es conveniente recordar que el grueso de la población chilena seguía siendo rural y no por la existencia de grandes latifundios, pues en la práctica el sistema de encomiendas había desaparecido a fines del siglo XVIII, de manera que en el momento en que don Ambrosio O'Higgins las abolió oficialmente en 1789, no pasaban de doce las que aún existían.

En cuanto a la institución del mayorazgo, que estuvo circunscrita a la aristocracia del valle central, careció de mayor relevancia. Los latifundios criollos fueron relativamente pocos al término del periodo colonial. Los censos agrícolas de 1833 y 1837 demostraron que los fundos importantes estaban subdivididos y el sistema
54

mayorazgal desapareció a mediados de esc siglo. La población total de Chile ascendía en 1845 a 1.083.801 habitantes y su ruralidad obedecía más bien a una vocación agraria muy tuerte.

En 1850, la Oficina de estadísticas publicó un Repertorio nacional en el cual se incluyeron los siguientes datos relativos a las dos principales ciudades:

Provincia de Santiago,
población total .... 207.434 habitantes.
Ciudad de Santiago . 95.795 habitantes. Provincia de Concepción,
población tota! .... 109.526 habitantes.
Ciudad de Concepción 10.395 habitantes.

Esta notoria ruralidad empezó a revertirse cuando los síntomas de la revolución industrial y los períodos depresivos .mundiales afectaron al país. Sin embargo, éste siguió siendo un territorio muy atractivo para la colonización europea. Bajo el impulso portaliano. el país estaba pasando por el período más espléndido de su historia. Se inició la conquista del desierto y William Wheelwright fundó el puerto de Caldera en 1850 para dar salida a la plata atacameña.

La inmensa obra legislativa y cultural de Andrés Bello, los movimientos literarios de 1842. como asimismo la creación de la Universidad de Chile hicieron de nuestra patria el faro de América, una nación ejemplar que abastecía de trigo a Australia y California.

El peso chileno, el patacón de plata o money manu, fue una moneda que circuló por toda la Oceanía a la par con la libra esterlina. Varios miles de chilenos desembarcaron en California en plena fiebre del oro, entre ellos Vicente Pérez Rosales, Patricio Lynch y el controvertido Joaquín Murieta. Los primeros buques a vapor, el primer ferrocarril de alguna extensión, el primer telégrafo y la primera luz eléctrica que alumbró la noche porleña el 18 de septiembre de 1860, fueron chilenos.

En 1852, un fotógrafo inglés radicado en Valparaíso grabó en daguerrotipo el rostro venerable de Javiera Carrera, eslabón vivo de la Colonia que se iba esfumando en la República.

22. NOMBRAMIENTO DE VICENTE PÉREZ ROSALES - "RECUERDOS DEL PASADO" - INCIDENCIAS DE LA COLONIZACIÓN

El ] 1 de octubre de 1850, el presidente tomó en consideración las siguientes razones para nombrar agente de colonización en Valdivia a un comisionado inteligente y capaz.

Io. Que ya han llegado algunos colonos a Valdivia, i que, según las noticias trasmitidas al gobierno desde Alemania, debe esperarse en breve mayor número de familias;

2o. Que mientras no se establezca un orden regular en la colonización, en conocimiento previo de los lugares que deben destinarse a este objetivo, es de absoluta necesidad que haya una persona encargada por el gobierno de recibir a los colonos, señalarles i entregarles el terreno que deben ocupar y preparar los edificios en que desde luego deben asilarse, i de todas las medidas relativas a su establecimiento,

3o Que para juzgar con acierto de los obstáculos que la colonización encuentre en sus principios, para allanarlos i establecer con noticias positivas las reglas a que este asunto deba sujetarse en adelante, es necesario que un comisionado intelücnte se contraiga a examinar de cerca el negocio, a estudiarlo en todas sus partes, residiendo por algún tiempo, si fuere necesario, entre los mismos colonos;

4o. Que atendida la falta del conocimiento del idioma, su ignorancia de las leyes i constumbres del país, del orden i jerarquía de las autoridades establecidas, es indispensable que haya un funcionario que se entienda inmediatamente con los colonos, que, a nombre de ellos i en su representación haga peticiones a dichas autoridades i reclame lo que les corres-pondicse de justicia o que fuere conveniente otorgarles para el buen éxito de la colonización;

5o. Que los trabajos i atenciones que la llegada de los colonos i el cuidado de su establecimiento impon-
55

drán, mientras se adopta un sistema acomodado a las circunstancias locales i probado prácticamente, no pueden ser desempeñados por el Intendente de la provincia sin perjuicio de otras atenciones del servicio, i sin prestar a la colonización toda la contracción que en sus principios i por su falta de antecedentes que sirvan de guía requiere; He acordado i decreto:
Comisiónase a D. Vicente Pérez, para que en clase de ájente de la colonización de Valdivia, se traslade a aquella provincia i se encargue de atender inmediatamente al establecimiento de los colonos i promover todas las medidas que sean conducentes al buen éxito de tan importante negocio. Durante el tiempo que desempeñe esta comisión, gozará de la asignación anual de dos mil pesos, que se deducirán de la partida de imprevistos del presente año.

Refréndese, tómese razón i comuniqúese.

Bulnes.
Antonio Varas.

Un galpón de cien varas de largo y ocho de ancho, con sus correspondientes corredores y veinte plazas para alojamiento de los colonos europeos fue dispuesto el mes siguiente.

Relata Vicente Pérez Rosales en sus célebres Recuerdos del Pasado, que fue llamado a la presencia del ministro del Interior, "sin que hasta ahora haya podido darme cuenta del porqué del favor que se me dispensaba, puesto que sólo conocía a Varas de nombre y sólo por el lado de afuera la casa de gobierno. A los catorce días de mi entrevista con el ministro, provisto del título de Agente de colonización, navegaba yo en demanda de Valdivia para dirigir, a nombre del gobierno, los trabajos coloniales en aquella lejana provincia, donde por instantes se esperaban expediciones de emigrados alemanes.

"Llegué al importantísimo y muy descuidado puerto de Corral o Coral, como algunos enemigos de nombres malsonantes suelen llamarle, el 12 de febrero de 1850,después de haber atravesado por entre las abandonadas fortalezas que, en tiempos de españoles, defendían la' tranquila y pintoresca embocadura de la preciosa vía de Valdivia".

Estas medidas del gobierno despertaron un gran entusiasmo colonizador y en 1852 se creó la provincia de Arauco, territorio virtualmente ocupado por los indígenas.

Algunos países europeos comenzaron a instalar consulados en Valparaíso. En 1851 se concedió, por ejemplo, el exequátur al Cónsul A. Rudig, de Suiza. Las instrucciones que Antonio Varas dio a Pérez Rosales, le recomendaban escuchar al talentoso Guillermo Frick e iniciar de inmediato los trabajos.

Como primera medida adquirió algunos predios, pero luego vinieron los problemas por las razones que reproduciremos enseguida.

El Ministro Varas reiteró a Pérez Rosales sus precisas instrucciones en el sentido de tomar posesión de todos los terrenos que se reputaban fiscales y que los distribuyera a "los colonos que hayan llegado o que en adelante llegaren y que si respecto de algunos de estos terrenos se promoviere litigio por particulares, se presente Ud. al juez de letras pidiendo que se nombren tasadores, con citación de los que se dicen interesados y que la tasación que practicaren se someta a la autoridad judicial, sin perjuicio de procederse por U. a la distribución de los expresados terrenos entre los colonos". Pérez representó al gobierno las serias dificultades de todo orden que se le presentaron.

La respuesta de Antonio Varas está consignada en una nota de fecha 19 de febrero de 1851, que constituye una muestra de la capacidad de este hombre público para encontrar soluciones. En catorce puntos impartió instrucciones concretas a Pérez, al mismo tiempo que dio respuesta a los problemas que lo agobiaban. Incluso le sugirió un plan de poblamiento en la isla Mocha.

En mayo de ese ano Pérez Rosales informó al gobierno sobre los progresos de la colonización en Valdivia:

'Terrenos que antes yacían abandonados por incultivables, reconocieron todos dueños: cada dueño o se negó a su venta, o subió su valor de cuatro reales la cuadra al monstruoso de un peso en los contornos de la ciudad, y aquéllos que poco antes se compraban en cien pesos, se vendieron a los alemanes hasta en dos mil".

Pero leamos mejor algunas consideraciones escritas en sus Recuerdos del pasado, un poco adjetivadas al estilo literario de la época, pero igualmente admirables.

"...A la voz de inmigración, cada cual se había echado a apreciar según su real modo de entender los bienes o males que podría ella introducir en Chile.

"Temían los católicos perder con ella la unidad religiosa.

"Los hacendados y los dueños de casa la aplaudían a dos manos, creyendo en el despanzurro que la inmigración abarataba los salarios, cosa que jamás se ha visto.

"Muchos fingidos filántropos, pero verdaderos especuladores sobre la ignorancia del pobre pueblo, apoyándose en lo que decían los hacendados y otros- sabios por este estilo, compadecían a los gañanes y obreros del país, por la competencia que a sus brazos opondrían la baratura de los brazos extranjeros. Olvidándose o fingiendo olvidar tanto el hacendado como el filántropo, que la inmigra-ción* en caso de perjudicar a alguien temporalmente, es al hacendado o al que puede lucrar pagando a vil precio los jornales, pero nunca al jornalero, por la sencilla razón de que no serán ni pueden ser gañanes los que viniesen de fuera, atendido el bajo precio a que aquí pagamos el trabajo diario de los nuestros, y no viniendo de fuera esa clase de brazos, sino personas que dan ocupación a los propios nuestros, es evidente que, aumentando la demanda, tendrá por fuerza que aumentar el valor de los salarios.

"Los comerciantes creyeron que con el aumento de la población aumentaría el precio de sus mercaderías.

"Los especuladores, que sólo buscaban la más ventajosa colocación de sus caudales, sólo vieron en la futura inmigración la feliz oportunidad de acrecerlos, y sin perder momentos, comenzaron a hacerse de cuantos terrenos aparentes para colocar colonos se encontraban en la provincia..."

..."En vano el gobierno, para precaver este mal, había comisionado al activo Sargento mayor de ingenieros Philippi para reconocer y deslindar los terrenos fiscales que debían repartirse entre los inmigrados, así como después, al modesto e inteligente ingeniero Frick para continuar la misma trabajosísima tarea durante el tiempo que el incansable Philippi, trasladado a Alemania, trabajaba allá para promover la inmigración hacia Valdivia, porque a medida que aumentaba la posibilidad de que llegase a Chile la primera expedición, aumentó tanto el número de detentadores de los terrenos por tantos títulos considerados baldíos, que en vísperas del arribo del primer navio que, confiado en las promesas del gobierno, había salido de Hamburgo en 1849, se podía decir que no se encontraba en el territorio de colonización una sola pulgada de tierra que no reconociese algún imaginario dueño."

Malos ratos pasó Vicente Pérez Rosales con estos individuos que alzaron abusivamente los precios. Peores fueron sus experiencias cuando se trató de mensurar esas propiedades.

Si el terreno vendido tenía en alguno de sus costados un río, un estero, un camino o algo que pudiese ser designado con un nombre conocido, ya había una referencia de partida. Sobre esa base se medía cualquier extensión, "si ella estaba al poniente del terreno, se sentaba que éste se extendía con la anchura del frente designado hasta la cordillera nevada, sin acordarse que con esto se podían llevar hasta ciudades enteras por delante; si el límite accesi*
57

ble se encontraba al oriente, la cabecera occidental era el mar Pacífico, y si al sur o al norte, unas veces se decía: desde allí hasta el Monte Verde, como si alguna vez esos bosques hubiesen dejado de ser verdes; y otros sin términos, como acontecía con los títulos de un tal Chomba, que bien analizados adjudicaban a su feliz poseedor el derecho a una ancha franja de terrenos que, partiendo de las aguas del seno de Reloncaví, terminaba, por modestia, en el desierto de Atacama."

En estas, circunstancias atracó en Corral, procedente de Hamburgo. el navio Hermann, después de cuatro meses de navegación, transportando a bordo 85 pasajeros alemanes, 10 de ellos mujeres y 5 niños.

Llegaron en calidad de comisión exploradora para saber hasta qué punto eran confiables los ofrecimientos que, a nombre del gobierno, hacía en Europa el activo Bernardo Philippi.
La mayor parte de los candidatos a colonos disponía de regular fortuna y algunos venían comisionados por compañías serias para proponer proyectos importantes de inmigración. Tanto fue así que Pérez debió responder por escrito a una serie de consultas:

1. ¿Qué medidas debe tomar el inmigrado para ser ciudadano chileno?
2. ¿Cuánto tiempo después de su llegada puede llegar a serlo?
3. ¿Tiene voto en las elecciones?
4. Habiendo algunos disidentes entre ellos, ¿se les obliga a abandonar la religión de sus padres?
5. Si disidentes ¿pueden casarse entre ellos?
6. ¿Qué tramitación deberá observarse para que el matrimonio pueda ser tenido por valedero y legal?
7. ¿Si los hijos de los disidentes se han de bautizar según lo prescribe la Iglesia Católica?
8. ¿Qué debe hacerse para que quede constancia de la legitimidad de los hijos en caso contrario?
9. Si la conveniencia de las colonias exigiese la formación de aldeas, ¿pueden esperar que recaiga en algunos de ellos el título de juez?
10. ¿Pueden ser enrolados en las guardias cívicas?
11. Al abrir caminos de conveniencia pública, ¿pueden contar con la cooperación del gobierno?
12. Los tratos y contratos celebrados por ellos en Alemania para cumplirse en Chile, ¿son firmes y valederos aquí?
13. ¿Cuál es el máximum y el mínimum del valor asignado a los terrenos fiscales?
14. Si compran terrenos a particulares ¿tendrán que pagar alcabala?
15. ¿Cuántas cuadras de tierra puede comprar al fisco cada colono?
16. ¿Si se les exige el dinero al contado?
17. Si al cabo del plazo no tuvieran cómo pagar, ¿se les recibe el interés corriente hasta que puedan hacerlo?

Después de escuchadas las respuestas de Vicente Pérez Rosales, que fueron oportunas en cada caso, se levantó el ex diputado prusiano Karl Anwandter en su calidad de portavoz del grupo y pronunció las siguientes palabras: "Seremos chilenos honrados y laboriosos como el que mas lo fuere. Unidos a las filas de nuestros nuevos compatriotas, defenderemos nuestro país adoptivo contra toda agresión extranjera con la decisión y la firmeza del hombre que defiende su patria, su familia y sus intereses".

Todo estaba muy bien, pero faltaban terrenos y la situación era urgente.

El Comandante general de armas de la provincia, Benjamín Viel, poseía la isla Teja, también llamada de Valcnzuela, situada en la confluencia de los ríos Callc-Callc y Cruces. AF constatar los apuros en que estaba el agente de colonización, donó al fisco su propiedad, donde se establecieron algunas familias.

Después llegó otro grupo de ciento dos emigrantes a bordo del buque Susana, que vino a aumentar las dificultades que estaba enfrentando Pérez.

Otros dos buques habían zarpado de Hamburgo, el San Pauli y el Adolfo, expedidos por la casa Godcfroi, repletos de esperanzados colonos como Schneider, Ebener, Decher, Kaiser, Ribbck, Hoffmann,
58

Haeberle, Rettig. Oettinger. Krtiger. Hornickcl y muchos más.

"Partí para Chile porque quería seguir siendo mi propio amo. Aquí tengo trabajo y el fruto de él me corresponde. No tengo que hacerlo bajo la dependencia, bajo las órdenes o por cuenta de otro", testimonió el artesano Johann Jakob Keller, después de desembarcar con su familia del Hennes.

Antes de iniciar una exploración al interior de Valdivia en busca de nuevos terrenos, Vicente Pérez Rosales recibió del Ministro Jerónimo Urmencta un oficio en el que decía que "habiendo sabido -con sentimiento- que en la provincia no se daba el trigo, creía llegado el caso de tomar medidas prudenciales para el traslado urgente de los inmigrados al territorio de Arauco. Eso significaba el fracaso del proyecto en Valdivia.

Partió apresuradamente Pérez, acompañado de Guillermo Fríck, pero no a la Araucania, sino a la aldea de La Unión, donde el Gobernador Euscbío Ríos le prestó excelente colaboración. Más reconfortado, continuó viaje a Osorno. Allí también encontró una actitud positiva y pudo adquirir terrenos a precio justo.

Entonces fue cuando Pérez Rosales dio una orden que en nuestros días parecería una locura: "En mi tránsito ofrecí al indio Pichi-Juan treinta pagas, que eran entonces treinta pesos fuertes, para que incendiase los bosques que mediaban entre Chancan y la cordillera".

El incendio duró tres meses, luego regresó a Valdivia a calmar el descontento que comenzó a apoderarse de los inmigrados, los cuales no sabían qué hacer en el provisorio alojamiento en que los había dejado.

Pérez bautizó la caleta de Octay con el nombre de Muñoz Gamero y resolvió algu-imperante. En La Unión, por ejemplo, se había perpetrado un acto brutal contra la honra de la esposa de un inmigrado, y en Osorno, el cadáver de un alemán sepultado con sus anillos de oro había sido exhumado y expuesto a la voracidad de los perros. Para remate, en Valdivia, un colono que acababa de construir su casa, fue asesinado a martillazos por uno de sus peones. Pérez Rosales no escatimó diligencias para evitar que tales desalentadoras noticias llegasen a su destino.

Hizo circular la noticia de que partía un buque a Europa y ofreció llevar toda la correspondencia al muelle, pero la dejó a buen resguardo en su escritorio.

El asesino fue detenido por la policía y condenado a muerte; el violador resultó ser alemán, y los indígenas autores de la exhumación fueron presos y castigados. La correspondencia ya pudo ser enviada a sus destinatarios conjuntamente con otras cartas en que los colonos alababan el celo de las autoridades chilenas.

Entre los meses de diciembre de 1850 y marzo de 1851. se habían levantado en Valdivia ocho casas de alemanes en sitios comprados a subidos precios y dos propiedades rurales, igualmente adquiridas al contado.

Don Vicente había viajado en el Meteoro al fondeadero de Callene!, nombre indígena del actual Puerto Montt, guiando a un grupo de colonos desembarcados en Corral. Las edades y situación civil de este grupo fueron las siguientes:

Hombres casados .................44
Mujeres casadas ..................43
Hombres solteros.................14
Mujeres solteras.................. 8
Hombres de 1 a 10 años ...........31
Mujeres de 1 a 10 años ............28
Hombres de 11 a 15 años ..........24
Mujeres de 11 a 15 años ...........20

Tañías mujeres y niños no podían permanecer en el inhóspito Melipulli y c! propio Pérez, al mando de una treintena de voluntarios, inició por tierra una expedición al lago Llanquihue, en busca de campos apropiados.Veamos su dramático relato:

"A cada rato se hacía alto para poderse contar, pues, cómo las ramazones que apartaba con esfuerzo el de adelanto se cerraban al momento tras él. parecía que cada uno marchaba solo por aquella selva. A la media hora de una marcha muy fatigosa, al practicar una nueva cuenta en un descanso, se notó con sorpresa primero y
59

después con espanto, que faltaban dos padres de familia, Líncke y Andrés Wehle, Se les llamó, se hizo varias veces fuego con las ramas que llevábamos, se mandó volver atrás para ver si a lo largo del sendero se encontraba ajgún rastro para socorrer a aquellos desventurados. En vano fue el mandar comisiones de hijos del país, halagados con ofrecimientos, en vano el disparar con frecuencia el cartón del Meteoro. todo fue inútil: ¡aquellos dos desgraciados habían desaparecido para siempre!"

Este relato de la penetración al sector del futuro popamiento revela la audacia de los colonos y su decisión a toda prueba.
He aquí algunos colonos con sus respectivas cabidas:




Cuando en noviembre de 1852 debía viajar urgentemente a la capital, Pérez Rosales dejó en su reemplazo al vecino Santiago Foltz, con instrucciones escritas de no detener el proceso, toda vez que los colonos seguían llegando.

Anotemos algunas de ellas para comprobar la puntillosidad de Pérez Rosales en todas sus acciones:
1. En San Carlos de Ancud hará presente estas instrucciones al señor Intendente y obrará según indicaciones.
2. Solicitará de dicho señor cartas para los gobernadores y justicia en tránsito, para que, sabedores de su importante comisión, le presten auxilios.
3. El señor Foltz pagará las provisiones que sea preciso adquirir para los emigrados que acompaña, así como las lanchas que la necesidad le obligue a emplear, debiendo ser muy cauto en todos los gastos que haya y documentarlos con exactitud.
4. Recibirá bajo su propio inventario los víveres y efectos en Melipulli. En este caso lleva orden para volver a San Carlos, desde donde en una lancha segura le serán remitidos a U. los efectos que expresa el artículo anterior.
5. Si, como es probable, se haya de fletar algún buque para facilitar el transporte de los emigrados hasta San Carlos, el señor Foltz en aquel lugar se pondrá de acuerdo con el señor Intendente y fletando las lanchas necesarias, procederá como se le ordena en el artículo anterior.
6. Reconocerá la casa que se ha mandado a construir en Melípulli y hallándola conforme con la contrata, cuya copia se adjunta, la recibirá, pagará su valor y colocará en ella el almacén de provisiones.
7. Del mismo modo reconocerá y hará reconocer la balandra construida en Llanquihue, conforme a la contrata que se acompaña y hallándose conforme, tomará posesión de ella y la pagará.
8. Suponiendo, lo que no se espera, que la Janequeo, por no ser posible entrar en Melipulli, recale en Calbuco, el comisionado, de acuerdo con el señor
60

Gobernador, hará que en lanchas seguras se lleven los inmigrados y sus efectos a su destino, a donde marchará con ellos.
9. En llegando allí, oirá al señor Geisse y de acuerdo con él tomará todas las medidas que crea necesarias al éxito de la empresa.
10. Se autoriza al comisionado para que contrate cuatro marineros y un patrón para la balandra de Llanqui-hue, procurando en esto como en todo, la economía. No se quiere que falte nada de lo esencial, pero tampoco se quiere que se desperdicie lo menor.
11. Desembarcados los efectos de los emigrados y el almacén, recorrerá ligeramente el trabajo en compañía del señor Geisse y vuelto a Melipullí me dará en una carta detallada todas las noticias que adquiera, y propondrá todos los medios que deban adoptarse para vencer algún tropiezo si, lo que no se espera, apareciese, y sin perder momento indicará al señor Comandante de la Janequeo, que ya puede dar a la vela.
12. Si el camino está en estado de correr carretas, dispondrá al momento que se trabajen de dos ruedas de una pieza, o bien, que se hagan de las rastras que se usan en Valdivia, o tomará alguna otra providencia para hacer llegar pronto el emigrado a la laguna, desde donde debe embarcarlo en la balandra y dirigirlo a su destino.
13. Dejará U. al emigrado la libertad de elegir el Norte o el Sur para cimentarse. A los que se decidan por el Norte, les hará aposentarse desde el puerto de Muñoz Camero para el Sur, siguiendo el litoral de la laguna al Occidente. A los que prefieran el Sur,principiará el repartimiento desde Puerto Varas para el río Maullín, siguiendo el litoral de la laguna. Es conveniente por ahora que no queden aislados.
14. A cada jefe do familia dará U. del almacén, provisiones bastantes para un mes, llevando de las provisiones almacenadas una cuenta prolija, para que sea presentada a su tiempo en la Contaduría General.
15. Si los inmigrados necesitan luego sus animales, dará U. aviso al señor Gucnthcr de Osorno, para que haga salir por tierra el número de bueyes y vacas que crea necesarios y se los reparte en la forma que hasta ahora se ha hecho aquí.
16. Dará U. a cada padre de familia 250 tablas de alerce y el número de clavos necesarios para su techo y se lo cargará todo al precio corriente.
17. De cuantos auxilios dé U. al emigrado, sacará recibidos y le dará un plazo de dos años para su devolución, bien sea en plata, o bien en las mismas especies.
18. Por la vía de Osorno cuidará U. de tenerme al corriente de todo lo que ocurra y de lo que le falte, procurando siempre que algo deba necesitarse, dar aviso con tiempo.
19. La balandra, cuando ya haya puesto a cada emigrado en su destino; le hará U. hacer viajes periódicos a los puertos del norte. Ella llevará y traerá por ahora, sin costo alguno, a quienes quieran ir y venir de Gamero a Varas. Sólo deberá el pasajero llevar su mantención.
Valdivia, noviembre 15 de 1852.

V, PÉREZ
Se reproducen a continuación dos notas firmadas por el Presidente Montt y el Ministro Varas, a través de las cuales se le fija un sueldo mensual de tres onzas de oro sellado a Santiago Foltz, y se dispone la cancelación de 14.100 tablas de alerce al chilote Manuel Mancilla.
61

Santiago, 25 de abril de 1853
Visto lo expuesto por el Agente de la colonización Don Vicente Pérez Rosales, vengo en decretar:

La tesorería de Chiloé abonará a Don Santiago Folz, como comisionado por el expresado Agente para hacer sus veces en el puerto Montt, el sueldo mensual de tres onzas de oro sellado.
Se le entregará asimismo el sueldo mensual de los empleados en la balandra del Estado en la laguna Lian* quihue, a razón de cuarenta pesos por cuatro marineros, i de veinte por el piloto.
Impútese este gasto a la partida 44 del presupuesto del Interior. Refúndase, tómese razón i comuniqúese.
Montt
Antonio Varas

Santiago, 28 de abril de 1853
En vista de lo expuesto por el Agente de la colonización Don Vicente Pérez Rosales en la nota que precede, vengo en recordar i decreto:
La tesorería de Chiloé abonará a Don Manuel Mancilla Velásquez la cantidad correspondiente a catorce mil cien tablas de alerce que, de orden de dicho Agente, debe entregar a los colonos, a razón de cuatro pesos el ciento.
El abono se hará en vista de los recibos de los colonos que presentare Velásquez, visados por el Agente.
Impútese este gasto a la partida 44 del presupuesto del Interior, Refréndese, tómese razón i comuniqúese.
Montt
Antonio Varas

Cuando regresó de Santiago el agente colonizador, encontró a su reemplazante en la cárcel de Calbuco, por orden del Gobernador Ricardes.
He aquí lo que relata el mismo Pérez Rosales:

"El gobernador de esta aldea, que especulaba en tablas como tantos otros, había ordenado al agente interino que le remitiese presos a los tableros que, por trabajar en los caminos de la colonia, no cumplían con los contratos que habían celebrado en Calbuco. Foltz contestó que en la colonia había jueces, y que sin el fallo de éstos no consentiría que se atropellase a unos camineros contratados por mí y que tantísima falta hacían donde estaban. Furioso el gobernador con esta negativa, seflaló al mismo Foltz un plazo perentorio para ponerse en su presencia y como ni esto pudo conseguir, le mandó arrestar con soldados y le encerró en la cárcel de Calbuco."

Esta es la nota enviada por el gobernador al inspector de policía:

"El inspector Toribio Pozo, en el momento que reciba esta orden, le ordenará al alemán Santiago Foltz que se embarque en la balandra que al efecto mando para traerlo, y si no quisiera obedecer o tratare de resistirle, léale Ud. esta orden a presencia de testigos y amonéstelo a que obedezca, pero si persistiese en no obedecer, entonces, con la gente que mando y Ud. mismo, procedan a tomarlo por fuerza y embarcarlo amarrado. Hágale saber allí que el gasto de traerlo tiene que pagarlo aquí. -Firmado- RICARDES."

Tantos problemas tuvo Pérez en terreno, especialmente con las autoridades políticas, que propuso al gobierno la creación de una autoridad más eficiente. El 27 de junio de 1853, el Presidente Montt decidió que era indispensable que los territorios de colonización se sujetaran durante los primeros años a un régimen especial; por eso decretó:

"Artículo 1o. Se erye en territorio de colonización, gobernado con dependencia directa del Presidente de la República, el de la laguna de Llanquihue".
El artículo 2o. se refería a los límites, que abarcaban desde Osomo a Puerto Montt.
62

"Artículo 3o. Este territorio será gobernado por un intendente de colonización, qué ejercerá dentro de él las funciones propias de los intendentes de provincias, en la parte en que tuvieren cabida, i que.como tal tendrá bajo sus órdenes todos los funcionarios que en él hubiere".

Es decir, se estableció en Chile el primer territorio de colonización, y su primer agrimensor fue el alemán Franz Geisse, futuro intendente, con asiento en la ciudad que se iba a fundar.

63

23. PRIMER TERRITORIO DE COLONIZACIÓN - PÉREZ ROSALES, CÓNSUL GENERAL EN EUROPA

Conjuntamente con la creación de la intendencia de colonización, se dispuso ese mismo día la fundación de Puerto Montt, con el nombre de Puerto Mclipulli. El decreto, después de señalar una serie de consideraciones, dispuso:
"Artículo Io. Fúndase la población en el lugar denominado Astillero de MelipullL Esta población será la cabecera del territorio de colonización de Llanquihue.
"Artículo 2o. Apruébase el plano que para la expresada población ha formado i presentado al gobierno el agente de colonización.
"Artículo 3o. El citado agente elegirá y reservará en ella los sitios que sean necesarios y que estén convenientemente situados para iglesia, casa de gobierno, cabildo, escuela, oficinas de hacienda, hospital, cuartel y cárcel.
"Artículo 4o. El agente procederá a dictar las providencias necesarias para la fundación i las que exija la regularidad y demás condiciones que deben consultarse en ella."

El lugar se llamaba Astilleros de Melipulli. porque los leñadores cortaban alerce y los terrenos estaban llenos de astillas. La actividad del agente fue permanente. Al día siguiente del decreto citado se dictó otro estableciendo infraestructuras básicas, pues tanto los colonos como los chilenos que con sus familias concurrían a la corta de madera en los bosques de Reloncaví, carecían de asistencia religiosa y de toda enseñanza. Por eso, el Presidente Montt puso a disposición los fondos para la inmediata construcción de una iglesia, una casa para el jefe de colonización, una escuela y una cárcel, entregando por Tesorería la suma de seis mil doscientos pesos.

Es muy difícil que alguna vez en Chile se hayan dispuesto en dos días tantas resoluciones referentes a poblamiento, como fueron las dictadas el 27 y 28 de junio de 1853.
Veamos este decreto del día 28, que dispuso medir los terrenos fiscales y establecer prácticamente un servicio de mensura.
"Art. 1o. Tan pronto como la estación lo permita, el ájente de colonización procederá a hacer fijar los linderos de los terrenos de pertenencia del Estado, que existan en el territorio de Llanquihue, con signos bien manifiestos i que no sea fácil quitar.
"Art. 2°. De los terrenos en que ya se hubiese hecho concesión a los colonos, se levantarán planos i se marcarán en ellos las hijuelas concedidas. Las concesiones posteriores serán marcadas en el mismo plano, í se anotará en la concesión el número con que la hijuela estuviese signada. Estos planos se conservarán por el tesorero de la colonia i se anotarán en ellos las hijuelas que se concedan, firmando el Intendente i Tesorero; i una copia se remitirá al fin de cada año al ministerio del Interior.
"Art. 3 o. Procédase a reconocer i levantar el plano jeneral de todos los terrenos del Estado que haya en el territorio de Llanquihue, ligando este plano al de todo el territorio.
"Art. 4o. El ájente destinará a estos trabajos los agrimensores de la colonia, i si fuere necesario, propondrá el aumento de éstos, así como la
63

adquisición de los instrumentos que hayan de usarse para las operaciones."
Ese mismo día, el Presidente Montt y el Ministro Varas, a través de otro decreto, dispusieron lo necesario para brindar ayuda en salud, aprovisionamiento, culto, obras públicas y auxilios en general.
Dos años después, un censo reveló la presencia de 3.579 chilenos y 247 emigrados en el territorio. Entre los primeros, sólo 872 personas sabían leer y escribir; entre los alemanes leían y escribían casi todos, con muy pocas excepciones.

El doctor Germán Schneider fue nombrado médico y ejerció su ministerio con eficiencia y sacrificio. Guillermo Frick Eltzc era doctorado en derecho y su hermano Ernesto, ingeniero. El doctor Francisco Fonck, llegado a Melipulli en 1854, y el agrimensor Fernando Hess, arribado dos años antes en el Australia, constituyen algunos de los eruditos colonos que tuvimos la suerte de recibir, al igual que Santiago Rcuter, Guillermo Teichelman, EnriqueLagreze y los hermanos Otto y Cari Harnecker. Otros ingenieros fueron Francisco Geisse, Enrique Siemsen y Augusto Eiscndecher.

En realidad, el impacto tecnológico y cultural de la colonización alemana fue mayor que la magnitud numérica de sus componentes. No sólo en Chile tuvo que afrontar malos ratos Vicente Pérez Rosales, sino también en Europa, cuando fue nombrado cónsul general en 1857. Publicó un excelente Ensayo sobre Chile, para dar a conocer las bondades de este suelo, que algunos calificaban como un "país del diablo, poblado por indios antropófagos y autoridades intolerantes".

Fue necesario entablar por la prensa frecuentes polémicas suscitadas por agentes de otros países o por colonos frustrados que habían regresado desencantados. Es conveniente recordar que los alemanes tuvieron pésimas experiencias en Costa Rica, Guatemala, Texas y especialmente, en Perú.

Lagreze y los hermanos Otto y Cari Harnecker. Otros ingenieros fueron Francisco Geisse, Enrique Siemsen y Augusto Eisendecher.

En realidad, el impacto tecnológico y cultural de la colonización alemana fue mayor que la magnitud numérica de sus componentes.

No sólo en Chile tuvo que afrontar malos ratos Vicente Pérez Rosales, sino también en Europa, cuando fue nombrado cónsul general en 1857. Publicó un excelente Ensayo sobre Chile, para dar a conocer las bondades de este suelo, que algunos calificaban como un "país del diablo, poblado por indios antropófagos y autoridades intolerantes".

Fue necesario entablar por la prensa frecuentes polémicas suscitadas por agentes de otros países o por colonos frustrados que habían regresado desencantados. Es conveniente recordar que los alemanes tuvieron pésimas experiencias en Costa Rica, Guatemala, Texas y especialmente, en Perú.

A un detractor que dijo que no podía vivir en Valdivia porque llovía mucho y la gente se ahogaba en los pantanos, Pérez le contestó: "Ha hecho Ud. bien en volverse, pues allá no necesitamos hombres que se pegan en el barro".

En Hamburgo, en Bremen, en Liverpool, en El Havre y en cuantos puertos los emigrantes adquirían sus pasajes, concurrían agentes especiales dispuestos a desanimarlos y atraerlos a sus propias oficinas. Así lo describió Vicente Pérez:

"El número de interesados que miraban de reojo mis propósitos, me parecía que crecía por momentos. Los Estados de la Unión Americana, el Quebec, el Brasil, el Cabo de Buena Esperanza y la Australia tenían sus agentes en Hamburgo, y éstos, sub-agentes en los puntos más importantes del interior de Alemania. El Brasil sólo tenía siete agentes especiales de colonización repartidos en varios pueblos, para proveer de brazos a Río de Janeiro, a Pernambuco, a Bahía, a Rio Grande del Sur, a Santa Catalina, a Victoria y Santos, nombres todos de colonias establecidas en esos lugares'*.
"Yo, solo, desconocido, sin más antecedentes favorables a mi misión que mi título de Cónsul general; sin conocimiento suficiente del idioma para poderme defender ni facultad para subvencionar periódicos que pudiesen abogar por mi país, me hubiera encontrado en una situación poco envidiable si el conocimiento que tenía del poder de los títulos honoríficos en la culta Europa no hubiese acudido a socorrerme. Conseguí del gobierno chileno que a mi título de Cónsul general en Hamburgo se agregasen los de igual clase en Prusia, en Dinamarca y en Hannover, y eligiendo enseguida entre las notabilidades científicas y mercantiles de los reinos mencionados aquéllas que me pare-rieron más a propósito para ayudarme, hice expedir a favor de cada una de ellas el nombramiento de Cónsul de Chile en el lugar de su respectiva residencia."64

24. SEGUNDO TERRITORIO DE COLONIZACIÓN. GENTE DE TRABAJO - TESTIMONIOS DE LA COLONIZACIÓN EN LLANQUIHUE - ESPLENDOR DE CONCEPCIÓN

A comienzos de junio de 1853, la colonia de Magallanes, que ya había sufrido el sangriento motín del oficial Cambiase, fue designada territorio de colonización.

Punta Arenas pasó a convertirse en puerto obligado de los buques que preferían la vía del estrecho al tormentoso cabo de Hornos. El incremento de la navegación aconsejó al gobierno promulgar una ley (6 de octubre de 1853), que benefició a los buques que transportaban emigrantes.

"Artículo 1o. Todo buque que condujere emigrados al territorio de colonización de Llanquihue, podrá tocar en el puerto de Melipulli en el seno de Rcloncavi, no obstante su procedencia directa del extranjero, i no estará obligado a pagar ningún derecho por anclaje o tonelada.

"Articulo 2o. Los buques que hubiesen introducido emigrados, podrán recibir carga de madera o frutos del país en el mismo puerto i exportarla o conducirla a otro puerto de la República abierto al comercio.

"Artículo 3o. El buque que hubiese introducido 60 o más emigrados, estará exento de pagar derechos por anclaje o tonelada en el puerto de la República en que tocare".

Entre tanto, en 1852 se había creado la provincia de Arauco, en cuya secretaría debían inscribirse las tierras adquiridas a los indígenas por compra o cualquier otra modalidad.

El gobierno dictó varias normas para evitar los engaños que se cometían con los mapuches en el otorgamiento de amplios poderes a terceros.

Algunos de estos vicios fueron corregidos por decreto en marzo de 1853, pero después fue preciso redactar otro más severo, destituyendo del cargo de procurador judicial a todo instigador o promotor de juicios contra indígenas.

La colonización en Llanquihue continuó con relativo éxito. Sin embargo, si se analiza el número de emigrantes llegados por año, las cifras resultan bastante modestas.



Según el cronista Emilio Held, en 1854 el colono José Gebauer instaló en su hijuela una herrería, pero además, resguardaba el camino entre Puerto Montt y Llan-quihue por diez pesos mensuales, acompañado de José María Burgos.

Otro colono, Felipe Werner, servía como vigilante o guardacaminos entre Puerto Varas y Puerto Montt, al mismo tiempo que junto con Fernando Hess, "envaralaba" parte del trayecto.

Maximiliano Günther, inspector del distrito de Puerto Varas, representó a la intendencia el apremiante estado en que se hallaban algunos colonos por falta de trigo y harina. El Intendente Francisco Geisse, que había reemplazado a Pérez, contestó enérgicamente:

"Con sentimiento ha visto esta intendencia que la mayor parte de los colonos de este distrito no ha trabajado como es debido, descansando en la confianza de que la intendencia les suministraría víveres siempre que se lo pidiesen".

Después de hacerles ver que los pobladores de Maullín. con terrenos mucho más malos, se las estaban arreglando perfectamente, les notificó que la autoridad no entregaría socorro alguno, salvo desgracia manifiesta.

Los progresos materiales de la colonia fueron notorios. A mediados de 1854 estaban terminadas las casas del gobierno, del hospital, de la escuela e iniciadas las de la cárcel y la iglesia.
65

Ya vimos cómo Vicente Pérez Rosales fue designado agente de colonización en Hamburgo, el 28 de marzo de 1855. Antes de abandonar sus labores, dejó a su reemplazante prolijas instrucciones como era su costumbre.

Esta debe haber sido la última visión de Rosales antes de su partida a Europa:
"Se ven a cada cinco cuadras dos bonitas casas, una frente a la otra, en uno y otro lado del camino. Cinco cuadras es el frente de cada propiedad rural, y cada una constituye con sus edificios habitables, sus graneros, sus establos, jardines, arboledas, potreros y sembrados, máquinas agrícolas, conservatorios y talleres de alguna industria especial, un completo aunque modesto establecimiento agrícola, en el cual muchos de nuestros opulentos hacendados tendrían algo que aprender.

"Ciento cuarenta hijuelas de cien cuadras cada una y dieciocho de a cincuenta rodean al norte, parte del sur y todo el poniente del hermoso lago Llanquihue que, bajo una forma bastante regular, cuenta como unas cuarenta leguas de circunferencia; y en las fértiles márgenes del Chamiza, cuyos caprichosos bajos se prolongan más de una legua mar adentro, se encuentran también, de cinco en cinco cuadras, quince preciosas hijuelas, cuyos embarcaderos fluviales los tienen en las mismas casas.

"Cada uno de los predios rústicos de la colonia sólo se distingue de los demás en el ejercicio de alguna industria nueva, a la cual se presta la naturaleza del suelo, o en el grado de riqueza o de saber del colono que lo posee."
Atrás debe haber quedado para él, el recuerdo de las últimas actas de posesión, como la que reproducimos a continuación:

REPÚBLICA DE CHILE COLONIZACIÓN

Vicente Pérez Rosales, agente de las colonias en el sur de la República: en uso de la facultad que me confiere el supremo decreto de 6 de febrero de 1851, dono al colono Juana Rosina Bicbrach treinta y seis cuadras de tierra en el lugar denominado Sección 2a y que bajo el Núm. 24 se encuentran demarcadas en el mapa del distrito de la Ia subdelcgación del departamento de Llanquihue en la provincia de Llanquihue.

Para que el colono agraciado o quien le represente pueda gozar de las exenciones y privilegios que la ley de 18 de noviembre de 1845 le concede, deberá observar i cumplir las siguientes obligaciones:

1o Residir o trabajar por sí o apoderado en el fundo que se le adjudique.
2o Poner el terreno en estado de cultivo en el término de seis arios.
3o No podrá enajenar su propiedad sin haber edificado en ella i tenerla debidamente cerrada. I para que ahora y siempre se halla i tenga al citado colono doña Juana Rosina Biebrach por legítimo dueño del terreno que comprende el número 24 ya designado, le otorgo el presente testimonio en Puerto Montt a 23 de febrero de 1855. Vicente Pérez Rosales.

Se dio posesión de los terrenos que expresa el presente testimonio, el día 28 de febrero de 1855. Testigo, el ingeniero agrimensor de la colonia José Dechcr. Testigo, Adolfo Schott.

En 1860 estaba de regreso en Chile sin haber logrado crear la poderosa corriente de emigrantes que el Presidente Manuel Montt deseaba.

Fue nombrado intendente de Concepción. Su corazón, sin embargo, estaba más al sur, y en 1876 fue elegido senador por la provincia de Llanquihue. Desde el Senado insistió en la conveniencia de la colonización, y a su iniciativa se debe en gran parte que el gobierno del Presidente Santa María trajera grupos de vascos y suizos a los territorios anteriormente ocupados por grupos de araucanos.

El artífice de la colonización expiró el 6 de septiembre de 1886.

El Intendente de Llanquihue Francisco Geisse fue reemplazado poco después por Juan Blest, quien renunció y fue, a su vez, reemplazado por Manuel Mancilla Velásquez, el mismo vendedor de tablas de alerce que vimos en páginas anteriores.

Las primeras parcelas se entregaron gratis, pero las que se concedieron después de 1855 costaron un peso la cuadra. En octubre de ese año desembarcaron en Corral, del velero Reiherstieg, las familias Kaschel, Neumann, Kuschel, Njklits-chek y otras que fueron ubicadas en el sector del actual Frutillar, entonces una selva impenetrable. Fue notable el empuje de esta última familia encabezada por Teodor Niklitschek.

La segunda generación produjo ochenta y dos descendientes, la mayoría de relevante figuración en el comercio, la industria, la educación y la iglesia.

Según el historiador Julio Heisse González, nuestra clase media se empezó a formar a fines del periodo de la Independencia.

Ese grupo de laboriosos burgueses se vio reforzado por algunos ingleses y norteamericanos establecidos en Valparaíso y luego, con inmigrantes alemanes, italianos, yugoslavos y españoles que se radicaron en distintas regiones y lo hicieron a través de diversos sistemas. Estos inmigrantes desvinculados de la aristocracia local se incorporaron en su totalidad a la clase media. En general, fueron pequeños y medianos comerciantes, agricultores o industriales, en oposición al chileno que, por regla general, integró la burocracia fiscal y particular.

Varias respetables familias chilenas de la región de Coquimbo descienden de soldados realistas, prisioneros de Chacabuco y Maipú, que fueron confinados a Copiapó y Vallenar. Algunas señas permanecen también en la localidad de Caleu, vecina a Til-Til.

Los extranjeros representaron un aporte de selección, porque en nuestro país no hubo inmigración proletaria, tan abundante en Norteamérica y en los países sudamericanos del Atlántico. Seguramente influyeron la distancia y el costo de los pasajes.

Aquí llegaron técnicos y artesanos con algún pequeño capital y bastante cultura. Entre los mil setecientos quince alemanes que se radicaron en Valdivia, Osorno y Puerto Montt, por ejemplo, se contaron:


"Algunos burgueses", señala el historiador Jean-Pierre Blancpain, "por propia iniciativa tuvieron la precaución de aprender oficios manuales". Cita el caso de Gideon Schwarzenberg que, siendo administrador comercial, aprendió carpintería y herrería, mientras su hermano Adolfo Emilio, químico, se hizo tonelero.

Otro colono relató a su madre: "Un trabajador se gana bien el sustento si es carpintero, herrero, mueblista, sastre o zapatero".

Sin embargo, entre esos inmigrantes hubo médicos como Francisco Fonck y Carlos Martin, farmacéuticos como Carlos Anwandter y Eduardo Matthei y abogados, como Jorge Meyer y E.F. Beuerlein.

Entre los británicos también hubo médicos, como Jorge Edwards, establecido en La Serena; Tomás Armstrong, que llegó a Chile en 1831. y el irlandés Guillermo Blest, establecido en Santiago.

En 1827 llegaron comerciantes de la talla de Jorge Lyon Thomas, que empezó como empleado de la firma Portales, Cea y Compañía; David Ross, establecido en La Serena en 1822; José o Josué Waddington, que en 1817 fundó la casa comercial portería Waddington, Templeman y Cía.;
67

Eduardo Mac Clure, radicado en 1830 con una tienda de géneros, y Ricardo F. Pnce, que empezó en el comercio para dedicarse más adelante a la agricultura. En calidad de oficinistas llegaron a Valparaíso los ingleses Enrique Budge, Tomás Eastman y Enrique Mac Iver. En el puerto también se estableció el comerciante norteamericano Julio Milford Foster. Entre los franceses figuraron los apellidos Cousiflo. Subcrcaseaux y otros que ya vimos, sin contar un gran número de italianos y vascos.

Entre los suizos destacaron el naturalista Jean Jacques Tschudi (1838). que efectuó sus investigaciones en San Carlos de Ancud, y el pastelero Johann Christian Kuesch, que se radicó dos años más larde en la capital; pero el primero de todos fue el industria] textil Hans Jakob Heytz que en 1806 levantó su fábrica en la calle de la Ollería, actual Avenida Portugal.

Algunos mineros y banqueros de fortuna, como Pascual Baburízza. Juan A. Smilmans, Agustín Kdwards Ross, Vicente Subercaseaux terminaron dedicándose a la agricultura. En 1856 se autorizó a los extranjeros avecindados en Llanquihue a naturalizarse mediante una declaración jurada ante el intendente. La municipalidad se estableció al año siguiente y tomó a cargo esa importante tarea. En los vapores Grasbroock. César y Helena llegaron el 27 de septiembre de ese año los colonos:
«Federico Augusto Viertel, Jorge Brandau, José Resczynsky, Ernesto Augusto, Bcndix Martin Gaedicke, Federico Ellwanger, Augusto Tehrmann, Carlos Preusse, Cristian Crosche, Juan Schade, Juan Cristian Nannig, Francisco Klenner, José Palme Jacobo Brugger, Julio Drexler, José Hechenleitner, Cristian Niepel, Juan Sunkel, Florencio Haase, Martín Richter, Cristian Winkler, Cristóbal Pabst, Germán Brandau, Pablo Sclunidt, Justo Schmidt, Adán Schmidt, Wencesalao Galle, Pablo Blackert, Juan Siehl, Federico Sangmeister, Jacobo Siebald, Jorge Bomscheuer, Conrado Wetzel, José Rotter, Juan Enrique Dausel, Julio Niepel, Augusto Mücke, Cristian Scheel, Ernesto Valentín Enrique Wittwer, Francisco Wittwer, Cristóbal Schellhase, Guillermo Einfalt, Federico Ulm, Sebastián Eisele, Francisco de Sales, Setz Osear Finsterbusch, Luis Bawlitza, Alberto Briebach»

En el vapor A Ifred arribaron el 22 de diciembre de ese mismo año, los colonos:
«Fernando Schaffartzik, Jacobo Brussing, Augusto Püschel, José Püschel, Julio Conrad, Carlos Fiedler, Samuel Schwabe, Carlos Wcsicrmeyer, Carlos Federico Wolf, Carlos Augusto Michael, Juan Cristian Berndt ,Augusto Willer, Ernesto Rehn, Juan Gebauer, Gustavo Kellcr Juan Swatosch, Wenceslao Tauschek, José Sturz, Augusto Sube, Juan Samuel Mehring, Samuel Gerstmann, Fernando Schliebener, Enrique Wahl, Ludolfo Dórge, Gustavo Arnecker, Antonio Gebauer, Guillermo Püschel, Andrés Reimann, Fernando Fehrmann, Godofredo Yunge, Francisco Stoip, J. Teófilo Richter, Juan Cristian Lange, Carlos Binner, Guillermo Wolf, Luis Marquardt, Augusto Dieckmann, Wenceslao Benesch, Ernesto Trautmann, Guillermo Berkhoff , Eduardo Mangelsdorf , Juan Schncider.»

A bordo del vapor Wandrahm, el 13 de febrero de 1857, llegaron a Puerto Montt los siguientes jefes de grupos familiares:

«Andrés Bauermeister, Jorge Klein, Martín Soldán, Carlos Enrique Schmidt, Conrado Horchler, Juan Dielz, Godofredo Minte, Juan Cristian Schroder, Juan Federico Viehmeister, Juan Daniel Faust, Federico Francke, Francisco Stockebrandt, Federico Dóblin, Carlos Daniel Reppin, Federico Grothe, Andrés Smolaretzky, Sebastián Wybranietz ,José Juraschek, Juan GodofredoWellmann, Carlos A. Lorenz Enrique Ochs, Simón Wuttke, Conrado Sprenger , Daniel Stange, Juan Teófilo Bitterlich, Enrique Hillmann.»
En 1858 continuaron llegando familias. Podemos anotar las que siguen, que
68

arribaron probablemente en los últimos meses:
Jorge Augusto Schenke, Enrique Ditzel, Alberto GJ.Krefft, Federico Krefft, Miguel Krause, Miguel Prill, Juan Leichtle José Schmeisser, Wendelin Próschle, Tomás Kappers, Vicente Mühlbeyer, Carlos Reiche, Catalina Schneider, Enrique Gocke Juan Enrique Battesch, Juan Samuel Mehring,

Por decreto del 31 de marzo de 1860 se había declarado que, para el efecto de exención de impuestos, sólo los emigrantes avecindados en Llanquihue eran colonos. Esta declaración afectó especialmente a los pobladores de Valdivia, quienes hicieron público su malestar, de modo que a fines de ese mismo año se dictaminó que la gente llegada a Valdivia igualmente celebrara un contrato con un agente acreditado por el gobierno y, por lo tanto, fueran colonos.

Al año siguiente se declaró exentos de impuestos a quienes debieron mudarse a otros predios por haber recibido tierras inadecuadas.

En el anuario de la Liga Chileno-Alemana de 1917 se puede leer este testimonio de la dama Siebald de Michael, que estimamos conveniente reproducir:

"Durante el año 1856 llegué con mis padres y muchos otros emigrantes. No fuimos los primeros, porque en los tres años anteriores, muchas familias alemanas ya se habían instalado en la ribera del lago, en gran parte venidas a través de Puerto Montt y los menos, por la vía Valdivia-Osorno.

'Puerto Montt no era otra cosa que un predio pantanoso de junquillos y malezas, en que se fabricaban tejuelas de alerce provenientes de trozos de árboles.

"Entremedio raleaban chozas de los chilotes, y algunas casas empezadas por alemanes que aquí determinaron construir sus habitaciones y vivir del comercio con los insulares. En medio de este estado de cosas empezaba la impenetrable selva virgen en lo alto de las colinas. Desde esta parte había que transitar a pie, llevar las camas, utensilios de casa y víveres al hombro, por un angosto sendero pantanoso a Puerto Varas. Uno tenía que ir detrás del otro, y ante ellos se cerraba la ramazón de la selva, a veces tan tupida que no dejaba pasar un rayo de sol. Sobre los peores hoyos pantanosos había ramas cortadas; cualquier paso dado en falso, uno se hundía hasta la rodilla en el fango. Las fosas y ríos había que vadearlos. En los ríos se habían colocado trozos de madera de extremo a extremo, sobre los cuales durante el invierno, con los ríos colmados, había que alcanzar la otra orilla resbalándose sobre los palos.

"Cuántas veces tuvo que viajar nuestro honorable médico, Franz Fonck, por este camino para llegar donde estaban sus enfermos de la colonia, mi colonia, como cariñosamente se expresaba, guiando el caballo de la rienda a través de los pantanos resbalosos y ríos colmados por las lluvias.

"Dos días se ocupaban hasta llegar a Puerto Varas, un trecho que en los días de hoy, un caminero sobre camino enripiado ocupa cómodamente cuatro horas. Puerto Varas era entonces hasta la ribera misma una ensenada boscosa situada en el rincón sur del lago. En ese bosque los recién llegados, con ayuda del hacha abrieron algunos claros; pero casi no lograban dominar la inmensa selva de los alrededores. Los claros obtenidos en la limpieza eran suelos excepcionales, si bien es cierto, las modestísimas casitas instaladas le daban un cuadro más agradable.

"Después de un corto descanso nos embarcamos junto con otros colonos en una pequeña balandra bautizándola los alemanes como Frau Landrat. Navegamos hasta Punta Larga (Lange Spitze) cerca de Frutillar, donde fuimos desembarcados. Posteriormente empezó la colonización en los alrededores de Puerto Varas.
69

"Al igual que todos los inmigrantes, también a nosotros nos entregaron la chacra en la ribera del lago, enfrente donde quedaron mis padres.

"Era selva virgen en donde nunca había talado el hacha, y nunca había sido pisada por ser viviente.

"Los días venideros transcurrían; había que subir a la parte alta los utensilios de casa, trasladarlos al bosque, y con ayuda de algunas docenas de tablillas de alerce y ramas construir un refugio contra las inclemencias del tiempo.

"Entonces empezó el duro trabajo; con ayuda del hacha había que derribar los gigantescos árboles, uno tras otro. Durante largos meses, el eco de los hachazos resonó sin descanso en el bosque, y cada vez que caía un gigante de la selva, aparentaba el ruido de un trueno. De izquierda a derecha se mantenía el mismo golpeteo, el mismo tronar, una vez más cerca, luego más lejos. En todas partes estaban activas las manos para abrirse paso y obtener pampas y suelos para la agricultura. Naturalmente, el Estado se preocupó durante un año por nuestra mantención, pero para el segundo año no tuvimos esperanza de ayuda. Se trataba de que había que ayudarse y trabajar. Los buenos deseos estaban de todas partes, muchas familias no lo lograron, y cuando el segundo año se atrasaron las cosechas, empezaron las dificultades.

"Era pleno verano cuando llegamos; la primavera se despedía ante el trabajo obligado, cuando el padre, la madre y las hermanas mayores obtuvieron el reducido ''claro", arrancado al bosque virgen, éste era lamentablemente pequeño. Y todavía estaba muy lejos de ser un campo; era por sobre todo un enredo de ramas, ganchos y hojas. Cuando el sol del verano secó el follaje, se le prendió fuego al roce; hubo llamas tan altas como una casa y mucho humo, pero sólo las hojas secas y las ramas delgadas se quemaban. Las ramas más grandes y los ganchos gruesos quedaban intactos. Entonces empezaba un fatigoso y duro trabajo; los ganchos y ramas restantes había que destrozarlos con el hacha, amontonarlos y quemarlos, pero la madera verde con resina no se quemaba. Los ganchos más grandes quedaban en el terreno.

"Mientras tanto había empezado el invierno, hasta que por fin los primeros granos fueron guardados en las piezas, junto al gualato y demás herramientas que pudieron traerse. Así empezaba y terminaba el aflo, siempre el mismo duro trabajo. Pulgada tras pulgada, y pie tras pie se le arrancó a la selva el suelo cultivable.

"Se podían obtener por intermedio del Estado vacunos de crianza, pagando con dinero para quien haya tenido medios de traerlos de su patria. Como elemento de ayuda se tomaban trabajadores de Chiloé; era difícil hacerse entender con ellos, ya que ninguno de nosotros dominaba el castellano. A veces se llegaba a los más graciosos malentendidos, pero al final resultaba. Con gestos y signos se empezaba a entenderse, la cosecha era contabilizada con piedrecitas. Con la moneda, como el Peso, la Chaucha y el Real, como medio, cuarto y centavo, se contabilizaba según el porte de las piedras. Luego después, los colonos de una parte y los nativos de la otra, habían aprendido tantas expresiones que les fue un medio útil que obtuvieron para entenderse.

"La administración de los alimentos por intermedio del Estado era escasa. No sólo la provisión de víveres era desordenada, proporcionada por intermedio de la balandra, la que debía estar atenida a las condiciones climáticas. A menudo los alimentos se echaban a perder y no eran aprovechables, debido también a que el confiado proveedor, sensiblemente un alemán, ofrecía mercadería barata e inservible, obteniendo un remanente que iba a parar a sus bolsillos.
"Entonces, papá se propuso ir a Puerto Montt por el angosto sendero, y cargaba a sus espaldas los alimentos,
70

llegando después de varios días de viaje. Lo mismo sucedió a todos los colonos."Sus propias espaldas fueron por muchos años el medio de transporte, debido a que los caballos no podían alimentarse de hojas de quila, como en el caso de los vacunos. Cuando el gobierno suspendió la ayuda en el segundo acto, la situación se agravó. Con los escasos frutos cosechados por los colonos había que ajustarse muy económicamente para el sustento; con el cocinar había que ir por lo económico. Las vacas, por sí mismas, buscaban en el bosque su alimento; mediante su leche, en la primavera y el verano proporcionaban una buena ayuda.

"Alguna que otra vez se accidentaba una vaca, y entre los terneros barría el puma. Si bien es cierto, había en Puerto Montt algunas casas comerciales alemanas, éstas no aceptaban vender a crédito aunque hubieran sido algunas libras de sal. De esta manera tuvimos que saborear nuestras comidas sin sal. Había poco para comer, se estaba mal vestido, y permanentemente había que afrontar el duro y más duro trabajo. Esa era la suerte de todos los colonos establecidos, hasta que pudieron cosechar tanto, que el interrogante de la alimentación quedó atrás.

"Los niños en verdad no conocieron el hambre, pero sí nuestros padres que al masticar sintieron lo que significaba privarse. El interrogante para vestirse era solucionado por el mismo colono; tampoco había dinero que alguien prestara; de tal manera tuvieron que buscar forma de ayudarse mutuamente. Se sembraba semilla de lino, la que después de ser cosechada, su fibra se hilaba. Algunos tejedores fabricaban su telar y tejían el hilado para género. Más tarde también se agregaba la lana a esta industria doméstica; se tejía en días de lluvia.

'Todo lo que faltaba a los colonos, ellos se lo proporcionaban, hasta los botones de madera; de todas maneras había que comprar algunas cosas. Para ganarse las necesarias monedas, los padres enviaban a sus hijas a Puerto Montt al servicio doméstico. Tan luego que empezó el comercio de compraventa con los insulares, los dueños de casa estaban necesitados de su ayuda. Otras iban a Osorno a ganar dinero. Las niñas llevaban su cama a sus espaldas y se iban de a pie por la selva, solas, sin compañía, ya que nadie tenía tiempo de acompañarlas, porque el tiempo valía más que el dinero, lo que significaba pan. Cuánto miedo tuvimos que soportar, es indescriptible. Sucedió más de una vez que niñas fueron violadas y muertas por vagabundos. Por entonces tuvimos me-jores derechos de justicia comparado con lo que es hoy en día. Ningún asesinato o crimen quedaba impune, para lo cual el castigo venía en el acto. En contadas semanas el criminal era detenido, condenado y puesto a la pared. Las leyes jurídicas eran draconianas; en el caso, por ejemplo, de heridas sangrantes producidas por un latigazo propinado, se castigaba con un año de cárcel o se era enviado a la casa correccional.

"Cuando el territorio de colonización de Llanquihue estaba subordinado a la provincia de Valdivia, por entonces ahí existía una colonia penal, adonde los malvados del norte del país eran desterrados; para el caso había leyes determinantes.

"Por más de una década los colonos trabajaron duramente; sea que las madres tenían que amamantar o no, ellas tenían que ir al campo y al bosque a trabajar para que la familia no padeciera hambre. Cuando la situación principiaba a mejorarse, nunca se privaban de colaboración en el trabajo. Para estar enfermo no había tiempo.

"Cuando el ganado vacuno por fin se multiplicó, significó una entrada de dinero; en cambio, la fruta del campo no tenía venta porque no había comprador. La mantequilla era
71

cargada y vendida por libras, por contados centavos, al destinatario. En la mayoría de los casos no había venta; un colono que en vano había golpeado las puertas de casa en casa, cansado al final la tiró a la puerta de un panadero para no regresar con ella. Con los huevos y otros productos sucedía lo mismo; esta situación mejoró en la década de 1870.

"A fines del siglo, el señor Heinrich Wiederhold de Osorno construyó una fábrica de charqui de carne de vacuno, con la cual todos los años proveía a la colonia del lago. Trigo hubo hasta fines del siglo y era barato, solamente se ocupaba en las destilerías de licores.

"Con la llegada de la compraventa de animales se progresó; de esta manera, el mantenimiento de la colonia se encontraba en lo sucesivo asegurado.

"Nuestra primera casa habitación fue una rancha techada con tejuelas y ramas en medio de la selva, bajo árboles cuyas copas, a nosotros» los niños, nos parecía que alcanzaban las nubes.

"Cuando tenían que soportar los muchos temporales de viento del norte que aquí nos empujaban, era como que la selva se viniera encima. Ganchos quebrados caían al suelo y árboles eran arrancados de raíz; eso era verdaderamente espantoso, principalmente en las noches. Nosotros rezábamos a Dios a cada instante, para que la dislocación de un gancho o la caída de un árbol no nos matara.

"Uno de nuestros vecinos, que construyó su casita de madera, perdió todos sus haberes, motivado por la caída de un gigantesco árbol que aplastó la vivienda con todo lo que tenía adentro.

"La unión entre los colonos en la pena y la alegría, en la necesidad y en la muerte era muy conocida, con algunas excepciones. Uno ayudaba al otro y lo acompañaba en la mejor forma que podía.

"La gente tenía que trabajar duramente y sufrir necesidades, de modo que no había tiempo para pensar en discusiones y riflas; pero cuando se presentaba una sería pelea, o hubiera algún hombre deshonrado entre ellos, éste tenía el destino de sufrir el desprecio, lo cual en muchos casos lo forzaba a emigrar".
(Traducido por Enrique Kinzel)

Veamos estos recuerdos de la viuda Schmidt, quien llegó en el Susanne al puerto de Corral a fines de 1852, con su padre Karl Bittner:

"El 10 de enero del año siguiente continuaron navegando en el Infatigable y la Janequeo. Después de una borrascosa travesía llegaron con las velas rotas al puerto de Ancud. En el Infatigable venía una reducida cantidad de colonos; del Victoria eran Mardorf, Ochs, Siebert, Bittner, Meschner y Nettig. Siguió el peregrinaje en dos lanchas al Astillero de Melipulli, junto con José Gebauer, quien había quedado rezagado durante seis semanas.

"En los primeros meses tuvieron que quedarse en Melipulli. Al no encontrar cabida para pernoctar en la caserna o casa grande, se arreglaron con improvisadas mediaguas. Mardorf, Ochs y Siebert acamparon bajo carpas. Como era verano, la vida transcurría apacible, a pesar de algunos chubascos.

"Había una cantidad de cajas y cajones que cada una de las familias trajo consigo: vestidos, batería de cocina, semillas para granos y verduras, herramientas, etc.. Todo había que ordenarlo, revisarlo, limpiarlo y protegerlo contra el deterioro. Las mujeres se preocupaban del lavado y de cocinar, los hombres empezaban a martillear y carpinterear; ayudaban en acondicionar los caminos hacia la laguna y exploraban los alrededores en que se instalarían sus futuros hogares. En una de esas excursiones, Lincke y Waehle se internaron en la selva virgen cerca de Totoral y desaparecieron para siempre.
72

"El 6 de abril de 1853, el carpintero Karl Fuenfach se ahogó al cruzar el río Maullín.
"Durante los meses de verano, como todos los años, se había reunido gran cantidad de trabajadores en el Astillero de Melipulli, como asimismo de comerciantes venidos desde Calbu-co y Chiloé, atraídos por la novedad de los colonos recién llegados. También hacían su visita muchos habitantes de las islas vecinas. En esta forma los colonos tuvieron oportunidad de conocer poco a poco a los nativos, al entrar en relaciones con los niños y adultos, conocer su idioma y costumbres."

Hasta aquí vamos a dejar estos recuerdos de la señora Schmidt, pues en breve Iodo cambió.

En 1864, en el territorio de Llan-quihue vivían 262 familias alemanas que agrupaban a 1.500 personas.
Algunas familias prefirieron, en vez del lago, las orillas del Reloncaví, Piedra Azul, Piedra Blanca, Ilque, Quellaipe. Otras, las de los ríos Chamiza y Coihuín, acercándose al lago Chapo.

En general, los colonos saldaron sus deudas con el gobierno y los pocos morosos, unos ochenta, fueron favorecidos por una ley de condonación en 1886.

En 1885, Puerto Varas tenía un club alemán presidido por Ferdinand von Bischoffshausen, preservador de la ecología zonal. Ya entonces empezaron a ser famosos los rosales de la ciudad.

En marzo de 1894 se eligieron los primeros concejales de Puerto Varas, cargos que recayeron en Willibald Klenner, Antonio Kahler, Luis Niklitschek, Enrique Wiehoff, Hermann Schwerter, José Bittner, Cristian Nannig, Hermán Winkler y Anselmo Burgos. Si no fuera por este último, podría decirse que se trataba de una alcaldía teutona.

Puerto Varas fue elevada al rango de villa mucho más tarde, por decreto del 30 de octubre de 1897, firmado por el Presidente Federico Errázuriz Echaurren:

"Vista la presente solicitud del Senador don Ramón Ricardo Rosas, en que pide se conceda e! título de villa a la población de Puerto Varas, ubicada en el departamento de Llan-quihue y teniendo presente el desarrollo alcanzado por esa población, decreto: concédese el título de villa a la referida población de Puerto Varas."

La comuna de Frutillar fue establecida en 1894 y su primer alcalde fue Luis Niklitschek Stara.

En 1856 y 1857 llegó gente entremezclada de Hessen, Suabia, Brandeburgo y Silesia. Finalmente, de enero de 1862 a febrero de 1864, arribaron contingentes católicos, en particular de Westfalia. La reanudación de la emigración con posterioridad a 1870 vino de los Sudetes.

De febrero de 1872 a agosto de 1875, unos cuatrocientos austríacos abordaron el San Francisco, el Ceres y el Etienne y luego, los vapores Luxor y Kosmos, para desembarcar en Puerto Montt y dirigirse a Nueva Braunau, a cierta distancia del lago Llanquihue, cuyas riberas ya estaban ocupadas.

La economía europea en general se había consolidado y había entrado a regir la sociedad industrial, en desmedro de la antigua estructura agraria. Países como Suiza, Alemania, Francia e Italia aceleraron su desarrollo industrial y sobre este fundamento se puede explicar la resolución tomada por muchos emigrantes campesinos que no se adaptaron a esos rápidos cambios.

El académico Fernando Campos Harriet cuenta en su Historia de Concepción que, el auge del comercio naviero a mediados del siglo pasado levantó a Talca-huano y enriqueció a Concepción, convirtiéndolos en una gran estación de entrada de! tráfico marítimo europeo. A la actividad particular que empujaron hombres

como el exportador de trigo Juan Bautista Harriet Rodríguez (1851-1900), sucedieron las firmas mayoristas inglesas y norteamericanas que vendían maquinaria
73