1. Vicente Pérez Rosales y la Colonización del lago Llanquihue
Valdivia era un territorio inhóspito, donde los fenómenos climáticos hacían muy dificultoso su poblamiento. Era una zona que se encontraba rodeada de selvas y bosques, sus suelos eran fértiles y sus bosques inagotables los que hacían de este territorio un lugar en el cual se podrían obtener un sin fin de riquezas beneficiosas para el progreso del país. Poco a poco empezaron a nacer proyectos privados de inmigración de europeos hacía estas zonas, sin embargo, ninguna obtuvo el resultado propuesto, quedando solamente en proyectos ambiguos que no eran llevado a cabo. Colonizar el territorio con extranjeros era una idea ambiciosa y provechosa, ya que, estos nuevos asentamientos implicarían la industrialización del país y, los nuevos pobladores traerían modernos métodos para la agricultura chilena.
Es así como gracias a Philippi, se dio impulso a la colonización con inmigrantes alemanes.
Este personaje después de presentar muchos proyectos al Congreso sin obtener resultados concretos, logró en 1845 que se aprobara la ley que regularía la inmigración hacia Chile, sobre el particular Vicente Perez Rosales manifiesta: “señalado, de tiempo atrás, el elemento extranjero como el más poderoso i rápido auxiliar de cuantos pudieran encontrarse, para satisfacer la necesidad de aumentar nuestra población i con ella el prestigio i la riqueza de la república, cupo al gobierno del ilustre jeneral Búlnes la honra de iniciar los medios de atraer hacia Chile tan codiciado bien con la publicación de la lei del 18 de noviembre de 1845”. [1]
Como se puede apreciar, la inmigración de extranjeros hacía Chile tenía dos objetivos principales: el primero era aumentar la población del territorio nacional, sin embargo, este acrecentamiento estaba asociado con el segundo objetivo; el prestigio y riqueza de la república. La colonización tenía que ser una empresa estratégica, los nuevos pobladores serían personas eficientes que impulsaran al desarrollo del país. Este decreto fijaba con fundamentos respecto de la forma en que hay que recibir, hospedar y fomentar en una colonia ese elemento de vida y progreso, sentando las bases del proceso de Colonización estatal.
Autorizó al presidente de la república a utilizar seis mil cuadras de terrenos baldíos para establecer en ellos colonias de nacionales y extranjeros. Este reglamento regía desde las zonas situadas entre la ciudad de Copiapó y el rio Biobío; no obstante, se trajo inmigrantes que eran en gran mayoría agricultores centrándose la corriente migratoria en la zona sur de nuestro país. El 27 de Julio de 1948, Philippi fue nombrado agente de Colonización de Chile en Alemania. Este personaje tenía la misión de contratar entre 180 a 200 familias católicas para colonizar, Valdivia, Osorno y la Unión. Por otra parte, era de suma importancia que hubiera un encargado de recibir a los colonos cuando llegaran al país, este cargo se le otorgó a Vicente Pérez Rosales quien sería el agente de Colonización en Valdivia. Con todo esto, se puede constatar que la empresa de colonización se veía bastante seria y organizada, estos ilustres impulsores serán la clave para poblar los territorios del sur de Chile e industrializar nuestro país. Cabe destacar que hasta este minuto Chile no contaba con una oficina de Colonización, la cual fue creada en 1888 como lo vimos anteriormente. El merito de estos personajes es aún mayor, ya que, tenían a su cargo casi la totalidad del funcionamiento de esta empresa migratoria.
Para Vicente Perez Rosales el haber obtenido este cargo fue una verdadera sorpresa, sin darse cuenta se encontraba en una expedición por las navegables aguas de Valdivia, con el fin de encontrar el lugar más apto para asentar a esta población de alemanes que estaba pronta a llegar.
El agente describe este hecho de la siguiente manera: “a los catorce días de mi entrevista con el Ministro del Interior Antonio Varas, provisto del título de Agente de Colonización, navegaba yo en demanda de Valdivia, para dirijir a nombre del Gobierno, los trabajos coloniales en aquella lejana provincia, donde por instante se esperaban espediciones de emigrados alemanes”[2]
El primer tramo de inmigrantes partió desde Hamburgo en 1849, sin embargo, cabe preguntarse ¿Cuáles eran los motivos de estos individuos para migrar al sur de nuestro territorio?
Sin duda muchas personas a lo largo de la historia tienen que haberse hecho esta pregunta, ya que, viajar desde tan lejos a una zona inhóspita y desconocida era un hecho bastante singular.
Para ellos, Chile era un país lejano, poblado por indios desconocidos e incivilizados, sin embargo, todas estas dificultades no serán obstáculos para los alemanes quienes con su espíritu emprendedor llegaron a este país que a mediados del siglo XIX era casi inexistente para ellos.
En la década de 1820 en Alemania se vivió un proceso de industrialización que trajo grandes problemas para una parte de la población, ya que, la industria textil liquidó la manufactura doméstica. Este hecho trajo como consecuencia que muchas personas quedaran sin trabajo, numerosos campesinos se quedaron sin su pequeña industria. La miseria en que se encontraban los obligó a dejar sus terrenos en el campo, emigrando a la ciudad u otros centros urbanos con el afán de encontrar un trabajo para poder subsistir. Sin embargo, las distintas urbes no dieron abasto para recibir a esta cantidad de inmigrantes, produciéndose un excedente de mano de obra.
Una gran masa de población vivía en condiciones de verdadera miseria, sus salarios eran muy bajos, teniendo que trabajar hasta 14 horas diarias para poder subsistir: “La crisis económica y la turbulencia política que afectaron a las regiones alemanas a mitades del siglo XIX alentaron una masiva emigración hacia América y otros destinos” [3]
Mediante la cita anteriormente expuesta se puede apreciar las causas que se produjeron para que muchos nativos partieran a estos territorios extraños de América. A la crisis económica y social hay que sumarle el factor político, un descontento que llegó a tal punto que en 1848 estalló en Alemania la revolución, que si bien fracasó (en la mayoría de los Estados los príncipes reestablecieron su poder absoluto) los males económicos y políticos siguieron subsistiendo. Los nativos de diferentes zonas alemanas veían como única salida la migración hacía América, principalmente hacia Brasil y Chile.
Los primeros emigrantes partieron de Hamburgo en 1849. A este puerto llegaron variadas familias que partirían en un largo viaje hasta estas tierras. El primer problema que se produjo cuando arribó al país este grupo de alemanes, fue que no se encontraba en el territorio de Colonización ni un pedazo de tierra que no fuera reconocido por un imaginario dueño. Estos territorios que se encontraban despoblados durante siglos, al momento de la llegada de los extranjeros, muchos chilenos decidieron ocuparlos, creyéndose dueños de aquel vasto terreno del Estado. Los vecinos de estas provincias no estaban de acuerdo con la colonización extranjera, la veían como un serio peligro para la tranquilidad y las costumbres chilenas. Perez Rosales describe este hecho de la siguiente manera: “la colonización era profundamente antipática al país, pues chocaba con todas sus tradiciones i católicas (….) durante muchos años los chilenos miraron con desconfianza la instalación de extranjeros i de disidentes en el estremo sur de la República”[4]
Pérez Rosales estaba confiado en que la inmigración de los alemanes traería el progreso a nuestro país. Sin embargo, las cosas no eran tan fáciles, los extranjeros estaban pronto a arribar y no había donde instalarlos. El gobierno chileno, les había prometido cuantiosas tierras a su llegada, la situación era realmente catastrófica y desesperante. En estas circunstancias llegó la barca Hermann con 85 alemanes: 70 hombres, 10 mujeres y 5 niños. Después de un largo viaje que duró aproximadamente 120 días, los alemanes llegaban a habitar el territorio de Valdivia, zona en la cual no había terrenos habitables.
Estos primeros inmigrantes viajaron a Chile para ver cuáles eran realmente las condiciones que había en este país, sí los ofrecimientos del Estado eran verdaderos y sí valía realmente la pena residir en el otro lado del mundo. Vicente Perez Rosales describe la llegada de estos extranjeros de la siguiente forma:
“a su llegada dispuse en seguida que se les mandasen algunos refrescos,
les señale las habitaciones que provisoriamente debían ocupar, i después
de haberlo dejado sumamente recomendado a las autoridades del Corral,
partí para Valdivia, previniéndoles, que siendo mi cargo especial el de ser
intérprete de sus necesidades en la provincia debían siempre dirigirse con
La primera impresión de estos extranjeros era que el gobierno chileno no había cumplido su compromiso de entregar los predios prometidos. Sin embargo, se puede ver la profesionalidad con que Perez Rosales hacía su trabajo, queriendo recibir a los inmigrantes de la mejor manera posible. Nada podía fallar, la empresa colonizadora tenía que empezar a dar frutos.
De esta forma, el Agente viajó a Valdivia en busca de tierras aptas para el asentamiento alemán. En esta provincia ocurriría un hecho milagroso un anciano llamado Benjamín Viel, vendió a precios módicos hijuelas para cada familia de extranjeros, con este episodio Pérez Rosales pudo salir de esta situación tan bochornosa, describiendo esta situación de la siguiente forma: “Viel, impuesto de cuanto ocurría, como pudiera haberlo hecho el mejor i más patriota de los chilenos, no titubeo en ceder a su patria adoptiva el derecho de una propiedad que proporcionaba a él i a sus hijos el goce de una modesta pero segura subsistencia: i con ese acto de jeneroso desprendimiento, salvó la situación”[6].
Gracias a este personaje, Vicente Pérez Rosales pudo estar en paz durante algunos días, sin embargo, esto no terminaba aquí. Estos asentamientos eran solamente provisorios, había que buscar un lugar donde forjar la colonia alemana de forma definitiva. Poco a poco, se empezó a ver el descontento por parte de los inmigrados, quienes querían instalarse en sus propios terrenos para trabajar la agricultura o levantar sus pequeñas industrias. Después de muchas expediciones, donde Rosales recorrió los bosques y selvas de los territorios inhóspitos, encontró terrenos baldíos en Osorno y la Unión donde los repartió produciéndose un gran contento en la Colonia. Sin embargo, el asentamiento definitivo se efectuará en el Lago Llanquihue. Vicente Pérez Rosales, luego de un extenso estudio sobre esta zona, que implicó creación de planos, demarcaciones de los límites del territorio y la tala de algunos bosques que impedían el asentamiento humano, instaló a las primeras familias de colonos alemanes. El número de personas instaladas ascendió a los 212 habitantes, 44 matrimonios y alrededor de unos 100 niños.
Estas cifras nos demuestran que no solamente eran los hombres los que venían a trabajar a estas zonas, sino que los inmigrantes viajaban con sus esposas e hijos, venían a formar una vida en el territorio nacional, la mayoría de las veces para no volver nunca más a su país de origen. Por medio de este mapa se puede ver el territorio de Valdivia en 1852:
El agente de colonización pese a todas las dificultades existentes logró el asentamiento de la colonia alemana en el lago Llanquihue. Cada vez más eran los inmigrantes que llegaban a esta zona, la empresa de colonización estaba dando frutos y el país se enriquecía de manera abismantes. El gobierno presionaba a Philippi para que mandara cada vez más alemanes a habitar estas zonas: “para complicar aún más la situación, el Ministro Antonio Varas se quejaba en un discurso antes las cámaras, por el bajo número de colonos remitidos desde Alemania, reconociendo la importante labor de difusión que el Agente de Colonización había realizado”[7].
Pérez Rosales, al darse cuenta que esta empresa estaba cumpliendo con todas las expectativas señaladas, decidió El inaugurar la colonia de Llanquihue, el 12 de febrero de 1853, estableciendo como centro a este establecimiento, la ciudad de puerto Montt. Este hito es muy importante, los alemanes empezaban a sentir este territorio como propio, sus raíces se estaban empezando a arraigar en la laguna, donde día a día llegaban inmigrantes a habitarla.
Al llegar Philippi a Chile fue nombrado gobernador de Magallanes y en su reemplazo fue a don Vicente Pérez Rosales a quien se le adjudicó el puesto de Agente de Colonización en Hamburgo el 13 de marzo de 1855. En este país este personaje siguió la labor empezada años antes por Philippi difundiendo las ventajas del territorio chileno e incentivando a los nativos a viajar a esta zona. Uno de sus logros más grandes fue escribir variados ensayos y artículos periodísticos sobre Chile como una forma de difundir la realidad de este territorio.
Ya en el año 1860 se puede apreciar que el número de inmigrados alcanzaba solamente una decepcionante cifra de 1300 personas, sin embargo, estos pocos individuos han servido para producir un aumento en los negocios y un incremento en las industrias. La poderosa corriente de inmigración pese a los esfuerzos del presidente Montt, nunca se logró realizar. Los inmigrantes siguieron llegando a nuestro país, de forma irregular y descontinúa. Por otra parte, muchos europeos se encontraban arruinados siendo imposible contar con los medios para viajar a este territorio: “desgraciadamente carecen de recursos bastante para realizar el viaje en familia a la que no pueden o quieren abandonar”. Si el Estado Chileno hubiese destinado más recursos a la empresa colonizadora, para los inmigrantes hubiera sido más fácil el traslado hacia Chile.
Cabe destacar la obra realizada por Philippi y Vicente Pérez Rosales en el territorio nacional, gracias a estas figuras, nuestro país logró ser reconocidos en el exterior habilitando provechosas zonas para el asentamiento de europeos.
En el territorio de Magallanes llegó a establecerse una coloniza suiza sin lograr asentarse definitivamente en esta zona. En este estudio no se va ahondar en la provincia de Magallanes, sin embargo, es necesario afirmar que este territorio es clave para el país; el desarrollo de las industrias especialmente relacionados con la madera, incita al Estado chileno para fomentar la colonización tanto de extranjeros como de nacionales. Este hecho se puede comprobar por medio de la ley creada en 1892 que dice lo siguiente: “Considerando, finalmente que el territorio de Magallanes, la Tierra del Fuego i las islas adyacentes, se hallan en condiciones excepcionalmente propicias para el desarrollo de industrias i cultivos, i que no es posible demorar por más tiempo una lei general que regularice la colonización de este territorio”[9]
Se puede ver la importancia que tuvo la colonización tanto de nacionales como de extranjeros para el desarrollo del sur de nuestro país, gracias al poblamiento de estas zonas selváticas, salvajes e inhóspitas, se pudo efectuar la industrialización del campo chileno. Los diferentes métodos y herramientas que trajeron los europeos hicieron de Chile un país moderno y prospero, donde sus campos y cultivos se encontraban en manos de personas emprendedoras que sacaban el mayor provecho posible de los terrenos.
[1] Perez Rosales Vicente, Colonia de Llanquihue, su origen, estado actual y medios de impulsar su progreso, La libertad, Santiago, Mayo de 1870
[2] Pérez Rosales Vicente, recuerdos del pasado 1814-1869, Gutemberg, Santiago de Chile 1886, pág 316.
[3] Memorias de una Hazaña, 50 años de la colonización alemana en Chile Pág 11.
[4] Pérez Rosales Vicente, recuerdos del pasado 1814-1869, Gutemberg, Santiago de Chile 1886, pág 14
[5] Op cit, Pág 36
[6] Perez Rosales Vicente, recuerdos del pasado 1814-1869, Gutemberg, Santiago de Chile 1886, pág 14.
[7] Duchens Bobadilla, Myriam, Europeos para Chile: la reactivación de la política de colonización y el trabajo de los Agentes en Europa 1881-1886, tesis para optar al grado de Licenciatura, 1995 Pág 19
[9] Archivo Histórico Nacional, Estudio sobre inmigración, Colonización y tierras fiscales, 16 de enero de 1892