El sistema político que maneja el país y la ciudad de Santiago en la década de 1830 se enmarca en un autoritarismo centralista, que se establece al instalarse la República Conservadora. “El triunfo de la coalición conservadora en la batalla de Lircay (cuyo gran artífice es Diego Portales), el 16 de abril de 1830, cerró un ciclo de inestabilidad política y marcó el comienzo de la República Autoritaria Conservadora […] en ella la hegemonía de los terratenientes, la burguesía comercial de Santiago y la región central se ejerció de manera excluyente, quedando marginados del bloque dominante los sectores populares y los incipientes grupos medios.” [1]33
Según Sergio Grez, esta política emanada desde los grupos oficiales marcó la instancia para disciplinar al bajo pueblo por medio de un proyecto conservador y autoritario en lo político; y liberal y mercantilista en lo económico, produciéndose una re-estructuración en la forma de gobernar la sociedad, que va desde formas laborales que afirmen el sistema de acumulación mercantilista que se desea imponer, hasta la imposición de un discurso cuyos preceptos se basan en la religión católica, esperando no tan solo cambiar las relaciones laborales sino también controlar todos los aspectos de la sociedad.
Según Sergio Grez, esta política emanada desde los grupos oficiales marcó la instancia para disciplinar al bajo pueblo por medio de un proyecto conservador y autoritario en lo político; y liberal y mercantilista en lo económico, produciéndose una re-estructuración en la forma de gobernar la sociedad, que va desde formas laborales que afirmen el sistema de acumulación mercantilista que se desea imponer, hasta la imposición de un discurso cuyos preceptos se basan en la religión católica, esperando no tan solo cambiar las relaciones laborales sino también controlar todos los aspectos de la sociedad.
En relación a lo económico el sistema portaliano establece una economía que generaba la dependencia de Chile al comercio global, intentando “reconquistar para Chile un puesto en el mercado global imponiendo el proyecto de desarrollo de los grandes mercaderes que no era el de los campesinos, mineros o comunidades locales.”[2] 34 Implicando lo anterior que nuestro país nunca lograra por si sólo desarrollar de forma independiente una economía sólida. “El mercado interno no logro nunca, entre 1680 y 1873, autonomizarse y convertirse por si mismo en motor de desarrollo.” [3]35 Entre 1800 y 1830 Chile no se pudo orientar hacia el capitalismo industrial, debido a que las manufacturas europeas habían descendido en precio en nuestro mercado, las que eran intercambiadas por cobre y plata. Por tanto se produce una dependencia entre nuestro país y el mercado extranjero, lo que origina que la economía local de los sectores populares pierda toda autonomía frente al mercado internacional. Instalando un sistema económico que no desarrollaba la industria, ni permitía las autonomías locales, en tanto se dedicaba a la venta de materias primas manejadas por el monopolio mercantil y a la exportación de productos que podrían haber sido generados por el pueblo de nuestra ciudad. Esto generó para el sector popular, posibilidades laborales precarias, “la oferta de trabajo asalariado moderno (es decir en condiciones del capitalismo industrial madura) fue escasa e inestable. De mucho mayor volumen fue, en cambio, la oferta de trabajo asalariado premoderno, de tipo peonal. Es decir: un trabajo a contrata y nominalmente asalariado, pero premecánico, frecuentemente forzado, casi siempre transitorio que a menudo implicaba cautiverio, sujeto a castigos físicos, y cuyo salario era regularmente sustituido por deudas insaldables o raciones alimenticias o dinero de almacén monopólico. La dominante oligarquía mercantil-patronal definió el contrato de peonaje como una forma laboral óptima (para su forma de acumulación), de modo que era la única racional de ofrecer.”[4] 36
Ahora bien, “la consolidación del proyecto oligárquico pasaba por una modificación más profunda que los cambios en las relaciones laborales. Su objetivo final era civilizar la sociedad y esto incluía el progreso moral e intelectual de los sectores populares.” [5]37
Desarrollando un disciplinamiento hacia todos los aspectos del sector popular a fin de que esté dispuesto a trabajar cuando el sistema lo requiera, queriendo que los habitantes vivan subordinados al sistema estatal para afianzar la acumulación mercantilista. [6] 38 Para ello uno de los principales objetivos del Gobierno Portaliano fue vigilar y regular las diversas actividades de la ciudadanía por medio de la totalitaria administración pública de cada localidad, según lo argumenta Gabriel Salazar: “El Régimen Portaliano se caracterizó desde su fundación en 1830 hasta avanzado el siglo XX, por el autoritarismo local de los intendentes, gobernadores, subdelegados e inspectores, que a menudo llegó a ser más drástico que el gobierno central.” 39 [7] Con el propósito de desarrollar un progreso económico en el país, necesitarán una mano de obra disponible y subordinarada, esto conlleva a que los gobiernos locales, con la excusa de mejorar el orden social realicen peticiones de seguridad y mayor resguardo policial para fortalecer la administración judicial y policial, frente al crecimiento constante, en el periodo portaliano, de las acciones delictuales:
[Oficio del Ministerio del interior al Gob. Departamental]
“Si la actividad y perseverancia con que la policía persigue a los malvados fueran suficientes pa minorar los delitos muy raros serian aquellos de que la capital tuviera; pero desafortunadamente es insignificante la aprehension de los malevolos a ella no se sigue el castigo del crimen. Sean cuales fueran las causas que ocacionan la infracción de las leyes penales las consecuencias que prodigan son siempre funestas desde que se sabe que los hombres solo son buenos por necesidad, los codigos penales pueden decirse que son el principio vital de las sociedades humanas su objeto es satisfacer la vindicta pública y ofrecer al mismo tiempo escarmentos saludables que reformen a los del camino del crimen, y que contenga a otras de entrar en el, por consiguiente si su funcion se suspende el cuerpo social pierde su equilibrio el codigo se convierte en un ente quimérico y la multiplicación de los delitos es resultado infalible. Tal es el estado actual de la capital de la republica el que firma desconoce las causas productoras de este fenómeno pero su repetición es demasiado funesta para no fijar su atención.” [8]
De igual forma para disciplinar al sector peonal se establece una ley de cárceles en junio de 1843, la cual señala en sus primeros tres artículos lo siguiente:
“Art. Nº1: Se construirá una cárcel penitenciaria en las inmediaciones de Santiago […] cuya cárcel deberá regirse por los reglamentos que el gobierno forme para su buen régimen administrativo.
Art. Nº2: El sistema que en esta prisión deberá adaptarse ha de ser de reclusión solitaria en las horas destinadas al sueño y al alimento, y de reunión de los presos unicamente para intrusiones primarias y religiosas.
Art. Nº3: El edificio ocupará un espacio suficiente para contener hasta 400 celdas.” 4[9]
[1] Grez, Sergio. De la regeneración de pueblo a la huelga general...” Op. Cit. P.221
[2] Salazar Gabriel y Pinto Julio “Historia contemporánea de Chile. Estado, legitimidad y ciudadanía. Tomo I” Ed. LOM. Santiago.1999 p.132
[3] Salazar, Gabriel. “Historia de la acumulación capitalista en Chile.”. Ed. Lom. Santiago. 2003 p.60
[6] El disciplinamiento desarrollado por la república conservadora y la resistencia de los sectores populares a esta será abordado en el capítulo dos de nuestra investigación.
[7] Salazar Gabriel, “Construcción de Estado en Chile (1760-1860). Democracia de los pueblos. Militarismo ciudadano. Golpismo oligárquico”. Editorial sudamericana. Santiago. 2005. p.378
[8] Archivo Ministerio del Interior (de aquí en adelante A.M.I.S) V.130. Oficio enviado al Ministro de Estado. Stgo. Julio 12 1832
[9] Ley del Régimen penitenciario en Chile. En Cavieres, Eduardo. “Aislar el cuerpo, Sanar el alma. El régimen penitenciario en Chile. 1843-1928”. En: Ibero-Amerikanische Archivo. Jahrgarg.1995 p. 309.