Wednesday, May 26, 2010

EL CAMINO A OSORNO. Walter Hanisch.

Título
La isla de Chiloé, capitana de rutas australes
Autor
Walter Hanisch
Editor
Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago, 1982
N.º de páginas
266 páginas

pp. 156 a 168. 

EL CAMINO A OSORNO

El camino de Chiloé a Valdivia venía a aliviar parcialmente el aislamiento, porque la comunicación más eficaz habría sido vincularlo directamente con Concepción. En el siglo XVIII la Junta de Poblaciones contribuyó en forma extraordinaria a la multiplicación de las ciudades en toda la extensión del país. El problema de las ciudades destruidas en el siglo XVI estaba todavía vivo, porque fuera de Valdivia, las demás, Osorno, Villarrica, Santa Cruz de Loyola, Imperial y Angol, continuaban destruidas, a pesar de algún esfuerzo por restaurarías como en el caso de Angol. La Junta de Poblaciones resolvió repoblar Osorno para abrir la comunicación entre Chiloé y Valdivia a través de las tierras de los indios cuneos, que se oponían, previo informe del gobernador y cabildo de Chiloé sobre seis puntos:

¿En qué paraje ponerla: en la costa o más hacia la cordillera para resguardarla   del  enemigo   de   Europa?
¿Qué número de familias podrían salir de Chiloé para poblarse en Osorno voluntariamente? Para esto convendría convocar a cabildo abierto a todos los vecinos, dándoles a conocer que a cada poblador se le dría solar para casa, chacra y estancia, proporcionada a sus necesidades.
Si la empresa debe ser militar, ¿bastarían las fuerzas de Chiloé o sería  necesario que las de Valdivia contribuyeran hasta Río Bueno?
¿Si sería conveniente fundar otra ciudad al norte de Río Bueno, frente a Osorno?
¿Cómo se podría asegurar el camino y la comunicación y comercio con las   provincias  vecinas,  librando su   tránsito de   riesgos   de   indios?

Firma el gobernador Domingo Ortiz de Rozas, el 11 de diciembre de 1752.

El 3 de febrero de 1753 el gobernador de Chiloé, Antonio N. de Santa María, convocó a cabildo abierto a los señores Ignacio Vargas, corregidor de la ciudad de Castro; José Díaz, alcalde ordinario; a los (p.155)
regidores Juan de Loaysa y Fernando Gómez y cuatro cabildantes más, que presentaron su opinión por escrito:
La ciudad debería fundarse en el mismo sitio para restaurar el honor de las armas españolas agraviadas tanto tiempo por el infiel, aunque sería necesario hacer un fortín en la boca del Río Bueno, donde acogerse en caso de ataque y desde el cual comunicarse con Chiloé con piraguas.

De Chiloé podrían salir a poblarse en Osorno unas cuatrocientas familias.

A la empresa hay que partir con las armas en la mano por la ferocidad de los cuneos y su odio a los españoles: "para cuya empresa no hay en esta provincia otras armas que nuestros pechos, los que ofrecemos de nuevo para conseguir el expresado fin", siendo necesario, concluyen, que se les provea de municiones y armas ofensivas. Y creen conveniente   que  salga  de   Valdivia  un  destacamento volante  para  que sirva de freno al enemigo por la otra banda de  Rio  Bueno.

En cuanto a la otra población, al frente, en Río Bueno, no pueden responder hasta conocer el sitio.

En Chiloé hay familias suficientes para poblar en Río Bueno, pero, agregan, que abierto el camino de Osorno, "será necesario el rigor de la justicia para que no se despueble la provincia".

Al fin dicen que nada puede efectuarse en la población y camino, si el Rey no paga cuatrocientas plazas, al menos por veinticinco años, mientras se someten los indios, y estas plazas podrían ser las cuatrocientas familias. En cuanto a la apertura del camino a través de una gruesa montaña, se obligan a hacerlo a su costa, contribuyendo con víveres para la gente pobre.

El 5 de febrero de 1753 concurrieron a cabildo abierto en la Casa Diputada los señores eclesiásticos: el cura de Chacao, Dr. Pascual Ruiz; c] P. Fray Marcelino Narváez de la Merced; el P. Antonio Fridl, Rector del   Colegio de Castro,  y  todos estuvieron de  acuerdo con   el   parecer del cabildo. El mismo día informan los vecinos feudatarios del cuerpo militar de la provincia, de acuerdo con el cabildo, y son el maestre de campo Mateo Abraham Evrard, el capitán de infantería Bartolomé Carrillo, e! capitán Bernardo Cruzat, el teniente de caballería Isidro de Vera, el teniente de caballería Alonso Pascual Marín y el alférez de infantería Martín López de Gamboa, y responden a los seis puntos consultados. Y al día siguiente escribieron al gobernador del Reino, Domingo Ortiz de Rozas, en el sentido indicado[1] 179.  pp.156

AMAT INTENTA ABRIR EL CAMINO A OSORNO
DESDE SUS EXTREMOS

Cuenta Carvallo y Goyeneche que Amat se propuso la idea de descubrir la arruinada ciudad de Osorno y abrir las comunicaciones entre Valdivia y Chiloé. Decidió una doble expedición, la una desde Valdivia, a cargo del teniente coronel don Juan Antonio Garretón, aragonés, sargento mayor de la plaza de Valdivia, y la otra mandada por el gobernador de Chiloé, Antonio Narciso de Santa María. Ordenó a Santa María que en enero de 1759 fuese a reunirse con Garretón en la parcialidad de Puracaví, distrito de la antigua Osorno, que ya tenía también la orden de marchar al mismo sitio desde Valdivia. La orden llegó a Chiloé con seis meses de atraso, y Santa María nada supo de la operación conjunta.

Garretón salió de Valdivia en diciembre de 1758 con cien hombres de tropa veterana y treinta de milicias. Para proteger la retirada de este cuerpo de tropa, mandó el gobernador hacer un fuerte en Huequecura entre los ríos Angachilla y Río Bueno, que puso a las órdenes de Francisco de Luque. Garretón se estableció en la orilla norte del Río Bueno, en la parcialidad del cacique Inayau, que con trescientos indios escogidos era aliado de los españoles. Para aguardar a Santa María delineó un fortín de campaña dedicado a San Fernando, y también para asegurar el paso del río por esta parte. Llegaron, entonces, Paidil y Catillanca, caciques de la parcialidad de Puracaví, para ofrecer paso franco por sus tierras a los españoles y cumplimentarlos por su llegada, pero en realidad iban a reconocer las fuerzas españolas y preparar un ataque con conocimiento de las fuerzas españolas y de sus posiciones en el lugar. Garretón no se dejó engañar y por eso estaba prevenido, cuando esa noche le atacaron con cuatro mil indios, que lucharon hasta  el   amanecer  y   se   retiraron  con   pérdida   de   quinientos  noventa de los suyos. Por un herido se supo que todavía tenían tres mil hombres de reserva y que estas fuerzas eran las de todas las parcialidades de Río Bueno, Osorno y Cuneo hasta Chiloé. Informado el gobernador de Valdivia, envió refuerzos, pero en la junta de guerra, por emulación, dice Carvallo, hubo quien propusiera la retirada del escuadrón y la destrucción de los fuertes de Huequecura y San Fernando, Se aprobó y se dio orden a Garretón de abandonar la empresa. Este resistió, porque lo había ordenado el Gobernador del Reino, a quien, incluso, suponía en viaje a Osorno. Pero el gobernador de Valdivia sostuvo su opinión y la retirada se verificó el 17 de febrero de 1759. Se frustró la expedición, que sin duda se habría logrado su fin ese verano y pagó esta resolución el cacique Inayau, porque a los cuatro días Paidil y Catillanca pasaron el Río Bueno con un grueso escuadrón y una, madrugada le asesinaron en su choza y pasaron a cuchillo toda la parcialidad aliada   de   los españoles. (p.157)

Esta operación demostró que aún no estaba preparado  el terreno para resucitar a Osorno[2] .

OTRA  VEZ SOBRE EL  CAMINO DE  OSORNO

El Gobernador y Capitán General del Reino de Chile, en auto fechado en Santiago a 10 de octubre de 1763, ordenó al gobernador de Chiloé que remitiera a la Capitanía General las órdenes generales que tuviera para la apertura del camino de Osorno y el dictamen para justificarlo de los oficiales de su comando, del cabildo de la ciudad de Castro y los principales vecinos de Castro y Chacao, señalando la facilidad de la empresa de desalojar y dejar libre de indios el camino de Chiloé a Osorno.

El 15 de marzo de 1764 el gobernador de Chiloé, Juan Antonio Carretón, convocó al cabildo y principales vecinos para que de común acuerdo dijeran por qué se habían obligado a prometer en febrero de 1753 hacerse cargo de la apertura del camino de Osorno, utilidades y alivio que podían resultar en beneficio de la provincia de Chiloé en lo espiritual y temporal y todo lo que pareciera convenir al asunto. Y el mismo día citó a una reunión fijada para el 26 de marzo en las casas de su  morada, en Chacao, a los militares.

Ambas reuniones se verificaron, la del cabildo el 20 de marzo, y la de los oficiales el 26, como estaba acordado. Ambas reuniones contestaron al gobernador por escrito lo que se pedía, y su pensamiento fue el siguiente: el cabildo dice que habiendo permitido el rey que se abriera el camino, reduciendo a los indios cuneos, y que siendo el proyecto tan importante para la provincia de Chiloé, ellos habían prometido hacerlo a su costa, poniendo peones, víveres y demás cosas necesarias, con tal que el rey cooperase en la forma pedida, para resguardo de sus personas y vidas. Añade que nada se puede hacer en razón de la escasez de recursos que se siente en la provincia por la falta de navíos. Sin el auxilio de Su Majestad sólo habría pérdida de vidas sacrificadas a manos de los indios. Y si los indios están de guerra habría que hacerlo con las armas en la mano, y en Chiloé no hay ni fusiles, ni pólvora, ni balas. Y termina el documento del cabildo manteniendo la promesa de 1753 en la misma forma. Los oficiales en su respuesta insisten en el interés para la provincia por el aislamiento en que viven, llegando los navíos una vez al año y a veces pasan más sin que se les vea. Consideran que la expansión de la población de Chiloé debería verificarse hacia el norte por el camino de Osorno, que por él podrían acudir a centros donde poder trabajar; en  suma,  aislamiento,  crecimiento demográfico y falta de trabajo. Por eso también están por la  afirmativa y mantienen la promesa de 1753[3]
(pp158)

CASTELBLANCO Y EL CAMINO DE OSORNO POR EL MAR

El Gobernador de Chiloé, Manuel de Castelblanco, en carta de 7 de enero de 1767, informa al Presidente del Reino, Antonio Guill y Gonzaga sobre todo lo referente al camino de Osorno, porque éste, como sus antecesores en el cargo, volvía a interesarse en el tema. Castelblanco le envía lo que sobre el camino habían escrito los gobernadores de Chiloé, Antonio N. de Santa María y Juan Antonio Garretón, y agrega que las mismas ideas mantienen hasta su tiempo los moradores de Chiloé. Y concluye con la iniciativa, que ha tomado de intentar el camino por mar y por Río Bueno hasta Osorno, y dice: "pareciéndome que por mar se pueden investigar mejor los secretos de esa tierra, dirijo una piragua a Río Bueno para que se inquiera lo que condujese a este fin y espero noticiarlo a Vuestra Señoría por ser lo único que conceptúo necesario y que podré añadir a los citados informes".

Más expresivo resulta el gobernador de Chiloé en su carta de 21 de marzo de 1767: "Anhelando a dar cumplimiento a la orden de Vuestra Señoría sobre que informase por donde fuese más fácil intentar la apertura de camino para la antigua despoblada ciudad de Osorno, y desde allí a la plaza de Valdivia, cuyo proyecto ha promovido nuevamente el celo de Vuestra Señoría, he informado que por las fronteras de Maullín y partido de Carelmapu se han hecho en otros tiempos varias tentativas sobre este asunto, sin que hayan producido efecto favorable, discurrí que permitiendo el Río Bueno entrada, se allanarían las dificultades que hasta ahora se ofrecían. Y en este asunto resolví habilitar una piragua, que fuese a este reconocimiento, lo que se ejecutó el día 19 del pasado mes de febrero que salió de este puerto encargado de esta diligencia el alférez reformado Juan Antonio de Olavarría, quien llevó las instrucciones convenientes con todo lo demás necesario para el viaje. Pero no habiendo regresado hasta lo presente me deja con el desconsuelo de no poder anticipar la  noticia,  y con el cuidado por no saber su paradero; aunque conjeturo por los tiempos que tuvieron favorables para la bajada, puedan haberse propasado al puerto de la plaza de Valdivia. Para salir de esta duda he resuelto, viendo que avanza el tiempo, habilitar nuevamente otra piragua, que salga costeando desde este puerto hasta el de aquella plaza, y vaya reconociendo todas las caletas que se ofrecen en el intermedio, a fin de que si por alguna contingencia hubiera peligrado la tripulación, la recojan y conduzcan a este puerto, o a lo menos se solicite adquirir algún indicio de su destino. Para esto me he valido de los indios de la reducción de Calbuco, (p.159)

y aunque me han ofrecido que irán, supuesto que se les ha de pagar. Ignoro hasta lo presente lo que pedirán y qué más condiciones pondrán. Y según lo que reconozco, recelo sean tales, que se frustre la diligencia".
El 15 de julio el capitán general Antonio Guill remite al Virrey Amat un informe sobre lo que ha hecho Castelblanco para la apertura del camino de Osorno[4]

LAS  EXPEDICIONES DEL GOBERNADOR INTENDENTE
DE CHILOE

Durante el agitado gobierno del primer intendente de Chiloé se realizaron dos expediciones, que él mismo narra en carta al Marqués de Sonora, de 6 de septiembre de 1787.

Comienza a contar las dos expediciones en forma un tanto brusca: "Emprendida, pues, la exploración del monte y tomadas todas las precauciones para asegurar la retirada a los cincuenta hombres, que iban, estuvieron tres meses talando por un monte o bosque de árboles y cañas tan espeso, que apenas adelantaban dos cuartos o tres de legua al día, v había muchos días que no ponían los pies en el suelo, porque los troncos y raíces de estas cañas, arbustos y árboles forman tal enrejado sobre la superficie de la tierra y tan tupido que no llega la huella del hombre al suelo. Así caminaron tres meses sin hallar rastro de hombre. sin ver otras aves que "goras" bastas, ni otros animales que cerdos alzados, pero habiendo errado el nimbo fueron a dar a una crecida laguna de longitud de siete leguas formada por las nieves derretidas da la cordillera del volcán de Raneo (hoy Puyehue), que le da su nombre, y habiéndola dejado a la espalda, siguieron siete leguas más adentro a buscar las pampas o descampadas de Osorno; pero fue en vano, pues nada hallaron, ni vieron más de lo ya dicho, y faltándoles los víveres y bastimentos,  pues   los   habían  de   llevar   hombres,  porque   acémilas   no podían andar por allí, lo que con el mal piso y suma distancia tardaban dieciocho y veinte días en llegar, y se habían ya comido la que conducían, dejando escondida mucha parte en el camino para mantenerse a la vuelta, otros tenían miedo y se escondían en el monte, comiéndose los víveres, y otros escondían la carga y se volvían con ánimo de robarla después, y así con necesidades y furiosas hambres, viendo errado el rumbo retrocedieron aquellos primeros y concluyó su expedición de tres meses de trabajos, en que no bastaron cuantas advertencias y esfuerzos les hice, dice el Intendente, para que el miedo no les hiciese torcer los rumbos, sin lograrse otra cosa que cerciorarse de lo inhabitado de este campo e inmediaciones de Maullín, Carelmapu y Calbuco". p.160

Como no existe narración paralela de este viaje, es poco lo que podemos saber, porque el único dato preciso es el que se refiere al lago  Raneo  y al volcán Puyehue.

"Salieron segunda vez, dice Hurtado, cuya expedición duró dos meses, guiados por un plano o carta en limpio, que les formé para su ierno, y con las advertencias correspondientes, y en efecto, siguiendo el rumbo norte y noroeste, que les encargué, encontraron con la caja del camino antiguo y el lado del río, desde donde empezaba la caja, por donde antiguamente transitaban carretas. Esta la siguieron cortando las cañas, que han nacido y, luego que anduvieron algunas leguas, tuvieron miedo y la dejaron a la izquierda, inclinándose al este, pero inmediatamente y de improviso se encontraron en las pampas y pasaron un arroyo que nace de un manantial inmediato al punto, donde salieron al descampado, y va a pasar por el mismo Osorno, que estaba a la izquierda de ellos, y distante de una legua y medía, según unas arboledas frutales que vieron, y las demás señales del arroyo, no haber población, humo, ni huella humana, con las demás que conservan de sus abuelos, que siendo tanto el horror que la superstición de los indios tiene a aquel terreno, no admite la menor duda era él". Y agrega después la necesidad de que vengan tropas de España para llevar adelante la empresa[5] ,

Este viaje, sin lugar a dudas, pese a tal cual diferencia, es el que se titula: "Diario que hizo el capitán don Pedro de Mansilla, cuando fue a la expedición del camino de Osorno, en el año de 1787, que por enfermedad del piloto que llevaba formó dicho diario el día 11 de mayo, y es como sigue". En este diario el primer mes es el de mayo del 11 al 30, y aquí pasa al l9 de julio. Sería más lógico pensar que el 30 es de junio, y así nada falta. Pero el documento está así. Hurtado dice que les dio un mapa o plano, y Mansilla no lo cita.

Mansilla no se destaca por su dulzura al encargar al cabo Mateo Ojeda, que con cuatro hombres se lleve al piloto (cuyo nombre no dice) "vivo o muerto". No se puede saber muy bien el recorrido, porque no usa nombres. La primera vez que cree que ha descubierto el camino antiguo es el 19 de mayo. La mayor dificultad era el paso de los ríos que cruzaban, echando troncos al río y, cuando eran muy caudalosos, en balsa. Los víveres, como en todas estas expediciones a pie, obligaban a salir de viaje en su busca, porque podían llevar poco consigo. Otro impedimento eran las cañas, quilas, que debían talar para avanzar. La lluvia también les retrasaba el viaje. Las primeras huellas de vida las hallaron el 3 de julio al hallar un sitio en que habían hecho fuego, lo mismo el 5. El 14 de julio hallaron el antiguo camino macheteado. Siguiendo las macheteaduras, fueron abriendo el camino. Al día siguiente se cumplieron tres que no comían por falta de bastimento, y a pesar de (p.161)

que trajeron muy poco para continuar, siguieron adelante para descubrir. Recibían cada veinticuatro horas un cachito de harina. El 16 vieron que el camino seguía tres rumbos en dirección norte, noreste, este; desechaba quebradas, una cumbre y su monte llano; no tiene arroyo alguno. Ese día a las cuatro de la tarde hallaron las pampas; había huellas de perros, de gente y ranchitos. Las pampas son de una yerba llamada Chupalla y de un pasto largo, de nombre Lango. Vieron también hojas de frutilla y manzanos chicos; el 17 recorrieron los ranchos y se reti>-raron por no ser sentidos de los indios ni llevar orden para ello. Mansilla resume: "El camino que encontré es muy antiguo e infiero ser de Jos españoles, donde transitaban para Maullín. Regresaron dejando marcas en los árboles. El 19, por segunda vez, se hallaron tres días sin comer. A la vuelta los acompañaron las lluvias, las nieves y el granizo. La distancia recorrida la medían con un cordel de 80 varas, pero el 19 se cortó el cordel y quedó de cuarenta varas.

El recorrido lo calcula así: 10 leguas con el piloto; con Mansilla anduvieron 394 cordeles de 80 varas y 692 de 40 varas, o sea, 59.200 varas. Y termina Mansilla: “Por lo expresado de los cordeles, se sacarán las  leguas[6].

MAPA DE   OLAGUER   FELIU Y  PUSTERLA  DEL CAMINO
DE OSORNO POR LOS RÍOS

El mapa del camino de Osorno, de Mariano Pu.sterla, gobernador de Valdivia, se hizo de un mapa con las observaciones del ingeniero Manuel Olaguer Feliú. Este mapa tiene en cuenta el trazado y cruce de los ríos. No resulta el más breve, porque tuvo en cuenta las haciendas de los indios, que no permitieron que pasara el camino por sus haciendas y también el paso de los ríos. El largo está calculado en 56 leguas desde Valdivia. En el dibujo Pusterla puso a los ríos dos líneas y a los arroyos una. Sin embargo, en la copia de Medina los ríos llevan una flechita.

Los ríos que cruzan el camino son Río Bueno, Río Contha, Río de las Golondrinas o Pilmaiquén, Río de las Canoas (este es el sitio de las ruinas de Osorno), Río Huilma, Río Chuelo, Río Blanco, Río Dollumco, Río Negro o Maipué, Río Chipilco, Río del Toro, Río de Polizones, Parga Chico, Río de Parga, Río de los Amancaes, Río Frío, Río de los Ostiones. Los ríos desde Valdivia hasta Río Bueno los he omitido, porque era muy pequeña la distancia y porque ese tramo corría a cargo de Valdivia. El mayor peso caía sobre Chiloé.

Tenían balsa o canoa los ríos Angachilla (en la sección perteneciente a Valdivia), Río Bueno, Pilmaiquén, Canoas y Maipué. Los quince restantes (en todo el trayecto) necesitaban puentes de madera al uso del país, de poco costo. (p.162)

Este camino empezaba en Valdivia y terminaba en Maullin, o sea, según el trazado antiguo, que era el más breve. Un obstáculo importante para el camino era el monte o bosquecillos de arbustos y los bosques propiamente dichos, que era necesario abrir y talar, y que no es posible precisar, según este mapa, por haberse omitido en la copia los números indicativos de estos accidentes vegetales del camino[7] (p.185.)

DIARIO DEL CIRUJANO   DR. JUAN ISIDRO  ZAPATA. 1791

Este diario fue escrito por el cirujano de la expedición, Juan Isidro Zapata, que se firmaba doctor. El diario empieza el 12 de febrero de 1791 y termina el 24 de abril de 1791. No dice nunca el número de los expedicionarios, sino sólo el de la plana mayor, pero a juzgar por el trabajo realizado debía ser grande. El Comandante primero era el capitán graduado Antonio Mata, y el segundo el capitán Pedro Mansilla. Salieron de San Carlos para Carelmapu el 12 de febrero. En este sitio menciona Zapata la disentería que afectaba a los trabajadores de Cal-buco, que fue durante toda la expedición causa de innumerables molestias. Tres observaciones promete en su diario: un informe sobre los telares, otro sobre plantas y animales y un tercero sobre la disentería, que fue el único que no cumplió.

Las instrucciones fechadas el 10 de febrero abarcan los siguientes puntos: lugar de reunión en Maullín, víveres, raciones, normas sobre el trabajo, que se haga con suavidad, relaciones con los indios, vigilancia de la tropa, que dónde se sitúe el pabellón, especialmente de noche, se haga atrincheramiento, fidelidad de los indios e infidelidad, modo de recibir a los indios, si un indio hace ofensa particular, que el comandante de Maullín apenas vea señal de invasión que les avise, el cirujano y sus remedios, que en los casos especiales decidan los jefes Mata y Mansilla.

De Maullín pasaron a Lolcura en piraguas, porque estaba señalado como punto de partida. En adelante, el diario se ocupa de reseñar los trabajos hechos y de dar cuenta de la salud de la gente. Por el trabajo realizado resulta el diario sumamente interesante y demuestra que la expedición estaba muy bien organizada. El 18 terminan el primer puente, que llamaron de la Fragua, con sus correspondientes rampas, planchanelóse todo el ensanche, en las partes que lo necesitaba, y peinándose en zigzag. (p.185)

Este camino empezaba en Valdivia y terminaba en Maullin, o sea, según el trazado antiguo, que era el más breve. Un obstáculo importante para el camino era el monte o bosquecillos de arbustos y los bosques propiamente dichos, que era necesario abrir y talar, y que no es posible precisar, según este mapa, por haberse omitido en la copia los números indicativos de estos accidentes vegetales del camino
(p 163)

Crece el número de enfermos. El 22 de febrero eran veinticinco, el 23 subieron a veintinueve y el 24 falleció un trabajador.

Los trabajos continúan y trasladan el cuartel a El Manglar el 27. El r de marzo llegó al cuartel de regreso de Valdivia el sargento de dragones Nicolás López, que traía pliegos de Valdivia y contó a los expedicionarios cómo los de Valdivia habían empezado su trabajo (en­sanche del camino y puentes) desde Maipué o Río Negro. El 7 se mudó el cuartel a Río Frío, dejando trabajadas 583 varas de planchado, del ancho del camino que son doce, y 154 varas que corresponden a 19 puentes pequeños que hav desde el primer cuartel. Sobre el Río Frío se estaba trabajando un puente de 35 varas con sus rampas, que miden nueve metros, v  se continúa el ensanche.

El día 8 llegan a Maullín, desde Castro, 200 hombres con sus jefes, a pedido de los comandantes de la expedición. Llegan a Río Frío el 10. El 12 se empieza a trabajar desde el río de Amancaes y el 13 se ter­minó el puente de Río Frío y se probó su resistencia haciendo cabalgar sobre él la tropa y dar carreras. El 14 se llevó el cuartel a Amancaes y el 15 a este sitio el hospital, y los enfermos de Lolcura a Maullín, don­de esperaron a los trabajadores de Carelmapu, Colcura y sus reduccio­nes y la de Abtao, para restituirse con ellos a sus casas como lo verifi­caron el día 20. La idea era cortar la epidemia que empezaba a contagiar a los nuevos trabajadores, pero a pesar de las precauciones el 21 había en el hospital cinco nuevos enfermos. El 22 se concluyó el puente del río de Amancaes, de 21 varas y con rampas de 6. El 23 se trasladó el cuartel al río Parga, cuyo puente se terminó el 28 v el 29 el del río Piti-Parga. El 30 se mudó el cuartel al río Polizones.


El balance del trabajo desde Río Frío a Pargua chico son 122 varas de planchado y 202,5 de puentes, contados grandes y chicos, que hacen el número de 18. La peste seguía. Cuando se trasladó el hospital a Polizones, los enfermos eran más de cuarenta. El día tres, el jefe de la expedición, el capitán Antonio Mata, dio las disposiciones convenientes para prevenir los ataques de los indios, porque por ser el tiempo de la cosecha de manzanas y de la fabricación de la chicha, coincide con los asaltos de los indios. Indicó que esto significaría algún atraso en los trabajos, pero que si se esforza­ban se podrían terminar antes las tareas en que estaban empeñados y re­gresar al seno de sus familias. El 5 empezaron el puente del río Toro con una avanzada de veinte hombres. El día 6 avisaron que cien hombres de trabajo de San Carlos y de Chacao, sacados de las milicias, ya esta­ban en Carelmapu para reunirse con los demás y concluir más pronto la empresa. El 7 se trasladó el cuartel al río Toro. Desde Pili-Parga hasta el río Toro se trabajaron 116 varas de planchado y 133,5 en trece puen­tes entre grandes y chicos. El 8 comenzó a llegar la gente de San Carlos, el 9 se terminó el puente del río de Polizones, con 43 varas de largo y 7 de rampas. El 10 llegó la mayor parte de la gente de San Carlos, se re­partió una botija de aguardiente y esa noche hubo un baile al estilo de los antiguos indios de la provincia. El 11 declinó la peste de disenteria. A pesar de que en el hospital de Toro llegó el número de enfermos a más de setenta. El 12 se concluyó el puente del río Toro. El capitán An­tonio Mata se sintió indispuesto esa noche y a la mañana pudo recono­cer el río Chipílco. Pero al mediodía tuvo una recaída. Se le preparó para el último trance con los sacramentos. El 14 se concluyó el puente del río Chipilco, El 15 los trabajos llegaron a Maipué. En este río se construyó una canoa de siete varas y media de largo, sujeta a un andari­vel de "buque", con sus cuerdas de lo mismo para tirarla de una a otra parte. Este día falleció el capitán y jefe de la expedición Antonio Mata en el viaje de regreso cuando iba en Piti-Parga. Los trabajadores que ha­bían quedado atrás comenzaron a regresar a Lolcura. Llevando consigo equipajes, armas, herramientas y sobrantes en cabalgaduras. Desde el puen­te del río Toro hasta el río Maipué trabajaron 59.5 varas de planchado y diez puentes, incluido el de Chipilco, que entre todos tienen cincuenta varas. El 24 llegaron, finalmente, a San Carlos, dando término a la ope­ración de ensanche del camino y fábrica de sus puentes. (P.164)

La expedición duró en días de trabajo 72 y construyó sesenta puentes, que son 531,5 varas y 800 varas de planchado, no se cuentan las muchas cañas cortadas y sí más de 40.000 árboles cortados en más de once leguas de camino que se han abierto, o sea, más de sesenta v un kilómetros.

La afición botánica del Dr. Zapata merece una mención: describe la quilíneja con precisión científica, la que se encuentra en todos los montes del archipiélago. La Nolana repens de Linneo la halló en Carelmapu. y en el Cañaveral, lugar de Maullín, halló un arbusto llamado huíllipeta. Y luego nombra, sin describir, los vegetales observados por él en Carelmapu v Maullín, que alcanzan al número de 145: los animales son 3, y 9 las aves. Continúa en el monte o camino con animales y aves. En los ríos, peces y mariscos. En las plavas de Maullín: aves, mariscos. sargazos y peces. (p.165)

Por su manera de clasificar las plantas, y por citar a Linneo, merece el Dr. Zapata que se le tome en cuenta entre nuestros científicos del siglo XVIII[8], camino de entre ambas capitales, Valdivia y San Carlos. Siempre en las noticias geográficas es infaltable el testimonio del indio: habla Cañaveral de la "noticia que casualmente adquirí por dos milicianos de Maullín, que guiados de dos indios que tenían en su casa pasaron, por diferente camino del que practican los correos, al paraje de la antigua ciudad de Osorno, informándome después ser más corto y de mejor terreno, de suerte que se puede esperar el restablecer la antigua ruta desde Maullín a la antigua ciudad de Osorno, en veinticuatro horas[9]: que es la noticia que aquí tienen de padres a hijos". Sin embargo, para enviar esta carta usa una piragua como correo. En otra carta, dice a Quijada que el Presidente de Chile le previene para que restablezca el camino de los correos y el tráfico por la antigua ciudad de Osorno hasta el pueblo de Maullín. Por eso le avisa que en esta ocasión envía una expedición al mando del teniente de asamblea Joaquín Sánchez, con el piloto de la Real Armada,

José de Torres, por el indicado camino al fuerte de San Luis de Osorno y desde allí buscar el camino más corto. Da otros detalles del camino que se busca. El camino se recorría en 24 días, "oímos decir que había un camino llamado de las carretas, que fue el carruaje en que por él se condujeron a Chiloé las monjas de Osorno, cuando se rebelaron los indios". Uno de los que habían sido informados por los indios sobre el camino fue el cabo Nicolás Mansilla, cuyos servicios fueron rechazados por los expedicionarios, por no juzgar acertado el trazado que les indicó. Recuerda Cañaveral el trabajo inmenso que costó el ensanche del camino y los puentes que se hicieron en 1791, cuya narración se debió al Dr. Juan Isidro Zapata. Trabajo que se hizo en invierno y da a entender que no se hizo lo mismo desde Maipué hasta Osorno y Valdivia. Recuerda también la expedición de 1787, a cargo del Capitán de Dragones Pedro de Mansilla, indicando que se tuvo el cuidado que en la expedición de Sánchez y Torres fueran los mismos que hicieron ese viaje y abrieron y descubrieron el camino, y en otra parte dice que son siete. Pide a Quijada Cañaveral que le envíe un plano de esa región, porque el único que había en Chiloé se quemó en el incendio "de esta plaza", San Carlos, el 17 de febrero de 1794. Ese mapa era de todo el terreno que media entre Valdivia y Chiloé y en él estaba marcado el camino que hay abierto de Lolcura a Maipué. "Su falta, dice el gobernador Cañaveral, me hace caminar casi a ciegas en esta dirección, sin más guía que el discurso...". Quijada envió el plano a Cañaveral, advirtiéndole que no estaba en el archivo de Valdivia y que por curiosidad lo obtuvo del ingeniero Manuel Olaguer Feliú[10]188. Además de estas noticias, existen dos diarios, uno hecho por Joaquín Sánchez Riambau, que se llama "Expedición del restablecimiento del camino por la antigua ciudad de Osorno a Maullín, (pp. 166)

1794"[11]. Está incompleto y se corta el 17 de noviembre de 1794. Los expedicionarios eran 27 e hicieron el camino a caballo. Este diario va día a día. Se interrumpe cuando comienzan las averiguaciones con los indios para hallar el camino perdido, o los caminos. El diario de José de Torres, piloto de la Real Armada, el mismo que acompañaba a José de Moraleda en sus recorridos, se titula: "Diario que ha formado el piloto del número de la Real Armada, don José de Torres, desde la salida del fuerte de San Luis de Osorno hasta el fuerte de Maipué, en la comisión que por orden del señor Gobernador de esta provincia de Chiloé, don Pedro de Cañaveral, fue destinado a reconocer el camino de comunicación de dicha provincia y la plaza de Valdivia, con 22 hombres para el trabajo al mando del teniente de Asamblea, don Joaquín Sánchez Riam-bau"[12] . Este diario comienza con la salida de Lolcura a Maipué y termina con la llegada a San Carlos, el 3 de diciembre de 1794. No es tan completo como el otro y cita menos fechas, pero, en cambio, pone notas a las fechas. Salen más completas las averiguaciones a los indios. Por él sabemos que el 14 y 15 de noviembre los indios no dejaron reconocer el camino de la marina, porque decían: "¿Para qué otro camino?".

Por estos dos diarios sabemos que la expedición empezó el 14 de octubre y terminó el 3 de diciembre de 1794, saliendo de San Carlos y regresando al mismo puerto. Entre los personajes que van se indican los siete veteranos de la expedición de 1787: el indio neófito de Osorno, Ignacio Millalunga, y el cacique de la cabecera de San Carlos, don José Caucauman. En cuanto a los resultados de la expedición, más parece que iban a buscar noticia que a hacer un camino, por ser pocos los expedicionarios para realizar un trabajo, al parecer recogieron datos de más caminos que los que se proponían: camino antiguo de las carretas, camino de invierno y camino de verano, camino de la marina, los dos caminos, de los cuales uno remataba en Calbuco y el otro en Maullín. Datos  que se presumían seguros, como el de las ruinas que conocía el indio Pancho, residente en Tuncacavir, no pasó de un molino destruido. En materia de lugares geográficos, menciona muchos más el diario de Sánchez y ajustados al diario del Dr. Zapata en 1791.

INFORME DE   OLAGUER  FELIU  Y TOMAS O'HIGGINS SOBRE
LOS   DOS   CAMINOS

El ingeniero Manuel Olaguer Fcliú dio un informe sobre los dos caminos. Uno de los caminos, el antiguo, iba por Río Blanco y el nuevo, abierto por parte de Chiloé, por Río Negro. Olaguer Feliú se inclina por el antiguo camino de Río Blanco. En primer lugar, tienen el mismo largo de 16 leguas. El de Río Blanco tiene sólo dos ríos y dos arroyos que     (p.167)

tengan necesidad de puentes de madera. El de Río Negro tiene cinco ríos y dos arroyos. El río Nihuey es caudaloso y rápido, tiene 50 varas de ancho, y su puente estaría expuesto en invierno a los árboles que vienen por el río y lo ponen en peligro. El río Negro necesita siempre canoa y para su ejercicio y custodia necesitaría un pequeño destacamento, aumentando las preocupaciones en el fuerte de Maipué. El piso en ambos es igual. El de río Blanco no tiene cuestas agrias, pero sí el de río Negro. El monte de río Blanco es de árboles gruesos, cañaveral y quilas, el de río Negro árboles gruesos y cañaveral. Por haberse secado los cañaverales en 1796, propone que se quemen y así se obtendrán dilatados terrenos, que ayudarán a rectificar el camino.

Tomas O’Higgins, en su viaje, fue encargado de dar su opinión sobre el informe de Olaguer Feliú, y opinó que era preferible el del río Blanco. Por el informe de Tomás O'Higgins se sabe que existían los puentes de los ríos y arroyos entre Lolcura y Maipué. Dice que se pueden construir hermosos puentes de roble y pellín, de cuya madera hay abundancia, y están formados los que se encuentran fabricados sobre los ríos que hay entre Maipué y Maullín.

Ambos informes se preocupan de la restauración v mantención del camino y de sus costos, y cree Tomás O'Higgins que no se podrán hacer esos gastos sin ayuda de Lima. Y recomienda que los obreros sean trabajadores de Chiloé, porque allí abundan hombres que desean trabajo para mantener sus familias, y de ningún modo se ha de echar mano de los presidiarios de Valdivia, porque harán falta en las obras de fortificación[13] (p.168)


[1] ANS, C. G. 710. Abraham de Silva Molina, Historia de Chiloé IV, 174-176, en ANS. F. V. 141.

[2] Vicente Carvallo y Goyeneche, Descripción histórico-geográfica del Reino de Chile II, 300-301.

[3] ANS, C G. 710. A. de Suva M., Historia de Chiloé IV, 232-233.

[4] ANS, C. G. 710, fs. 66-67 y 91-92.

[5] MM, v. 200, fs. 243-255.

[6] MM, v. 260, fs. 216-236. 

[7] "Plano que comprende los puertos de Valdivia y Chiloé... en él se manifiesta el nuevo camino de comunicación entre ellos abierto en el año de 1789. . ." Este mapa está suscrito por Mariano Pusterla, gobernador de Valdivia, y hecho según las observaciones de Manuel Olaguer Feliú, su fecha es 10 de enero de 1791, y ocupa el número 9 del Atlas de la Cartografía Hispano Colonial de Chile, Santiago, 1924, y en el texto las página 34-36. Cfr. MM. 210, fs. 18-19.

[8] ANS, F. V., v. 276, pieza 9, 40 fs.

[9] Al parecer debería corregirse por días, que es el tiempo que solía emplearse en recorrer el camino antiguo.

[10] ANS, F. V., v. 223, son 50 pp. sin foliar.

[11] MM., v. 260, pp. 333-372.  

[12] MM, v. 260, pp. 373-393.

[13] ANS, F. V. 225, sin foliar están el informe de Olaguer, de 3 de febrero de 1797, y la crítica favorable de Tomes O'Higgins, de 12 de abril de 1797. Olaguer lo escribió en Valdivia y O'Higgins en Santiago.