Tuesday, May 11, 2010

Los Alemanes en Chile: 1816-1945 Jean-Pierre Blancpain

Título Los Alemanes en Chile: 1816-1945
Coleccion histo-Hachette
Autor Jean-Pierre Blancpain
Edición 4
Editor Hachette, 1987
N.º de páginas 209 páginas


EL PAÍS POR VALORIZAR:
EL SUR CHILENO ANTES DE LA LLEGADA
DE LOS ALEMANES



Los efectos catastróficos de una independencia mal aceptada se hacen sentir en la región, aún a mediados de siglo. Gabriel Guarda ha dicho con razón que los éxitos inmediatos de la colonización alemana hicieron olvidar el proceso anterior y el esplendor colonial de la ciudad. Habría que agregar, además, quede I810 a 1850, la era republicana sufre un lento deterioro.
Intendentes y asambleas provinciales deploran a menudo la ruina, el marasmo económico, el despoblamiento, la muerte cultural y la ignorancia generalizada de la región . Según el intendente Astorga. roda la provincia de Valdivia, del Toltén al Canal de Chacao. sólo tiene 29.000 almas en 1854. el departamento del mismo nombre, 9.000; el de La Unión, 8.500. osea, apenas el 2% de la población de Chile. Según opinión de un funcionario, el departamento de Valdivia es "el más miserable que se pueda imaginar". p80

Lus presupuestos urbanos son íntimos; aun en la ciudad de


Valdivia o en Osorno, lo recaudado no alcanza para un sueldo anual de intendente. La economía ha debido volver al trueque, en forma de pagas, pues se carece de circulante, éste, o es simplemente desconocido o bien está atesorado. Dentro de este mundo descentrado e inmóvil, hay islotes de desmonte, unos cuantos terrenos de cultivo en que se emplean técnicas arcaicas gue sorprenderán a los primeros campesinos alemanes.

El recurso básico es la selva, la más notable asociación de árboles de follaje perenne que cubre, por entonces, a la América templada. En esa época, recién empieza a ser considerada, y su explotación por temporeros chilotes, en las orillas del Relonca-ví, constituye la base de un comercio incipiente con Valparaíso. La asombrosa variedad del vocabulario maderero local corresponde a la gran variedad de especies. Los troncos de alerce, imputrescibles, son enterrados; para los chilotes, desenterrarlos es ir a las minas. De la selva se sacan vigas, viguetas, tijerales, cuartones, umbrales, postes, tablas, tablones, pilares. Las distancias recorridas por los portadores de tablas no se miden en leguas o millas sino en descansos o pausas impuestas por el cambio de hombro de ía carga. Así, la jornada se divide en doce descansos y, cada uno de ellos, en catatanes, los cuartos de hora ch i lotes.


Es en las lindes de esta América casi intacta, en las viejas fortificaciones de Corral que protegían Valdivia, donde atracan, de 1850 a 1853, los veleros que vienen directamente desde Hamburgo.81

Noviembre de 1850. El desmoronamiento del sueño de Kinder-mann y de sus acólitos deja en Valdivia a 150 inmigrados. De ellos, los primeros son acogidos por familias vaidivianas y el resto, desalentados, son instalados en las casamatas de Corral.

Pérez Rosales halla aquí su "primera oportunidad". Enviado primero a Valdivia por el ministro Varas, es designado luego Agente de Colonización de la provincia, para recibir a los colonos impresionados por la majestad del paisaje, pero desilusionados por lo deteriorado del lugar. A él le corresponderá instalarlos y llevarlos, según su buen parecer, adonde pueda. Dos versiones nos han quedado acerca de ios primeros pasos de estos recién llegados: La oficial, elogia el recibimiento generoso de los valdivianos y la otra, objeto de una vieja requisitoria del "Agente", denuncia el egoísmo de las viejas familias locales para embaucar a los que van llegando

para venderles caro tierras pobres, llenas de agua o inexisrentes. No insistiremos aquí en esta querella de la que nos hemos ocupado extensamente no hace mucho. 82

No cabe duda de que los primeros alemanes apreciaron la hospitalidad valdiviana: Gabriel Guarda alude al ingreso de los adalides de la colonización en las mejores familias de la ciudad. Algunos espíritus generosos —Pérez Rosales cita al ex coronel francés Viel— ayudaron a los primeros en llegar, ofreciéndoles
terrenos a bajo precio: 48 hijuelas en la isla Teja y después en las otras (del Rey, las Culebras, Santo Domingo) y también a lo largo de los esteros, de Amargos a San Carlos, de Cutipai a Niebla, después de las mensuras de Frick y de su compatriota Reuter.82

Pero quedaba aún más por hacer. El intendente García Reyes escribe, con razón, en 1868, que "las tierras fiscales vendidas no hace mucho a los alemanes son reducidas, diseminadas y aisladas, en toda la extensión del departamento" y que "el costo de la roturación basta para explicar por qué todas estas tierras están baldías y abandonadas"9. Algunas de estas tierras están también más lejos, esto es, a lo largo de los ríos Cruces y Calle Calle donde se hallan los grandes potreros de Lacuche, Huilchamán,

Coyinhue y Tres Cruces, y también hacia el lado de las antiguas misiones, en primet término Arique bautizada "Nueva Suabia" y donde se instalan, en 1852, veinte familias de artesanos de Stuttgart.83

La historia de esto ha sido contada muchas veces. Pero la verdadera solución se encontraba remontando al río Futa —del cual nos ha quedado un itinerario ilustrado que Sofía von Eschwege hizo para sus padres—, hacia el lado de los Llanos de Osorno, por Tres Bocas, los Ulmos y Catamutún. Se ocupan 70 cuadras en Cudico, luego 450 en el ex dominio de Bellavista, en el lugar llamado Pampa de Negrón y 300 más, en la antigua misión de Coyunco, próxima a Osorno, de las que ya están cultivadas unas sesenta. Franz Geisse se dará a la tarea de hacer los planos de todo esto, a partir de julio de 1851. p83

Si Valdivia presentaba la ventaja de una colonización facilitada por la red fluvial de primer orden del Cruces y del Calle Calle, otro es el caso de la fertilidad de tierras que muchas veces sólo existían en la imaginación. El catastro de 1875 señala allí 9.000 km2 de selva, otro tanto de tierras accidentadas y estériles, 1.500 de pantanos y sólo 4.000 cultivables. Por otra parte, los

primeros que llegaron, aun cuando se agruparan en sociedades de colonización (Nueva Suabia o Haebler-Hórnickel), estaban mal preparados para enfrentarse a la selva o para vivir en potreros. Sólo son desbrozadores por necesidad, no por vocación tardía. A lo único a que aspiran es a ejercer su oficio original, lo más pronto posible. Tal oficio habría de reportarles prontas ganancias, si juzgamos por las Memorias de Rudolf Amandus Philippi11 o por las confesiones de los propios interesados, como Friedrich Uthemann, Cari Seidler, Wilhelm Manns o Justus Geisse quien pronto montó la primera tienda surtida de Osorno,la Tienda de los Geisse o "de los Gaisas".

El 1 de mayo de 1851 Uthemann escribe a su madre:

"Un trabajador se gana bien el sustento si es carpintero, herrero, mueblista, sastre, zapatero. Asimismo el industrial llegado de Alemania con dinero y materiales... Roturar la selva es un trabajo muy penoso. No se puede contar con un enriquecimiento rápido de esta manera. Por eso pensé: quédate con tu oficio y solicité un empleo de viajante en la casa de Mohry Frick. Obtuve de ellos un crédito de 2.000 pesos y acabo de instalarme por mi cuenta. Mi cifra diaria de negocios es de 30 thaler. Esto ya es mucho mas que en Alemania".85

Cari Seidler le hace eco:

'*... Los que se quedaron en Valdivia ganaron mas con menos esfuerzo. De modo que hice como ellos. Aquí, quien tiene mejor porvenir es el artesano, pues la agricultura requiere de un esfuerzo enorme que no tiene la compensación debida. Es del comercio de donde se saca mayor provecho, a condición que se venda de todo'.85

Handwerk hat unen goldenen Boden ("El trabajo manual tiene un fondo de oro") es un antiguo adagio alemán que muchos citan
con agrado y cuya veracidad todos comprueban.85

De 1859 1864, 25 familias de artesanos de Hesse Hacen prosperar al pueblo de La Unión. Otros regresan a Valdivia que, en 1852, tiene 13 familias alemanas y, por lo menos 200, en 1865. En 1882, el 56% de los "alemanes de Valdivia" viven de la industria, contra 2% de los nacionales. La ciudad había encontrado su destino.85

"Fermento, transfusión, inyecciones reanimadoras", son calificativos que se dan gustosamente al impulso que significó para Osorno, la llegada de los "hombres rubios". El "Padre Aubel" y sus amigos Ide, Ruch y Hollstein, todos de Rothen-burgo, abandonaron Bellavista y fueron los primeros en llegar a Osorno. Otros siguieron e hicieron de la calle Mackenna, una 85

Rothenburgersrrasse: Schüler, Hott, Hübner, Kutscher, Mohr, Klix1, entre ellos, y después, la flor y nata de la burguesía germano-chilena de la ciudad, con Johann Fuchslocher, Frie-drich Hubenthal, Gideon Schwarzenberg, Eduard Buschmann, los Wiederhold, Kraushaar, Stolzenbach, Matthei, Hübner y Kari Herbeck, primer maestro del instituto alemán local, abierto ya en 1854. En las inmediaciones del conglomerado que renace están los pocos agricultores de vocación, los Keim, los Schwalm y los Schilling, adquirentes de centenares de cuadras de fácil valoración. Estos alemanes de Osorno eligieron la mejor parte. De este modo, escapan a la prueba iniciática que sufren en los primeros tiempos, sus compatriotas instalados a orillas del Lianquihue.

CAPITULO   IV
PIONEROS
Y CAMPESINOS
DE LLANQUIHUE

LANQUIHUE ES, ante codo, segunda oportunidad para Pérez Rosales y,  para la historiografía germano-chilena, saga de los tiempos heroicos, himnno a la union organica de los pioneros, pretexto para estribillos spenglerianos acerca de un arrebato colectivo visto como el equivalente de la gesta individual de Philippi. Ocasión propicia por cierto, para que el nacismo vaya aún más lejos y vea en esta colonización, el fruto de las virtudes alemanas, la patentización de la alianza sangre y suelo, una "creación fáustica" del turbulento espíritu nacional. Por el'contrario, y para ciertos espíritus nacionalistas o proclives al marxismo, esta instalación es como un quiste, por su perpetuación autárquica y endogámica; ella representa el riesgo de una minoría nacional maniobrable desde el exterior, en momentos de excepción.89

Estas apreciaciones contrastantes tienen, todas, su parte de

verdad. Pero su pretensión conceptualizante no toma en cuenta la perspectiva espacio-temporal de un grupo particular comprometido en un proceso autónomo. Si bien es cierto que esta lucha por la supervivencia en Llanquihue es la epopeya colectiva de "héroes del trabajo" extranjeros cuyas armas son el hacha y el Libro, no es menos cierto que Chile no se halla ausente. A los recién llegados se les hace un regalo doble e inestimable: la libertad y la tierra; gracias a él, ellos se realizan. Georg Schwar-zenberg se referirá a esto en términos muy juiciosos. Es preferi-ble, pues, atenerse al desarrollo de los primeros años, decisivos para la colectividad germano-chilena en su conjunto.

LLEGADA E iNSTALACÍON

Nombrado, en 1850, director de la futura colonia, Pérez Rosales recibe, el 8 de diciembre, instrucciones precisas de Varas, para que instale y organice la futura colonia a orillas del lago Llanquihue. Salvo algunas estadas breves, no se quedará allí más que un verano, de noviembre 1853 a marzo 1854; pero sin él —y esto hay que decirlo— no hay éxito posible. Los inmigrantes no esperaron que él estuviera allí, sin embargo, para llegar hasta el lago. Vienen desde Osorno, por el Rahue, luego de

Melipulli —donde atracan ios veleros desde noviembre 1852—, y se instalan en chacras apenas esbozadas o en pantanos, al Norte y al Sur del lago.' Pero si Pérez Rosales no es el Guía de los colonos, de hecho, es mucho más. Es "Papá Rosales*', el amigo y protector de los colonos desorientados, el defensor de la colonia contra algunas familias valdivianas y contra el pesimismo o la denigración sistemáticos de ciertos funcionarios públicos! Espíritus sombríos como Barth o Villanueva consideran aún en 1870, que el emplazamienco de la colonia es un error económico, y que ésta es una "empresa desgraciada, dispendiosa y nefasta para el interés de los mismos pioneros". Sin embargo, gentes de
p´.90

Hesse, suabos, silesios, sajones comienzan a llegar a Melipulli, a partir de 1853, y también por la ribera sur del gran lago. A ambos lados de la pista bautizada como am Weg se conforman los primeros loteos. Unos cincuenta son adjudicados a los suabos. A partir de marzo, sajones y silesios ocupan la ribera oeste, de Puerto Rosales a Punta Larga: 70 familias no tardan en afincarse ahí, y con ellas se inicia la colonización.91

Uno de los primeros "actos" es la fundación de Puerto Montt, solemne y formal, según el antiguo ritual español, mediante decreto del 12de febrero de 1853, aniversario de la de Santiago, por Pedro de Valdivia. La ceremonia es presidida por Pérez Rosales. Sensible a la teatralidad del gesto —y preocupado sin duda de su propia gloria—, él ambiciona quizás dejar su nombre a este agrandamiento tardío de una República que está despertando/La verdad, hay que admitirlo, es menos grandiosa que el relato de los Recuerdos, si ha de creerse el testimonio de los inmigrados/Decher y Geisse hicieron los planos de la ciudad
con calles, manzanas y sitios; Adolf Schott pone la primera
piedra, mientras que un canónigo, venido expresamente de Ancud, dice misa ante una mayoría de protestantes instalados entre tocones  y bajo un techo que ellos llaman "el cuartel". ante los chilenos atonitos, alrededor de mil empiezan a cantar hier vor deiner mejestad im staub die sunderschar ( "aqui esta ante tu majestad en el polvo la muchedumbre de pecadores") mientras
Friedrich Lincke los acompaña en organillo. Pérez toma la palabra, pero los auditores, que no comprenden, responden con bromas acerca de lo incómodo de la situación. Sigue un baile en la playa, iniciado por el gobernador de Calbuco. Pero lo que, al parecer, causa una impresión deplorable entre los colonos, es el estado de la tripulación del navio de guerra Janequeo...

¡Qué importa! Luego del desembarco, sólo se quedan en Puerto Montt algunas familias. En 1860, la ciudad alcanza, sin p91

embargo, a las 150 casas, con 600 habitantes y, en 1870, 135 familias alemanas tienen allí su morada permanente.
A pesar de la arritmia de las llegadas—2 familias en 1858, 3, en 1859, contra 110, en 1866, y otras 42 el año siguiente —el lago se puebla poco a poco. En Quilanto-Octay se instalan los westfalenses católicos, en 1863-4. Últimos en llegar, con posterioridad a 1870, los bohemios tendrán que acomodarse más atrás, en Nueva Braunau, fundada el 15 de abril de 1875.

De Puerto Montt a Osorno, hay 1.570 alemanes en 1861 y, en 1864, sólo en el territorio de Llanquihue, viven 262 familias que agrupan a 1.500 personas.

Algunas familias que R. A. Philippi visita en 1857, prefine-ron, en vez del lago, las orillas del reloncavi, Piedra Azul, Piedra Blanca, ílque, Quellaipe; ocras, las de ios ríos Chamiza y Coihuín, siguiendo hacia el lago Chapo. Son muy pocas las que se quedan en esas tierras pobres y pantanosas; otras llegan al Llanquihue, aún antes de 1870. Finalmente, 30 colonos de una línea pantanosa al N.O. del lago que se habían instalado detrás de las chacras ribereñas —adoptando una distribución en forma de estrella como anticipándose a la creación de una ciudad que nunca vio la luz—, emigraron, hacia 1880, al N.E. a Río

Blanco, último sector de colonización a los pies del volcán Osorno; esto, antes de que se produjera la emigración de otros grupos a distancias mayores, por división de los ya existentes. En 1888, otras 38 familias se instalan en Locotoro, en la prolongación de las líneas Solar y Santa María de Nueva Brau-nau; algunas más, en 1896, a lo largo del Maullín, en Paraguay Grande (reservado con anterioridad a los de Braunau), en Las Quemas del Salto y en El Gato. 92

DIFICULTADES QUE SUPERAR: CONVIVENCIA, MEDICIÓN DE TIERRAS, ROTURACIÓN. PRIMER BALANCE

Esta ha sido una colonización cerrada, aislada; pero los alemanes no están solos. Una migración cercana y masiva de chilenos los acompaña en su instalación. En ningún momento, los germano-chilenos constituirán más del 5,5% de la población total de las provincias consideradas "alemanas" debido al origen de sus propietarios. Esto se olvida con demasiada frecuencia. En efecto, ya no existe aquel tiempo, no lejano sin embargo, en que Bernhard Eunom Philippi y Pérez Rosales deploraban la falta de
interés de los chilotes por la Tierra Firme, y su negativa a llegar más allá de las playas del Seno de Reloncaví y del Archipiélago de Calbuco.

Según un informe del intendente3, de las 13-023 personas censadas en 1864 en el ex Territorio de colonización, 90% son nacionales "nacidos en otras provincias del país". Desde muy temprano entonces, las familias alemanas no constituyen un enclave geográfico, sino un poblamiento entremezclado, de tipo "báltico", según Hettner, ya que el nacional—"ibero-chileno",

para el colono— viene a ayudar y a servir al extranjero para participar con él, y bajo su dirección, en la valorización del país. Las relaciones que se establecen son, entonces, de dominación, de patrones a obreros, pero caracterizadas, en primer término, por la distancia social y cultural entre extranjeros bien preparados y chilenos analfabetos y sin especialización, pertenecientes a las categorías más desfavorecidas del país, según lo subrayan Pérez Rosales y sus sucesores. Esta distancia, sobre la que hablaremos más adelante, basta para explicar los prejuicios recíprocos, las tensiones periódicas, una frontera psicológica
más que una segregación efectiva, pero que una retrospectiva honesta no podría dejar de mencionar.93

La administración de la colonia se va estableciendo poco a poco, mediante decretos orgánicos de 1853-54, 1857-58, 1864-68. La ley del 11 de octubre de 1861, erige a! territorio en provincia, incrementado con los departamentos de Osorno y Carelmapu, correspondiente, este último, a la parte continental de Chiloé. Confirmado por la "recapitulación general" del 13 de octubre de 1863, un decreto que databa de dos meses antes, precisaba ios límites de la nueva provincia y de sus tres depatta-mentos, ya que el de Llanquihue estaba subdividido en tres: Melipulli, Llanquihue y Cancura, 15 distritos en total.94

Los trabajos de agrimensura van a durar años. Ellos fueron confiados, primero a Franz Geisse, por largo tiempo intendente interino, quien se desplazará a caballo, brújula en mano, dirigiendo a los peones que marcan los árboles que servirán de referencia. Por su parte, Josef Decher, agrimensor de oficio, recorrió, delimitó y puso en el catastro, en líneas de plano, todas las riberas norte, sur y oeste del lago, de 1853 a 1855. A las ocho secciones catastrales con planos reguladores al 1/20.000, se suman las de Río Bueno, Línea Pantanosa y Nueva Braunau, debidas a los trabajos de Ferdinand Hess, concluidos en 1875:
en total más de 35.000 ha, 340 hijuelas, en su mayoría chacras perpendiculares al lago, con 5 cuadras de frente y 20 de fondo, para hacer más tacúes las comunicaciones entre los beneficiarios. Como se ve, es una colonización familiar, de una valorización original que deja de lado la estructura latifundista ibérica. La topografía o la vegetación característica de las playas sirvieron para designar secciones y lugares: Playa Maitén, Maqui, Qui-lanto, Frutillar, Totoral. Puerto Montt y Puerto Rosales fueron los únicos que recordaban a los promotores nacionales de la empresa.

A veces los colonos son instalados al azar, al corresponderás en suerte loteos más o menos grandes, según la importancia r numérica de las familias. Los Zillerthaler, en Los Bajos; los 94

suabos, de El Arrayán a Puerto Varas; ios de Lusacia, en Desagüe y Quebrada Honda; los de Hesse, en Frutillar y Punta Larga; los de Westfalia, en las líneas Vieja y Nueva de la 7a sección. Pero muy luego, sin embargo, una vez cerrado el círculo, "el combate" hace imperiosa la amalgama. Matices regionales, de costumbres, lingüísticos o de temperamento, tan característicos de la Alemania rural, terminan por borrarse. Sólo queda como "línea de demarcación cultural" el credo religioso. En Chile, como en Brasil, católicos y protestantes, a pesar del aislamiento y de la solidaridad propia de la vida pionera, no tendrán ni la misma

jerarquía de valores ni las mismas reglas de comportamiento ni las mismas reacciones psicológicas. Vista desde afuera, sin embargo, se trata de un microsociedad campesina unida que se esfuerza por superar las dificultades más pesadas,para alcanzar una existencia soportable, con el concurso inmediato de los nacionales, que no son sus competidores.
Schwarzenberg interpreta así este trasplante:

"Prusianos, sajones, silesios y súdeles habían antaño desbrozado las fronteras de Alemania: no poseían nada, fuera del conocimiento común y piadosamente transmitido de la colonización, así como un apego innato a la tierra. La costumbre y las leyes no escritas fueron los únicos guías de la primera generación. La instalación no fue la adaptación a una sociedad extranjera y nueva, sino la imposición al medio natural gracias a la fuerza corporal, a la energía de carácter, en el sentido obligado de la solidaridad"4.

El que llegaba pensaba en la tierra; pero primero habrá que conquistarla. Si la exuberancia del paisaje lo maravilla, ante la selva y los pantanos se siente invadido más bien por un sentimiento de angustia. Aquí el único valle es un valle de lágrimas como lo prueban muchas confesiones5 que se muestran unánimes acerca del sentimiento inicial de aplastamiento como, luego, acerca de la alegría de saborear las primicias del esfuerzo.95


Ministerio del Interior muestra que les había concedido con frecuencia subsidios extraordinarios y que la autoridad tutelar nunca permaneció insensible a los infortunios individuales.99

Las quejas de los colonos —lo prueba una moción enviada por 80 de ellos, en mayo de 1858 al Ministro del Interior, por intermedio de R.A. Philippi—decían relación, sobre todo, con la modalidad puntillosa, tramitadora y antieconómica de la ayuda concedida. Para cobrarla, había que ir mensualmente, en persona, a la intendencia de Puerto Montt, perder a veces semanas de viaje a pie, por unos pocos pesos. Finalmente, la seguridad de los colonos estaba mal protegida en un país mal controlado y en el que la riqueza traída o creada por extranjeros suscitaba la codicia de una población local errante y miserable,99

acostumbrada a vivir a salto de mata y de rapiña. No debe olvidarse que una élite campesina se encuentra aquí bruscamente en contacto con los menos evolucionados de los chilenos. A las quejas de los interesados contra la multiplicidad de los delitos —robos, riñas, embriaguez, vagancia de animales—, los intendentes responden, a menudo, con una confesión de impotencia. Si los informes de policía mencionan múltiples multas impues-tos a los infractores, también los colonos son castigados, pero por un solo motivo: "Injuria grave u ofensa) al subdelegado"99

Está en germen una miseria nacional tanto más manifiesta en la medida que la holgura de los colonos aumenta poco a poco. Con calma y lucidez, los intendentes sucesivos empiezan a ver en ello motivo de inquietud. Informes de abril 1855, junio 1857, febrero 1858, noviembre 1860, abril y noviembre 1869 hacen notar este peligro y piden, insistentemente, que se tomen medidas para evitar "el enfrentamiento de razas". Hallándose en minoría, los colonos sacan fuerza de su cohesión, de su situación de propietarios, de su riqueza adquirida, lo mismo que de una expansión demográfica sorprendente.99

ENDOGAMIA Y DESARROLLO DEMOGRÁFICO

Además de las sumas genealógicas irremplazables —los Fami-lienarchwe de Ingeborg Schwarzenberg de Schmalz—-, registros de las comunidades protestantes y libros de disidentes, las parroquias católicas del Sur permiten seguir el impulso demográfico de los pioneros. El culto genealógico se basa en la fecundidad de la etnia y revela sorprendentes coeficientes de crecimiento en la mayoría de las familias instaladas en el lago o en las cercanías. Tal es el caso de los Held, Klocker, Winkler, Werner, Nanning, Gaedicke, Kinzel, Stange, Hechenleitner, Niklischeck, Raddatz, Rehbein, cuyo desarrollo puede ser seguido sin dis-

continuidad y con precisión, desde la instalación hasta 1940. Escás tuentes ponen también -Je manifiesto la extraordinaria conservación de la endogamia, con la frecuencia de matrimonios consanguíneos, hasta relaciones incestuosas, cuando se unen primos hermanos salidos de los mismos abuelos; los hermanos Jakob y Veit Klocker se habían casado con dos hermanas He-chenleitner; Franz, hijo de Jakob, se unirá en Chile a Victoria, hija de Veit8.

En el mantenimiento de la tradición y de los usos alemanes,
religión, en caso de matrimonio interconfesional. Se la ve compartir los rudos trabajos de los hombres: el desmonte y la roza. Hila, cose, remienda, lava la lana y teje, al modo chilote, esos tejidos toscos pero firmes, abrigadores e impermeables, que vestirán a la familia.

El hombre solo no lo está por mucho tiempo, y el soltero termina siendo "absorbido" por el grupo. El período normal de viudez siempre es acortado, de modo que la madre y sus hijos tampoco quedan solos por mucho tiempo.
Este imperativo familiar tiene como corolario el de las familias numerosas, normales en regiones de colonización donde la
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extensión del patrimonio territorial está, al menos durante las dos primeras generaciones, en función del número de los que lo hacen producir. Hemos confeccionado, para cada una de las "secciones" de colonización, cuadros de recapitulación muy ilustrativos9. En El Volcán, la primera generación "chilena" tiene más de seis hijos por familia; en La Fábrica y Frutillar, cerca de nueve. Algunas parejas dan prueba de una asombrosa fecundidad: once hijos, tienen Juiius Willer y Luise Grothe, de Totoral, entre 1880 y 1897; otros once, Juiius Held y Rosine 101

Schonherr, de 1862 a 1885; doce, en veinte años, tienen Justus Schmidt y Ana Wetzel, de Frutillar; Eduard Winkler y Emilie Raddatz tendrán trece, de 1873 a 1897; Christian Nannig y Ana Scheel, de Frutillar, quince, antes de 1892; Hubert Neu-mann y Ana Gebauer, de Totoral, ¡diecisiete!, de 1884 a 1909. El matrimonio Gottlieb Werner-Johanna Dóring, establecido en El Desagüe en 1852, tendrá once hijos antes de 1873, 92 nietos en 1912, 245 descendientes en 1939, fecha en la cual aún no se habían casado 13 miembros de la generación precedente. En la descendencia de Martin Gaedicke y de Sophie Noack, establecidos en Quilanto en 1856, se cuentan 28 nietos, 90 bisnietos en 1905; Jakob Raddatz, llegado en 1860, tiene ya, por igual fecha, 120, y su hermano Gottfried, otros tantos. Y así podrían multiplicarse los ejemplos los casos de linajes prolíficos. 101

No son raros los casos de verdaderos contratos interfamiliares. Ferdinand Winkler y Anna Raddatz tuvieron diez hijos en Chile; de ellos, seis se casarán entre 1890 y 1903, con primos, en diversos grados, Hechenleitner. De los nueve hijos de Johann Schwabe, dos se casarán con hermanas Schóbitz, otro hijo y dos hijas, se casarán con miembros de la familia Vyhmeister. En el caso de los Kahler y de los Kinzel, conviene hablar de fusión familiar, y ello, en cada generación. Igual cosa sucede con los Klein y los Stange, de Chamiza, que, a partir de los primeros tiempos, celebraron cinco matrimonios entre las dos familias.101

ESTABILIDAD GEOGRÁFICA Y SOCIAL

Las chacras primitivas, cuna de las familias en la nueva patria, pasaron indivisas al mayor o al más dotado de los hijos. Las listas de propietarios sucesivos confirman que el lote adjudicado y valorizado es, para la familia, una adquisición definitiva, transmitida de padres a hijos, en la mayoría de los casos.102

Contrariamente a lo que puede observarse en Rio Grande do Sul, nadie abandonó deliberadamente su chacra, una vez que ésta estuvo desbrozada, la casa construida, la tierra explotada. Hasta fines de siglo, se repartieron entre las generaciones que iban surgiendo, las hijuelas agrandadas o las tierras colindantes.

Hacia 1890, comienza, a partir de la "colonia" primitiva y por parte de la descendencia enriquecida, la adquisición de inmensos potreros que bordeaban los otros lagos o a lo largo de la Cordillera de la Costa. Así se diseminan, cual enjambres, los Held, Horning, Kortmann, Kusch, Wetzel, Hoffman, Nannig, Hechenleitner, en Purranque, Río Bueno y más allá de Coihueco, hacia el lago Rupanco y aun más lejos, en el departamento de carelmapu y en el valle del maullin. el avance poblador precede al del ferrocarril cuyas dos ramas, a partir de Corte Alto y hasta Los Muermos y Puerto Montt, enmarcan las tierras de la colonización, en 1911. La ola colonizadora se despliega y llega, por el Norte, al gran latifundio osornino, el de los fundos ganaderos de los Keim, Amthauer, Matthei, Schwalm, Schilling, Momberg.

Hasta 1920, por lo menos, la migración es un deslizamiento local, progresivo y periférico, en un medio temperado húmedo, sin comparación alguna con la colonización reuto-brasileña, buscadora de nuevos frentes y consumidora de espacio, en razón del rápido agotamiento de suelos tropicales sometidos a técnicas de devastación.
El resultado es, aquí, una sociedad estable y homogénea, la
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constitución de un conjunto de pequeñas y medianas propiedades, completamente original de Chile. En 1916, de 1.600 propietarios que explotan personalmente sus predios en Llanquihue, unos quince poseen entre 100 y 1.000 hectáreas I0. El obrero agrícola de origen alemán es aquí una categoría inexistente, lo mismo que el nacional dueño de un centenar de hectáreas. Al observar a este pionero convertido de nuevo en el campesino que era en Alemania, un geógrafo alemán escribe en
1920, a propósito de la extensión de su dominio: "¿Seiscientos Morgen? (Morgen=25 Ar, Ar= 100 m2). Un Rittergut (dominio señorial), pero que aquí había renido uno mismo que arrancar a la selva".

LA AGRICULTURA Y LA GANADERÍA

Después de 1880, el colono vuelve a hacerse campesino. Por supuesto, el desbroce no se logra fácilmente. La selva, atacada por la ruma que reemplaza a la quema anárquica, se regenera con las lluvias, y arbustos de lingue y chilco vuelven a crecer junto a
cruciferas yuyo y vallico. Pero la sierra ha reemplazado al hacha y en lugar de los bueyes, máquinas alemanas Herkules arrancan las cepas. Cipreses, avellanos y robles rienen buena venta y los aserraderos se multiplican para efectuar, en lo sucesivo, una explotación racional de la selva.

/ Bosquecillos de mañíos y de robles adornan un paisaje de pradera y de parque. Por necesidad primero y luego por prudencia y tradición, la autarquía y la modernización —la contradicción es sólo aparente— caracterizan a la agricultura de los colonos, llegado el tiempo de la rotación trienal de cultivos. Los pabellones de explotación son diseminados en un campo en el que también se plantan manzanos; hangares y bodegas de granos están separados de la casa habitación, cuyas ventanas están llenas .p 103

de flores. Detrás, el huerto; más allá, los sembradíos —cereales y papas— y, finalmente, los potreros y la selva. El ganado vive en una semi-libertad en las praderas bordeadas de quilas que le sirven de alimento y de abrigo.104

El campesino del lago es también un artesano que sabe hacer de todo/y que no cuenta más que consigo mismo y con sus vecinos. Todos los observadores se manifiestan sorprendidos, hasta 1940, por la sobrevivencia de una tradición probada. Explotaciones de Nueva Braunau cuentan con corriente eléctrica, forja, lana, alimentación y bebida propias. "El granjero, dice uno de ellos, en 1933, es rey en su dominio. No depende de nadie. Se diría que estas gentes poseen muchos bienes, pero apenas si tienen dinero en efectivo v, en la mayoría de los casos, no se hallara bajo su techo ni una sola moneda. Su vida es sencilla, modesta y patriarcal"11. 104

El progreso de la carretera y del ferrocarril que sigue a la apertura de la Frontera que, hasta entonces, bloqueaba al Chile austral, acarrea, entre tanto, el del maqumismo, de los abonos, de los cultivos industriales, al igual que una orientación hacia una ganadería de selección. Una modernización al estilo de las grandes propiedades osorninas, sólo se ve limitada por la modestía del tren de cultivo y por lo módico de los ingresos en dinero.
En 1910 acerraderos, molinos, lecherias, talleres e industrias agroalimentarias enriquecen a Llanquihue. en una especie de autorretrato, en el que asoma un legitimo orgullo, fritz gaedicke esboza asi al "campesino del lago":

11 Aquí, el agricultor es un apasionado del progreso. Aún no envía a sus hijos a una escuela agrícola para que éstos no lo miren todo desde
arriba y se crean Oekonom (ingeniero agrónomo) antes de conocer lo que es una pala, una horqueta o lo que es tener callos en las manos;
pero hoy, por todas partes, hay máquinas que reemplazan ventajosamente el trabajo del hombre"12.
p.104

Llevando vida holgada aunque ganando poco, en un primer momento ei colono pidió préstamos a sus compatriotas más ricos, los de Osorno. Poco a poco accede al crédito gracias a las cajas hipotecarias que florecieron en Chile, después de 1865, debido a la integración del país al circuito monetario. Su banco es el Banco de Llanquihue que preside, en 1910, Fernando Schwerter. El Banco de Osorno y La Untan, fundado en 1910 por germano-chilenos, fue el primer banco chileno que se fijó como

meta el auge económico del Sur. El trigo, tierno o duro, siempre fue cultivado aquí, a pesar de los inviernos lluviosos y de la pobreza de los suelos forestales, enriquecidos con los abonos de hueso fabricados ahí mismo y, luego, con la harina Thomas, importada de Alemania. Hacia 1900, el trigo cubre decenas de hectáreas en las grandes propiedades de los Llanos y en las del lago; entre ocho y diez como promedio, tratándose de chacras de unas cien. De 1890 a 1902, el trigo se vendió a buen precio a las destilerías locales cuyo posterior cierre obligó a transformar los trigales en praderas. En  1908 se hizo sentir un repunte en
respuesta a la escasez cerealera nacional. Hacia 1920, el rendimiento fluctúa alrededor de 20 quintales por hectárea, el doble del de las provincias centrales, tenidas por cerealeras. 105

el centeno es una exclusividad germano-chilena. la cebada, a su vez, alcanza niveles apreciables, debido al aumento extraordinario de produccion de las malterias de valdivia, entre 1872 y 1893. el cultivo principal aqui es la papa: de valdivia, llanquihue y chiloe sale , en 1909, la mitad de la produccion nacional. en cuanto al lino, introducido en chile en 1852, goza, ya en 1910, de una excelente reputacion en el mercado de hamburgo.

Sin embargo, la verdadera vocación de la región es la ganadería. Se crían porcinos y particularmente bovinos de mucho mejor rendimiento que los cultivos. Las manadas de bueyes ñatos o lagartos descritos por Philippi en 1850, son substituidas por p.105

importantes rebaños destinados a la producción de carne y de leche, no obstante la competencia argentina y el altísimo costo de los transportes. De 1870 a 1909, la masa de ganado bovino de Valdivia y Llanquihue pasa de 60.000 cabezas a más de 300.000. Llanquihue exporta en 1909, 2.350 quintales de mantequilla y provee, en 1926, el 75% de la producción nacional. El Sur es también el país de la apicultura, ya conocida desde 1850, pero cuyo desarrollo es contemporáneo de la instalación de los colonos alemanes. Hay 30.700 colmenas en Llanquihue en 1870, v la exportación de miel llega en ciertos años a 12.000 quintales. 106

CRÓNICA FAMILIAR

El esfuerzo y el trabajo se organizan siguiendo el curso de los días y de las estaciones. De octubre a marzo, la atención se concentra en juntar el ganado, marcarlo y organizar la ordeña; de mayo a septiembre, es la época de las siembras; en febrero, es la siega y, a continuación, la saca de papas y también la cosecha de manzanas para hacer chicha. La esquila, es en octubre, y la recogida de miel, de noviembre a enero. A la granjera le corresponde preo-

cuparse de las provisiones para el invierno: cerdo ahumado, tocino, salchichas, chucrut, alternado según ia tradición alemana, con capas de hinojo, laurel y ají. Es igualmente ella quien prepara el ñachi indígena, con chalote, ají, cebollas, perejil y sangre de cordero aún tibia. Ella es quien hace pan de centeno, los sábados; mantequilla, dos veces por semana y, con alguna frecuencia, esos Kuchen, tan estimados, que la palabra se hará chilena.

La imagen tradicional de los hogares es la de la dicha familiar, ya que la casa es un oasis de paz, según la costumbre alemana, centro de vida y sociedad de base, lo mismo que en todos los pueblos comunitarios. Ella es la que permite describir p.106

y. comprender el carácter de quienes la habitan y su existencia cotidiana. Jamás lujosa, pero siempre confortable, es mantenida en un orden irreprochable. En ella uno se siente a gusto y resulta tanto más "gemütlich" (agradable, acogedora, simpática...) cuanto que los inviernos lluviosos son allí interminables7 La decoración es, por supuesto, alemana: en los muros pueden verse árboles genealógicos y retratos de familia, adagios y refranes con aire de mandamientos, que glorifican el trabajo y alaban a Dios, calendarios religiosos y repisas cargadas de revistas, de almanaques y novelas populares qué equivalen a otros tantos "puentes

con la vieja patria . Cocina y comedor son uno solo; el salón,
recubierto de maderas claras donde todo es orden y limpieza, sólo se abre para las visitas y para las reuniones dominicales. Hay flores en las ventanas y, en el aire, olor a jabón, a leche y a miel. Festividades y costumbres alemanas se perpetúan. Ellas reúnen a la familia y aglutinan a toda la comunidad. La Navidad y el tiempo pascual siguen rigiéndose por antiguos ritos. No bien se han trazado los caminos y se ha dado cima a las tareas urgentes, se intercambian visitas entre familias relacionadas por el trabajo, la vecindad o el parentesco; ello es una buena ocasión 107

siones y para entonar un Volkslied (canción popular), antes de ponerse a bailar desenfadadamente. Jamás se pasan por alto santos o cumpleaños, los que reúnen a los de casa y a toda la parentela, más los amigos, alrededor de un asado regado con chicha y cerveza, el que es seguido de deliciosos Kuchen.

Algunas ceremonias revisten una solemnidad particular; en primer lugar, el matrimonio, que siempre es algo más que un vínculo personal o secundario entre dos familias amigas: él es la señal de promoción de un nuevo colono que entra con pleno derecho en la comunidad que crece. Asociando la fecundidad de la tierra con la que se desea para la pareja, se regala a los jóvenes desposados una yunta de bueyes tirando una cuna13. Los funera-
107

les expresan la cohesión y la solidaridad del grupo; si el difunto pertenece al saldo, cada vez más reducido, de los pioneros que conocieron el "cuartel", al "Papá Rosales" y "el combate por una pobre vida", se celebra una reunión solemne, en la que su elogio fúnebre, pronunciado por un orador, a menudo el maestro de escuela que se ha especializado en el género, es escuchado por todos, en medio del mayor recogimiento. Viviendo, por necesidad, con la mirada en el futuro, los colonos conservan, sin embargo, el respeto por los desaparecidos, mostrando así su

delicadeza de sentimientos y su fidelidad a un ideal. Los cementerios —Pérez Rosales lo dice en sus Recuerdos— no son necrópo-
!ís de mal gusto, lúgubres o desesperanzados, sino bosques sagrados, jardines, parques "en donde tiembla el ciprés".109

En un ambiente de colonización, la tradición permanece intacta, porque se transmite directamente de abuelo a nieto; pero la madre no renuncia a su papel. De ella recibe el niño, juntamente con los rudimentos de una instrucción general y religiosa, las virtudes llamadas germánicas, del esfuerzo, de la probidad y de la puntualidad, a las que la comunidad declara, en todo momento, conceder el máximo de importancia.

Estas-formas de vida son manifestaciones de una cultura, ya
ya que tratan de sobrepasar las circunstancias, de reducir el rol del
determinismo y de obtenerlo todo, mediante la educación, la voluntad y un cuidado prodigado sin cesar.

Pero también puede pensarse en un modo de vida y de pensar conservador y provechoso basado en el trabajo, la familia y la propiedad, que exalta un sistema de valores intangible —puesto que ha sido probado—, conforme a las aspiraciones y a las experiencias de los antiguos. Andando el tiempo, y junto con el progreso general del país, aparecerá el riesgo de cierto bloqueo cultural que hará más delicada la necesaria adaptación al mundo moderno, evolutivo y sin enclaves.109*

El impulso industrial de Valdivia y de Osorno, segundo elemento del díptico germano-chileno, presenra otro ejemplo de mutación brusca de un país dormido. Tal como lo escribe, en efecto, Gabriel Guarda, en un caso como éste, el paso de las tinieblas a la luz es más brutal aún.110

CAPITULO   V
LA NUEVA EDAD DE ORO DE VALDIVIA Y DE OSORNO
(1870-1920)

LA INMIGRACIÓN ALEMANA a Valdivia y Osorno es un sacudón. Saca bruscamente al Sur de su letargo, al punto de echar a un lado una historia colonial brillantel. No hay que olvidar, sin embargo, los tres decenios de perturbacion, de anarquia y de apatia econommica, de 1820 a 1850. Cuando llegan los alemanes, "hay tanto musgo en los cerebros como en los árboles", como dice un intendente. En un espacio marginal, abandonado o descuidado, en que el hombre se ha hecho escaso o inútilmente presente, los conglomerados reviven por la fecundidad de una oleada y de un orden europeos.113

En 1900, las ciudades del Chile austral aún son modestas; pero, por lo mismo, su prosperidad industrial resulta más sorprendente. Ella se basa en la explotación y en la transformación de los recursos locales, gracias a la iniciativa y a la habilidad de los inmigrados. El tiempo provinciano está roto y el Sur es, simultáneamente, incorporado a la vida nacional y unido directamente a Europa.

LA INFLUENCIA ALÓGENA
Y LOS JALONES DE UNA PROVINCIA "ALEMANA"

Como en Llanquihue, y aquí aún más,.sin duda, el poblamiento germánico se parece al de los países bálticos anterior a 1940. Debido al clima y a los hombres, algunos viajeros la ven como una especie de Ostseeprovinz (provincia del mar báltico). De un total de 23.430 habitantes, en 1865, la provincia de Valdivia tiene apenas 910 extranjeros, de los cuales 768 son alemanes, o sea, uno por cada 25 nacionales, a los que hay que agregar 68 nacionalizados. Pasado 1875 los cálculos oficiales no informan más sobre los "alemanes de Valdivia", transformados, en su mayoría y, por propia voluntad, en ciudadanos de Chile. Pero la
provincia ya está marcada con el sello germánico, antes de su "gran época alemana", de 1885 a 1909.     p.114

Con el correr de los años, se reduce la proporción de germano-hablantes, aun cuando su número crece de manera regular, según las estimaciones de sus asociaciones o las de algunos vlajeros alemanes de paso. En La Unión, hay un 40% dtraiema^ nes en 1865, pero en 1909, sólo 6 y 7% son germano-hablantes. Según Gerstaecker, un tercio de los valdivianos habla alemán, en 1862, proporción casi constante de 1890 a 1912, fecha en la cual Reichs y Chiledeutsche (Alemanes nativos y germano-chilenos) son. alrededor de 7.000, para una población de 20.000, según Benignus2. Siempre en 1912, habría 450 hablantes de alemán, sobre 4.000 habitantes en La Unión; 300, sobre 1.500, en Río Bueno; 1.200, sobre 6.000, en Osorno. Finalmente, la revista general del Deutsch-Chilenischer Bund(Sociedad Chileno-alemana), de 1916, indica, para Valdivia, 3-902 germano-hablantes, 4.950, para el conjunto de la pro-
p114

vinciay 2.345, para ladeOsorno, protestantes entre un 75 y un 80%. En 1938, Fittbogen asigna a las tres provincias del Sur Chico solamente 13.000 hablantes de alemán, para cerca de 400.000 habitantes.

Ahora bien, la actividad industrial es inversamente proporcional al número. En 1865, los 670 alemanes del departamento de Valdivia ejercen 237 oficios artesanales diferentes, en tanto que los 11.000 nacionales están todos registrados como agricultores, empleados domésticos o gañanes. Diez años más tarde, de 732 inmigrantes aún no nacionalizados, por 30.525 habitantes, 387 hombres declaran ejercer un oficio artesanal o industrial, estando representados todos, o casi todos, los oficios3.115

El auge de la industria estuvo primero en función de la exploración y de la apropiación del medio valdiviano, aparentemente ingrato, tanto como de la riqueza y de las aptitudes de los que iban llegando. "Por 40.000 pesos se habría podido comprar la provincia entera", escribe Koerner, yerno de Anwandter.flDe hecho, luego de las incertidumbres iniciales, se establecen los jalones de una influencia completa, en Corral, Los Ulmos, Quinchilca-Los Lagos, Paiüaco, San José de la Mariquina, Lan-co y Toltén. 


Los "Diarios" de los llegados (Keller, Kayser, KoernerLandbeckAnwandter)informan sobre esta toma de posesión por puntos de anclaje y de fijación, impuestos por las ventajas naturales, los vestigios de la historia colonial el progreso de las armas o de las comunicaciones .'Gracias al peculio que se ha traído de Alemania o que se ha amasado como artesano en Valdivia, se adquiere un fundo cerca de algún fuerte, de una misión, de la confluencia de un río, de algún lugar de trasbordo o de una estación ferroviaria. Basta ver los dominios de los Exss, de los Manns, de los Berckhoff, Rademacher, Weiss, Horn,

Haverbeck, entre el Cruces y el Calle-Calle, posesiones rurales cuyo auge será esencialmente industrial. En 1880, la lista de los propietarios de tierras del departamento se confunde con la de p115

Ios industriales de la ciudad. En 1903, de 34 fundos, 32 pertenecen a germano-chilenos. Aunque están en minoría, "son los amos en todas partes", según constatación del viajero ruso Jonin, en 1895. 116

Jonin, en 1895.
En los Llanos de Osorno, el progreso de los inmigrados es más fácil y más rápido todavía. 97 familias de origen germánico ya habían "despenado", en 1854, a la capital del departamento, el mismo lugar donde, en 1906, Georg Schwarzenberg, entre 500 germano-chilenos que ejercen una actividad, no encuentra ni criados ni mozos, sino 27 propietarios de tierras, algunos funcionarios y miembros de profesionales liberales, unos cien
comerciantes y el resto, compuesto de artesanos y de industriales: 24 carpinteros, 16 herreros, 16 cerveceros, curtidores, boticarios, talabarteros, cerrjeros, relojeros, hoteleros, carpinteros de obra, sastres , etc. Ya en 1895 esta pequqeña burguesia controlaba el conjunto del departamento, al punto que los pequeños propietarios nacionales protestan contra este predominio "extranjero". las pertenencias Hube, Stolzenbachm Schawalm, Hoffmann, Mohr, Schilling, Buchmannm abarcan miles de hectareas. En 1920, los fuchslocher "reinan" sobre mas de 10.000 hectareas; nicolas fuchslecher, sobre 25.000; carlos hoffmann quye recibe a huespedes de campanillas con gran pompa --entre ellos el presidente arturo alessandri--- llega a  poseer, por su parte, no menos de 48.000, con 40.000 cabezas de ganado. Más de cincuenta de esos fundos germano-chilenos de la provincia tienen un valor estimado de más de 100.000 pesos, unos treinta, mis de 300.000 y algunos, inclusive, se acercan ai millón o lo sobrepasan^. Ya en 1910, Benignus constataba: "Aquí, todos los alemanes son ricos. Osorno es una "Hochburg' del Deutschtum (Capital de la germanidad), digna rival de Valdivia". 116

DEL TALLER A LA FABRICA

"Si Chile hubiese tenido una decena de Valdivias, otro habría sido su crecimiento", exclama Carlos Keller, en 1931. La animación no deja de tener sus segundas intenciones; pero su pertinencia queda demostrada por las actividades industriales que la ciudad tenía unos decenios antes. En su Viaje a Valdivia, en 1900, José Alfonso escribe lleno de admiración, acerca de una localidad, antaño marginal, convertida en el modelo de las ciudades de provincia.

"Es una ciudad de progreso. Deja estupefacto al viajero. En Valdivia, éste no se encuentra ya en Chile, tan distinto es aquí el espectáculo de lo que está acostumbrado a ver en las otras ciudades de la República...'16.

Por la misma época, Espejo, Prendez, Espinoza, Pérez Canto, Ovalle, hacen observaciones semejantes, sin hablar, por supuesto, de los turiferarios conscientes o no, del pangermanismo y del "trabajo alemán" de ultramar: Unold, Ernst, Hoerll, Fándrich, Lincke, Kunz, Maier, entre otros. Benjamín Subercaseaux dirá
en 1941: "los alemanes crearon aqui todo lo que es indispensable para la vida de un alemán"; pero ..acaso en lo inmediato, el inmigrado habría podido hacer otra cosa en semejante medio? 117

No todos los talleres de artesanos de 1860 estaban convertidos en fábricas, treinta años más tarde. Pero, más que en cualquier otra parte, la inteligencia en la fabricación de cosas borra aquí el desdén tradicional hispánico por el trabajo manual. En 1860, Hermann Schülcke hace venir de Alemania a los primeros obreros curtidores para la fábrica que monta en la isla Teja. En 1890, entre tantas industrias florecientes, se destacan, en primer lugar, las de la madera, cuyo reino ha sido siempre Valdivia. Más de un centenar de aserraderos a vapor surten, en la

ciudad, a decenas de mueblistas, de carpinteros, de torneros, de astilleros navales, de tiendas de materiales y de empresas de construcción. Las mejores maderas locales —lingue, mañío. luma, ulmo, coigüe, pino Oregón (introducido en 1868) y álamo (aclimatado por los Agustinos)— sirven para fabricar estructuras de casas, carretas, herramientas y objetos diversos, aun cuando ya ciertas especies (alerce, roble) comienzan a escasear.118

Kunz estableció una larga lista de talleres subsidiarios característicos de una vida urbana evolucionada: forjadores de cobre y tundidores de latón, cerrajería y repujado artístico, tapiceros y vidrieros, impresores, encuadernadores, relojeros, grabadores.

Cierros establecimientos empleaban a decenas de obreros, com era el caso de las empresas de montaje de casas y de las de revestimiento (Voss, Ahrens, Bráuning, Bulling y Lauer), de los astilleros navales (Oettinger, Prochelle y Scheihing), de las fábricas de ladrillos (Friedrich, Geywitz, Kónig, Wester-mayer). Fue la transformación de los productos locales —aserraderos, molinos, cecinas, cervecerías, destilerías, curtiembres— lo que constituyó la vía esencial del progreso industrial; conocí miemos técnicos y medios financieros garantizaron, al comien-zo, para algunos, una fortuna que no tardaría en llegar.118

LAS TRES GRANDES RAMAS INDUSTRIALES

La cerveza, el alcohol y el cuero constituyeron, según anota Ota Bürger, los tres pilares de la industrialización de Valdivia. Con los adelantos en el arte de la fermentación en frío y de la pasteurización, la cervecería alcanza en Chile un notable impulso, de Valparaíso a Talca y Concepción, en gran medida gracias a la iniciativa de los inmigrados alemanes. En Valdivia, esta industria está ligada a la ilustre familia Anwandter. El tronco de la familia y sus hijos habían ido de puerta en puerta, en 1855,
p 118

vendiendo a sus compatriotas su producción, en cajas de doce botellas. En 1874, se constituye la Sociedad Anwandter Hermanos , con un capital de 50.000 pesos; la producción de los establecimientos de la isla Teja llega, en 1890, a los 85.000 hl, 95.000 en 1895, 120.000 en 1900, con una capacidad aumentada a los 200.000. La empresa está en su cúspide; la cebada viene de las provincias centrales del país, el lúpulo es importado de Baviera. Hangares, cámaras de fermentación, maquinaria y frigoríficos se suceden a lo largo del Calle-Calle, empleando a

más de 700 personas, sin contar otras 550 en los depósitos de Concepción, Talca, Santiago y Valparaíso. Los Anwandter, al hacer escuela, se hicieron también de competidores: en Valdivia, Conrad Hafer, Theodor Eimbecke, Julius Roepke; en Osorno, Fuchslocher, Eberhardt, Hube; en Puerto Monte, seis compatriotas que totalizan una producción de 100.000 hl de los que, 20.000, corresponden a las sociedades Stange y Trautmann.119

El período de prosperidad de las destilerías se ubica entre 1890 y 1902. Las dos firmas más importantes fueron las de Albert Thater y de los hermanos Schueler. En 1900, los establecimientos Thater producen 20.000 hl de aguardiente; los de Schueler, originario de Rothenburgo, más de 7.000. De Valdivia a puerto montt, diez usinas del mismo tipo fabrican por lo menos otro tanto. Está lejano el tiempo en que Roestel y Friedrich Hubenthal, junto con su equipaje desembarcado en Corral, traían todo un material de destilación para construir el primer alambique...

La curtiembre representa el mejor ejemplo de esta utilización inmediata y racional de los recursos y de las ventajas del medio: agua, ganadería, baratura de los terrenos para construir, bajo costo de la mano de obra local, presencia, entre los inmigrados, de numerosos maestros y compañeros curtidores; 104, según una estadística precisa de 1865. Es de notar, finalmente, la calidad de las cortezas que contienen tanino en la selva valdiviana.
p. 119