Sunday, May 23, 2010

LA FORMACION DEL CAPITAL EN LA PATAGONIA



PRESENTACION

Este documento contiene un ensayo preliminar en torno a la cuestión de los orígenes del capital en la región patagónica.
Su propósito  intelectual es sintetizar la información histórica disponible acerca de las condiciones y factores que impulsaron el momento inicial del desarrollo económico y material de la Patagonia, a fines del siglo XIX.
Manuel Luis Rodríguez U.
Punta Arenas, marzo de 2003.

Premisas para la formación del capital en la Patagonia

El proceso económico en la región austral de América Latina, denominada la Patagonia, ha atravesado por diversos períodos históricos.  Sin perjuicio de un análisis más exhaustivo de cada período en particular, dichos períodos serían los siguientes:

Primer período: de la economía autosuficiente.  Las comunidades aborígenes de la Patagonia y su actividad económica.
Segundo período: de la economía insuficiente. La colonización europea (1584- 1783)
Tercer período: de la economía asistida. La colonización administrativa (1843-1877) y
Cuarto período: de la economía ganadera de exportación (1877-1929). ( )

En el estudio de los orígenes del capital en la región austral, interesa examinar en profundidad, tanto el período de la "economía asistida" entre 1843 y 1877, por cuanto entonces se generaron  las premisas económicas, político-jurídicas, demográficas y sociales para la formación del capital.
El punto de partida teórico-conceptual de esta investigación histórica, es la hipótesis de que el impulso y el desarrollo empresarial experimentado por la Patagonia chileno-argentina en los últimos treinta años del siglo XIX y primeros veinte del siglo XX, se encuentran en la combinación e interdependencia de los siguientes factores:
- la acumulación originaria de capital y la formación  de un capital comercial, como forma especializada de la riqueza capitalista;
- la existencia y utilización de facilidades e instrumentos jurídicos y económicos de apoyo, que los respectivos Estados centrales brindaron a quienes estén dispuestos a emprender negocios en la Patagonia;
- la expansión de los intercambios comerciales, potenciados por la navegación mercante interoceánica a través del Estrecho de Magallanes y por la inserción de los negocios regionales en el sistema económico imperial británico.
- la existencia inicial  de una cultura ética capitalista de ahorro y de austeridad, que favoreció la acumulación de dinero y de valores y su inmediata reinversión en el proceso económico;
- la llegada de distintos procesos migratorios y colonizadores, que dieron como resultado la implantación económica y radicación de grupos de emprendedores y la afluencia de migrantes con distintos grados de especialización, así como la afluencia de mano de obra de distinta calificación y especialización, pero que en su conjunto hicieron posible una dotación de artesanos y obreros a bajo costo, en condiciones de casi total ausencia de una legislación  reguladora de las relaciones entre el capital y el trabajo.
Todos estos factores desembocaron en la formación de una estructura económica particular en la región patagónica.   En efecto, la formación de un capital industrial y financiero a partir del desarrollo y expansión del capital comercial originario, en torno a una actividad ganadera centrada en los mercados exteriores, hizo posible la constitución de una forma específica y localizada de modo de producción capitalista, una forma de economía abierta que denominamos una "economía ganadera de exportación".
Veamos cada uno de estos elementos conceptuales, analizados en detalle.

La acumulación originaria del capital
 y la formación del capital comercial en la Patagonia, 
como forma especializada de la riqueza capitalista


El punto de partida del proceso de acumulación originaria del capital en la región austral del continente, fué la producción artesanal de subsistencia que caracterizó a la economía patagónica en el período de la  llamada "colonización asistida", entre 1843 y 1877. 

Los primeros colonos que se instalaron gradualmente en la costa del Estrecho de Magallanes, desde 1843 en Fuerte Bulnes y 1848 en Punta Arenas, y a continuación en otras localidades del territorio patagónico, hubieron de trabajar a partir de los recursos naturales disponibles, y con mínimas y precarias condiciones tecnológicas.
Puede afirmarse que el proceso de acumulación originaria del capital en la Patagonia, en la segunda mitad del siglo XIX atravesó por las siguientes etapas sucesivas:
- una etapa inicial de producción artesanal de subsistencia, entre 1843 y 1860;
- una etapa de producción mercantil simple y comercio incipiente, entre 1860 y 1877; y
- una etapa de producción mercantil ampliada y expansión comercial, desde 1877 en adelante.

En el período inicial de desarrollo, y durante el cual se comenzó a desarrollar una producción mercantil simple, ésta estaba caracterizada por la explotación de ciertos recursos naturales cercanos a la naciente colonia: carbón de piedra, maderas, cueros y pieles, mientras la actividad agrícola en cambio, estaba dirigida casi exclusivamente a satisfacer las necesidades de subsistencia de los colonos.
A continuación, con el creciente flujo de la navegación marítima interoceánica por el Estrecho, comenzó a manifestarse una producción mercantil simple y la emergencia del comercio de ultramarinos.
En un tercer momento, la acumulación de la ganancia comercial y una producción mercantil cada vez más ampliada por la demanda "externa", hizo posible una mayor expansión comercial hacia la exportación.
El contenido de este proceso consistió en que los productores directos vieron aumentada su ganancia monetaria, mientras -algunos de ellos- fueron acrecentando su ganancia a través del comercio y fueron concentrando la propiedad de los medios de producción, eliminando de paso a otros productores-comerciantes.
Por lo tanto, el primer factor componente de la constitución del capital en la Patagonia, fué la acumulación originaria que constituyó el capital comercial. 
Esta acumulación originaria, como se verá a continuación, comenzó a partir de la evolución desde una producción artesanal de subsistencia a una producción mercantil.
De acuerdo con la Economía Política clásica, el capital comercial surgió  mucho tiempo antes que se formara el capitalismo, de manera que históricamente aquel precedió al capital industrial.
Adam Smith dice respecto de la emergencia del capital comercial, que "...si no se emplease un capital en transportar el producto rudo y manufacturado, de los lugares en que abunda a aquellos en que falta, no se produciría más que el indispensable para el consumo de las poblaciones cercanas al suelo productivo.  El capital de los comerciantes cambia el sobrante de unos lugares por el sobrante de otros, y de esta forma fomenta y anima la industria, consiguiendo que de disfrute por ambos recíprocamente." ( ), y al establecer la diferencia entre el comerciante al por menor (como fueron los primeros comerciantes instalados en Punta Arenas) y el comerciante al por mayor (que fué lo que devinieron algunos de ellos, al cabo de algunos decenios), dice: "El capital del mercader al por menor reemplaza con ganancias el del comerciante a quién compra sus géneros o mercaderías, con lo cual queda habilitado para proseguir su negociación... El capital del comerciante al por mayor reemplaza los capitales y ganancias de los labradores y artesanos de quienes compra los productos, tanto rudos como manufacturados en que negocia, con cuya compra habilita a éstos para proseguir en su negociación o trato...También emplea su capital a marineros y conductores que transportan sus géneros de una parte a otra, aumentando el precio de sus efectos, no solo con el valor de sus ganancias, sino con el de los salarios que paga en aquella negociación.  Este es todo el trabajo productivo que el comerciante pone en movimiento inmediatamente y como tal, y todo el valor inmediatamente añadido por el al producto anual.  Su operación, pues, es superior e ambos respectos a la del capital de un mercader al por menor." ( )
Históricamente, como se sabe, el capital comercial se encuentra en los orígenes del capital financiero, materializado en la banca, lo que nos retrotrae al surgimiento de las primeras ciudades europeas (Amsterdam, Génova, Venecia, Florencia, Burdeos, Hamburgo), donde  una parte de la riqueza obtenida en el comercio (intra y extra nacional), fué destinándose a la banca, al préstamo a interés y a la especulación.
En la economía mercantil anterior al capitalismo, la fuente del ingreso de los mercaderes y usureros fue siempre y ante todo el plusproducto y una parte del producto necesario de los pequeños productores, sí como una parte del plusproducto creado por el trabajo de los campesinos, pequeños artesanos y siervos. 
Los mercaderes entonces, recurrían al cambio no equivalente para enriquecerse: es decir, vendían a los pequeños productores las mercancías a alto precio (el más alto que fuera posible, dada la capacidad adquisitva de sus compradores) y compraban los productos de dichos productores al menor precio posible.
A su vez, el campo principal de actuación del capital comercial es el comercio exterior, aún cuando el comercio interno contribuye con cuotas variables de riqueza.
Por su parte, el orígen de la ganancia comercial se encuentra en dos fuentes: en primer lugar, en una parte del valor creado por los pequeños productores y artesanos, de que se apropia el comerciante al vender dichos productos en el mercado; y en segundo lugar (y este es el método principal de obtención de dicha ganancia), en el cambio no equivalente, o sea, en la compra de mercancías a precios reducidos e incluso inferiores a su valor, pero también a su valor nominal de venta, y a su venta a precios superiores al valor. 
Esta forma específica de formación de la ganancia comercial, se autoreproduce a sí misma, cuando  el comerciante aprovecha y se beneficia con la diferencia de niveles de precios en los distintos países y en los distintos mercados locales.
Cuando los pioneros comerciantes instalados en el puerto de Punta Arenas, comenzaron a traer mercancías desde Inglaterra, aprovechando la creciente navegación marítima que pasaba por el Estrecho, vieron acrecentadas sus ganancias gracias  al cambio no equivalente, es decir, a la diferencia de precio lograda entre el costo del producto puesto en algún puerto inglés y el precio de venta puesto "en el mostrador" en Punta Arenas.
Es necesario reconocer que ésta forma de ganancia comercial tiene rasgos usurarios, y ello explica porqué el capital comercial se asocia directamente con la ganancia usuaria, aunque no sea su única ni principal fuente.
En las definiciones de la Economía Política clásica, en las condiciones de la formación originaria del capitalismo, "...el capital comercial deja de tener como antes una existencia propia e independiente para convertirse en un aspecto especial de la inversión del capital en general...ahora el capital comercial actúa simplemente como agente del capital productivo." ( )
Escribe Marx  en “El Capital”que “...el capital solo surge allí donde el poseedor de medios de producción y de vida encuentra en el mercado al obrero libre como vendedor de su fuerza de trabajo...”( ),  de manera que para el surgimiento del capital comercial y usurario, basta la existencia de la producción mercantil simple y de una esfera de circulación.
Precisamente estas dos premisas para la formación del capital comercial existieron en la Patagonia, después de 1850-1860: había una producción mercantil -impulsada por la demanda de los barcos mercantes que hacían la "carrera" de ambos océanos- y había una esfera de la circulación, constituída inicialmente por un precario comercio interno e intra-patagónico, pero que se abrió a los mercados ingleses.
Desde el punto de vista de la circulación del dinero, puede afirmarse que éste tuvo dos formas desde los inicios de este proceso de acumulación origjnaria del capital comercial: una esfera de circulación interna -del mercado local- en el que la circulación monetaria realizada por el comercio era: D - M - D', en el que el dinero se realiza en mecancías que se venden y las cuales producen más dinero incluída la ganancia comercial; y operaba también una esfera de circulación externa -o del mercado exterior- en el que la circulación monetaria realizada por el comercio con navegantes y comerciantes ingleses era: M - D (LE) - D ($) - M, en el que las mercancías vendidas eran pagadas desde Inglaterra mediante libras esterlinas (D-LE), las cuales a continuación eran realizadas (cambiadas) en moneda chilena (pesos) (D$), aprovechando de paso la diferencia de valor entre las dos monedas, con lo que se acrecentaba el cambio no equivalente, como para poder incrementar la cantidad de mercancías a vender (M).
Este sería uno de los elementos teóricos que permitiría explicar la acumulación originaria del capital y el surgimiento del capital comercial, problema que nos ocupa aquí. 
Dicho capital comercial comenzó siendo dinero, circulante, puesto en movimiento por el comercio tanto interno como externo, pero entendiendo que el comercio con el exterior (con Inglaterra en primer lugar), fué el que  permitió una mayor escala de venta de productos (pieles finas, oro, carbón, maderas y otros productos  agrícolas), y una mayor ganancia comercial, gracias al cambio no equivalente con la moneda inglesa. 
Como se sabe, los primeros comerciantes eran “tenderos”, pero además, desempeñaban tareas de productores y de artesanos especializados, capaces de cazar lobos de pieles finas, de intercambiar abalorios con los indígenas de las pampas o de negociar con los ocasionales capitanes de barcos que atravesaban por el Estrecho.
Esos primeros comerciantes (entre los cuales se destacaban los hermanos Shroeder, Mateo Paravic, José Nogueira, Guillermo Bloom y José Menéndez, por ejemplo) comenzaron tempranamente (desde la década de los años setenta) a operar -desde el reducido mercado local- con el mercado inglés, un enorme mercado para la capacidad de oferta que el Territorio patagónico podía presentar en aquel entonces.
Para que se forme el capital comercial –que sería la primera forma de capital que apareció en la Patagonia en el período de la “economía asistida”- debieron reunirse dos elementos constitutivos: la existencia de una producción mercantil simple y de una esfera de circulación, es decir, de un mercado, por más reducido que éste sea. 
Pero, lo que lo hizo crecer fué la dimensión (o escala) de la esfera de la circulación en la que operaron: si se hubieran limitado al mercado local o patagónico, habrían crecido a un ritmo muy lento.  Por el contrario, además, desde un principio se abrieron hacia una esfera de circulación de grandes proporciones y escala: el mercado inglés. 
Puede afirmarse que el capital comercial surgió en la Patagonia austral, gracias al carácter predominantemente extrovertido de sus actividades económicas y comerciales.  El capital existe en forma de cierta suma de dinero en manos del capitalista, en la forma de medios de producción adquiridos y utilizados por éste, y en la forma de mercancías producidas para ser puestas en circulación. 
Ahora bien, como se sabe, individualmente considerados, estos tres elementos orgánicos no constituyen en sí mismos un capital, sino que se transforman en capital en tanto en cuanto son utilizados combinadamente con la finalidad de obtener plusvalía, es decir, ganancia.
La parte del capital que se convierte en medios de producción, es decir, que se transforma en recursos para ser explotados, trabajados, y cuyo valor no cambia en el curso del proceso económico, se denomina capital constante.
A su vez, la parte del capital que se destina a fuerza de trabajo es el capital variable.  
Lo que iban realizando los primeros comerciantes y emprendedores instalados en la Patagonia fue destinar una parte de su capital variable a la fuerza de trabajo necesaria para producir una ganancia necesaria para reinvertirla, multiplicando así su capital constante. 
Hubo aquí, impulsado por razones económicas y culturales, un componente de "ahorro productivo": muchos de estos primeros comerciantes-productores, ahorraban una parte de sus ganancias para redestinarlas a acrecentar su producción, para construir sus propios medios de producción (lanchas, goletas, almacenes, bodegas, etc.) con lo cual acrecentaban su capital activo.
El componente de ahorro productivo tuvo un rol gravitante en la formación del caputal.
A su vez, como se analiza más adelante, esa fuerza de trabajo les fue propocionada por la inmigración inducida  de mano de obra (artesanos, gañanes y peones..) de procedencia extranjera, chilena y argentina.

En las etapas iniciales de formación del capital (y del capital comercial en particular), el empresario se ocupaba de todos los aspectos del proceso económico, participando en cierto modo en alguna parte de la producción (piénsese en la Patagonia, en aquellos empresarios de lavaderos de oro, y en los navegantes ocupados en la caza de lobos y otros productos del mar), lo que vendría siendo la esfera de la producción mercantil simple,  pero también se ocupaban en la propia comercialización directa de los productos obtenidos, generando un lento y gradual desplazamiento de la riqueza, desde la esfera de la producción hacia la esfera de la circulación, es decir, del comercio.

El siguiente contrato pasado entre José Nogueira y sus marineros en 1873, refleja estas relaciones laborales y mercantiles iniciales, en las que ya existen rasgos capitalistas.
"GOBN. MARITIMA. MAGALLANES. PTA. ARENAS.
Quedan convenidos i ajustados entre don José Nogueira Capitán de pailbot nacional "Anita" i por la otra los marineros que abajo se firman en las condiciones siguientes:
Art. 1° Los abajo firmantes se obligan hacer un viaje en el espresado buque con el objeto de dedicarse a la pesca de lobos marinos o cualquiera otra expedición que sea lucrativa al viaje debiendo éste durar no menos tiempo que cuatro meses contados desde el día de la salida.
Art 2° La presente tripulación es obligada a trabajar durante el día i la noche ya sea en botes o en tierra i respetar todas las órdenes legales que en beneficio de la espedición i el orden abordo sean dictadas por el Capitán i oficiales.
Art. 3° En remuneración de este viaje todos van a la parte en la forma siguiente: una tercera parte pertenece directamente a la embarcación, las otras dos terceras partes despues de deducidos los gastos cin distinción se repartirán por partes iguales.
Art. 4° Concluido que sea el viaje pacto el Capitán se obliga después de descargado i amarrado con seguridad el presitado buque entregarle a cada uno en particular la parte que le corresponda.
En fe de lo cual lo firmamos en Punta Arenas a 6 de agosto de 1873.
A ruego de don José Nogueira  (firma)  Antonio Barría.
Número: Nombre:   Nación:   Clase:
1.  Antonio Jasinto (X)  Portugués Piloto
2.  Juan Alvarado (X)  Chile.   Piloto
3.  Manuel Amarelle (X)  Español.  Marinero
4.  Manuel Mansilla (firma)              Chile  Marinero
5.  Miguel Cárdenas (X)  Chile               Cocinero
6.  Cipriano Peña (X)              Chile   Marinero
7.  Edouard Lamiré (firma   Francés            Marinero
8.  Antonio Barría (firm      Chile               Marinero
9.  Elías Oyarzo. (X)             Chile               Marinero
10.  José Mercedes Molina (X)        Chile   Marinero"

(al dorso del documento dice:
José C. Garrao Gobernador Marítimo del Territorio certifica que el presente contrato ha sido firmado ante mí por cada una de las partes.  Punta Arenas, agosto 7 de 1873.  (Timbre)  (Firma)."( )
Obsérvese que el hecho de que este contrato sea firmado ante el Gobernador Marítimo del Territorio, refleja otro aspecto característico del modo de constitución del capital en la Patagonia: el rol de garante jurídico ejercido por el Estado, sobre el establecimiento de las relaciones capitalistas de producción.
En este contexto laboral no legalizado, la tripulación se encontraba obligada a trabajar durante el día  y la noche ya sea en botes o en tierra, respetando todas las órdenes legales que en beneficio de la espedición y el orden abordo sean dictadas por el Capitán  y sus oficiales, de manera que no existían horario de trabajo ni limitación de éste.
A su vez, hay que notar que en remuneración de este viaje, las ganancias de repartían "a la parte", es decir, en la forma siguiente: una tercera parte pertenecía directamente "a la embarcación", es decir, al propietario, y las otras dos terceras partes despues de deducidos los gastos sin distinción, se repartían por partes iguales, de manera que la ganancia del propietario se constituía tanto por el "plus-trabajo" que los tripulantes embarcados realizaban sin ser remunerados (se trabajaba día y noche), como por un tercio del producto total, más el cincuenta por ciento de los dos tercios restantes de éste.
Cuatro años después, la actividad económica del Territorio reflejaba precisamente este nivel mercantil de producción que se estaba ampliando, así como la emergencia de formas capitalistas de desarrollo.
Veamos al respecto, las elocuentes cifras proporcionadas por Robustiano Vera, el primer historiador de la Patagonia. 
En 1877, según informa el Gobernador Dublé Almeyda, los trabajos públicos y la actividad comercial pujante que se estaban produciendo en Magallanes era los siguientes: "Trabajos públicos.  Se han construído durante el último año: un edificio en que funciona la máquina a vapor para aserrar maderas i los correspondientes galpones para depositar las elaboradas, una casa en Punta Arenas para el administrador de los ganados fiscales i un cuartel para la brigada cívica de Artillería i también una casa para el médico de la Colonia.  En Agua Fresca se ha construído un puente sobre el río.  Agricultura.  Los trabajos agrícolas han aumentado de una manera considerable i sus resultados han sido mui satisfactorios.  Comercio. El movimiento comercial ha sido el siguiente: Esportación de carbón de piedra $ 9.760; maderas $ 3.790, cueros de animales vacunos $ 1.680, plumas de avestruz $ 4.860, pieles de guanaco $ 12.180, pieles de avestruz $ 1.500, pieles de lobos marinos $ 42.835. Total esportación $ 76.605.  La importación durante el mismo tiempo, ha sido de $ 125.860.  La disminución notada en la esportación es debida a la paralización casi completa de los trabajos de la Sociedad Carbonífera de Magallanes."(  )
 
Como se ha visto, el proceso de acumulación originaria en la Patagonia, se basó en la explotación mercantil simple de productos básicos como el carbón de piedra, las maderas, los cueros vacunos y las pieles de guanaco, avestruz y lobos marinos.

En su evolución histórica, el capitalismo ha surgido en Europa precisamente a partir de la formación del capital industrial, cuando se pasó de la fase inicial de cooperación simple capitalista del trabajo a una fase de división del trabajo y de manufactura. 
En cambio, en el caso específico de la economía capitalista en la Patagonia, el proceso siguió la misma trayectoria del conjunto del sistema, pero tuvo una evolución levemente distinta: en las tierras australes de América lo primero que se formó fue el capital comercial, y fue esta forma de capital la que a continuación se expandió y adoptó las formas específicas de capital industrial y capital financiero.  En la Economía Política clásica se afirma que el capital comercial es una parte que se deriva o disgrega del capital industrial; en cambio, lo que habría sucedido en el caso de la región patagónica, es que la forma originaria del capital constituído habría sido el capital comercial y que a partir de esta modalidad inicial se habrían constituído el capital industrial y el capital financiero.
El dinero ganado en la venta de sus productos (es decir, la ganancia comercial), lo fueron invirtiendo gradualmente en el propio comercio, en la compra de nuevas mercancías (con lo que se abrieron a negocios con las empresas comerciales e industriales inglesas) y en su venta a precios superiores.
El capital comercial funciona sólo bajo dos formas, la de mercancía y la de dinero, y pasa por dos fases en su circulación: la de compra de mercancías (D – M) y la de venta de las mercancías (M – D’).  En el caso particular del comercio en los años sesenta y setenta en la Patagonia, la compra de mercancías la hacían los propios comerciantes a los pequeños productores locales (agricultura de chacarería) o ponían en circulación los productos de su propia operación extractiva: oro, productos del mar.
Como se verá más adelante (en el N° 3), el punto de inflexión en este proceso de acumulación originaria del capital comercial en la Patagonia, lo constituyó el momento en que estos comerciantes comenzaron a operar con abastecedores ingleses de manufacturas, a través de las líneas de navegación marítima interoceánica.
Sabemos además, que la circulación del capital comercial se realiza a un ritmo menor que el del capital industrial, por lo que la acumulación improductiva de la riqueza comercial resulta fatal para el incremento de aquel.  El capital comercial  se orienta a la esfera de la realización de los productos, pero no de un solo producto sini de muchos productos, de manera que el capital comercial, operando con una existencia propia, gira  simultáneamente (en forma de mercancías) con varios capitales productivos.  Al ser más dinámica su rotación, el capital comercial gira a una velocidad mayor que lo hace el capital industrial: lo que dura una rotación del capital industrial, puede significar varias rotaciones del capital comercial. (   )
La rotación del capital comercial (D – M – D’) implica no solamente la reposición del capital anticipado, a cuenta de los ingresos que proporciona la venta de mercancías, sino también, supone la obtención de una cierta ganancia sobre ese capital puesto en ciculación.  En las condiciones de una competencia libre (libre de trabas aduaneras e impositivas, por ejemplo...), la cuota de ganancia comercial debe hallarse al nivel de la cuota media general de ganancia, en un momento dado del proceso económico.
Si la ganancia comercial es inferior que la cuota de ganancia industrial, el comerciante retirará su capital de la esfera de la circulación y lo empleará en otra esfera de la economía que le garantice una ganancia no inferior a la media general.
El funcionamiento del capital comercial, acelera la fase “mercancía-dinero”, como la fase “dinero-mercancía” del proceso económico, reduciendo su tiempo de rotación, lo que conduce al incremento del capital variable empleado durante un determinado período de tiempo, contribuyendo así a aumentar la masa de plusvalía.
Además, el capitalista comerciante, merced a su especialización, a los múltiples contactos comerciales que crea alrededor suyo y a la mejor orientación en las coyunturas del mercado –que cambian con gran rapidez- aseguran que la venta de mercancías se haga mucho más rápido que el tiempo que demoraría el productor o el industrial en realizar su comercialización.  Este proceso culmina cuando se produce la concentración del comercio (mayorista y exterior en particular), en pocas manos, en un puñado de grandes comerciantes, con lo cual frenan el crecimiento de los gastos netos de circulación y pueden trabajar a mayores escalas de mercancías, con lo que obtienen la ventaja de precios de compra relativamente menores.
En los períodos de auge económico, cuando suben los precios de las mercancías, los comerciantes recurren en una amplia escala al crédito, procuran incrementar sus compras a objeto de venderlas a precios mayores, consiguiendo así una ganancia suplementaria facilitada por el clima de bonanza. De esta forma, el incremento de la ganancia y del capital comercial contribuyen al aumento de la producción, ciclo que puede culminar en la sobreproducción. En cambio en un escenario de crisis económica, los precios se degradan, los comerciantes restringen el crédito, disminuyen sus adquisiciones y sus existencias de mercancías tienden a inmovilizarse, con lo que el sector comercial actúa agravando la crisis general.
Un factor adicional que incrementó la ganancia y el capital comercial fué la escala a la cual trabajaban estos empresarios. 
A medida que su actividad comercial y sus intercambios se acrecentaba, la escala de sus negocios y ganancias también fueron creciendo, y cuando ingresaron en el negocio ganadero, la escala también su fué ampliando.
Los comerciantes que se instalaron en las décadas de los sesenta y los setenta en la Patagonia, incrementaron la escala de sus ventas, cuando comenzaron a superar el limitado mercado local para comenzar a negociar con la metropoli inglesa; y adicionalmente sus negocios se expandieron, cuando el capital comercial ya acrecentado les permitió operar en la industria ganadera. 
Esta industria, que nació vinculada a mercados receptores extranjeros, permitieron que su escala se vaya expandiendo a su vez, cuando la producción lanar experimentó la creciente demanda del mercado inglés y europeo en general. 
Todo este proceso de expansión a nivel de escala de los negocios patagónicos, encontró su punto culminante alrededor de la I Guerra Mundial.
En definitiva, lo que aceleró el ritmo de circulación y el acrecentamiento de este capital comercial originario, fué que destinaron esa ganancia a la esfera productiva, produciendo así un ciclo, que denominaría "ciclo originario del capital" en la Patagonia, que se manifestaría en la siguiente secuencia:
a) el dinero disponible inicial se invirtió en algunas actividades productivas creadas, existentes y/o ampliadas y en el comercio;
b) las mercancías obtenidas se vendían en el mercado local y a los navegantes de paso;
c) la ganancia comercial se reinvertía en la compra de nuevas mercancías, acrecentando de paso su valor de venta;
d) la expansión de la actividad y de la ganancia comercial (así como otros factores políticos y culturales) hizo posible la inversión de una parte del capital comercial sea invertido en otras actividades productivas y empresariales emergentes (ganadería, industria frigorífica, banca);
e) junto al proceso de formación del capital comercial y su posterior derivación hacia el capital productivo, se fué produciendo un proceso de concentración del capital;

De acuerdo con esta secuencia, en términos globales puede afirmarse que el capital comercial originario, se trasladó a la esfera productiva para convertirse en capital productivo, y a continuación se expandió hacia la forma de capital financiero.
La reproducción y ampliación del capital comercial originario se encuentra, entonces, en el orígen del capital productivo (orientado a la ganadería en este caso), hizo posible que éste deviniera el eje del modelo  económico que se formó más tarde.
Estos incipientes empresarios (situándonos en las décadas de los sesenta y setenta del siglo XIX), partieron con un capital extremadamente reducido (Elías Braun debió haber traído algún pequeño capital, para que se haya aceptado su llegada como colono al Territorio...y similar debe haber sido la situación de Nogueira) y a continuación realizaron diversas actividades (productivas), pero todas ellas centradas en el comercio.  Al servir de intemediarios entre el reducido mercado del puerto de Punta Arenas y los navegantes y comerciantes ingleses que operaban en el hemisferio sur de América, generaron ganancia comercial y redes de contactos e intercambios útiles, para futuras expansiones.
Por lo tanto, habrían en síntesis, tres fases históricas en el proceso de formación del capital en la Patagonia:
1ª fase, de constitución de la ganancia y del capital comercial (o de acumulación originaria del capital):  el dinero inicial se invierte y re-invierte tanto en la actividad comercial como en la actividad productiva y artesanal;
2ª fase, de expansión del capital comercial hacia el capital productivo:  el capital comercial obtenido originariamente se re-invierte en ciertas actividades productivas (ganadería e industria frigorífica), dando orígen a un capital industrial; en esta fase también, la inmigración deliberada y voluntaria de mano de obra masiva y la renta de la tierra, contribuyen poderosamente a expandir el capital industrial; y
3ª fase, de expansión del capital comercial-industrial hacia la actividad bancaria: una fracción del capital comercial y del capital industrial en plena expansión, se reinvierte hacia el sector bancario, dando orígen a un capital financiero.
En las condiciones del surgimiento y desarrollo del capital en la Patagonia, ha que observar que  no existía una separación absoluta entre el comercio interno  y el comercio exterior. 
Así, numerosos comerciantes instalados en Punta Arenas, eran a la vez comerciantes de menestras o abarrotes en la ciudad, pero también comerciaban con casas europeas.  Por ejemplo, hacia 1898, el comercio de ultramarinos o de importación, se había convertido en un rubro importante en la economía magallánica. 
En el "Rol de Avalúos del Territorio de Magallanes" de septiembre de 1898, figuraban las siguientes casas importadoras: "Shroeder i Cía.; Pasinovich i Bois de Chesne; Fernández i Montes; Pisano i Ricardi; Rivera e Iglesias; Dobrée i Cía.; L.L. Jacobs; Thiessen i Cía.; Charles Williams; W. Meidell Wwe.; Whaits i Cía.; Correa i de Bruyne; Braun i Blanchard; Augusto Wahlen; José Menéndez; A.W. Scott; Piña i Cía; Cameron i Robson; Carlos Stein; José Bucksbaum; J.H.A. Wehrhahn; Heede i Glimmann; Stubenrauch i Cía; Máximo Gilli; Julio H. Braun; Roberto Mulach; Martinich Hnos.; y Raimundo Mounot." ( ).  Nótese aquí la fuerte presencia de comerciantes ingleses (L.L. Jacobs, Meidell, Whaits, Scott, Cameron y Robson), de franceses (Mounot, Debrée, de Bruyne, Bois de Chesne, Blanchard asociado con Braun), pero también se perciben austríacos (Pasinovich, Martinich, Mulach), algunos alemanes (Stubenrauch, Thiessen, Schroeder, Wahlen, Wehrhahn, Stein) y los Braun y Menéndez. 

Facilidades jurídicas, tributarias 
y económicas de apoyo de los Estados,  
a quienes deseaban emprender  en la Patagonia


El segundo factor explicativo de la formación del capital en la Patagonia sería el conjunto de instrumentos jurídicos, tributarios y económicos de apoyo que el Estado (chileno y argentino) otorgó a los emprendedores, desde mediados del siglo XIX, para que inicien, expandan y consoliden sus negocios en ésta parte del mundo.

Los respectivos Estados, en efecto, convencidos como estaban de la necesidad de traer mano de obra con experiencia y capitales, para impulsar el desarollo de sus propios territorios en regiones despobladas y lejanas, dieron forma a políticas de estímulo a la inmigración. 
En el caso de Chile, desde 1860 en adelante,  se trataba de traer colonos desde Europa occidental (se instaló al efecto, una oficina diplomática ad-hoc y un agente especial en la Embajada de Chile en Paris).  En el caso de Argentina, la inmigración europea, debe ser consideraba como un parámetro económico moderno: se atrajo mano de obra para trabajar que aportara tecnologías nuevas y necesarias; su impacto  masivo se produjo sólo a partir de los años ochenta.
Al constituirse en Argentina un "modelo económico agroexportador", desde los años sesenta en adelante, "...en la Argentina había tres elementos que cada vez se cotizaban más: la tierra, el ganado y la fuerza de trabajo, en especial la mano de obra inmigrante". ( )
De este modo, en Chile, una economía nacional centrada en la explotación del salitre, con una agricultura que aún no emprendía su ciclo modernizador y con una industria aún incipiente, hacía posible que en Magallanes surgiera una "economía ganadera de exportación", cuya evolución era casi completamente extrovertida respecto del ciclo económico que vivía el resto del país, mientras en Argentina se instalaba un modelo agroexportador alimentado por la expansión de la ganadería y el negocio frigorífico en el Norte y en la Patagonia.
La llegada de inmigrantes tuvo impactos diversos, sobre los territorios chilenos aún no explotados.  Mientras en la región de los lagos hasta el seno de Relocanví, la inmigración alemana y suiza dió orígen a un significativo aunque localizado desarrollo agrícola, ganadero e industrial, la inmigración sobre la Patagonia chilena aportó ingleses, alemanes, franceses, españoles e italianos atraídos por la aventura, la lejanía y las exenciones tributarias.
Puede afirmarse entonces que deliberada y concientemente, ambos Estados y los sucesivos gobiernos de Chile y Argentina, estimularon la inmigración e implantación de una oligarquía local para estos territorios patagónicos.  El Estado aquí, favoreció sistemáticamente la concentración de la riqueza y del capital en la forma del latifundio, así como la consolidación de una oligarquía ganadera.
La Patagonia chileno-argentina, antes de la implantación del sistema aduanero e impositivo de los respectivos Estados centrales, asemejaba a un moderno "paraíso fiscal". 
En síntesis -entre 1860 y 1890 aproximadamente- los respectivos gobiernos de corte liberal (Pérez, Errázuriz, Pinto, Santa María y Balmaceda en Chile;  Mitre, Sarmiento y Avellaneda en Argentina), apadrinaron deliberadamente que se reprodujera en la Patagonia un modelo de colonización oligárquica, dentro de un área geográfica limitada, el cual vino a reproducir casi con toda similitud,  el proceso de formación del capitalismo originario de otras regiones lejanas y despobladas del mundo, como Estados Unidos o Australia.
Pero, además importa subrayar aquí el efecto catalizador, que tuvieron las políticas de concesiones de tierras que aplicaron ambos Estados, con el fin de promover el desarrollo económico y el poblamiento de esdas "tierras incultas".
Dice ilustrativamente José Luro al respecto: "Para calcular ahora todo el campo de accion que tiene la ganaderia, hasta decir, que la provincia de Buenos Aires cuenta con una superficie de 305.121 Kilómetros cuadrados, miéntras que los territorios del Chubut i Santa Cruz suman 524.780 Kilómetros. Hai, pues, un ancho espacio donde estenderse.  Las condiciones fitolójicas de los campos en la rejion de la costa siguen una marcha progresiva de mejora desde el Río Negro hácia al sur en armonia con la cantidad de lluvia que cae, que va acentuándose  en Gallegos i se hace normal en la Tierra del Fuego, donde la vejetacion forestal i herbácea es notable, no obstante la crudeza del clima.  La poblacion ganadera amoldándose a los fenómenos climatéricos se desenvolverá del sur al norte, empezando por ocupar las zonas mas favorecidas, siguiendo una marcha ascencional de natural espansion.  Puede calcularse hoy la existencia de ganado ovino en ochocientas mil cabezas en territorio chileno, i un millon en el arjentino, pues el censo de 1895 arrojaba la  cifra de 416.650 animales, que con el rápido aumento es verosímil que alcance esta suma, si no se ha pasado.  La gran preocupación de los hacendados es buscar salida para sus productos.  Los ricos estancieros de Punta Delgada (chilena) Wood i C., resolvieron para salir de la plétora de ganado, enviar a los puertos de Inglaterra carneros helados. Al efecto encargaron un buque que se denominaba Hengist, con todas las instalaciones frigoríficas necesarias; pero desgraciadamente el buque naufragó en Punta Dungeness, malográndose todo el valioso material para la conservacion de la carne. No se desanimaron por eso, i en julio de 1897 zarpó de Punta Delgada el vapor Warnanbool con un cargamento de 20.826 carneros conjelados. No conozco el resultado, pero me temo que no haya sido del todo satisfactorio, por cuanto la conjelacion i depósito se hace en las mismas cámaras del vapor.  Cito este hecho como un ensayo i una iniciativa que será seguramente seguida por otra mas eficaz, persiguiendo el problema de dar salida al aumento.  El gobierno chileno no vende tierra, pero la da en arrendamiento por veinte años mediante un cánon anual.  Por este concepto tiene ya acordadas mas de dos millones de hectáreas en la Tierra del Fuego i Patagonia, fomentando así la poblacion. Este sistema es mas racional i previsor, pues cuando los gobiernos necesiten una vasta estension para destinarla a un plan de colonizacion  en condiciones liberales, encontrarán tierra disponible, i es por otra parte una reserva valiosa para el porvenir, que no debe dilapidarse.  La mayor parte de los estancieros de la Patagonia son ingleses i alemanes, trasplantes unos de las islas Malvinas, i los mas antiguos capitanes i marinos que navegando por aquellas costas solitarias se han encontrado con un territorio que brindaba su posesion, como una cortesana desdeñada, al primer pasante.  Se establecieron, construyeron sus hogares, trajeron ovejas de las Malvinas que se han multiplicado, i así tranquilos, libres de autoridades, de arrendamientos i contribuciones, se han enriquecido, manteniendo un comercio de intercambio directo con la Inglaterra, a tal punto que no se habla de otra moneda para las transacciones de animales i aun para los salarios, que de libras esterlinas i chelines." ( )
Este fragmento presenta con trazos vívidos la mentalidad, la visión de sí misma y de la región, y las ideas dominantes en la Patagonia a fines del siglo XIX, sobre todo entre la naciente burguesía local.
Cuando estos numerosos beneficios y exenciones tributarias fueron cercenados o eliminados, sobre todo a partir de la implantación de la Aduana, esos capitales gradualmente optaron por emigrar hacia otras actividades y regiones del mundo.
 

La expansión de los intercambios comerciales,
 potenciados por la navegación mercante interoceánica
 a través del Estrecho de Magallanes 
y por la inserción de los negocios regionales
 en el sistema económico imperial británico


Un tercer factor explicativo de este proceso es la expansión de los intercambios comerciales.

En efecto, en el proceso de acumulación originaria del capital  en la Patagonia, el comercio y la conexión marítimo-portuaria de Punta Arenas comenzó a redituar ganancia a medida que el volúmen de mercancías se incrementaba en un puerto que, desde la década de los ochenta en adelante, comenzó a tener una actividad cada vez más intensa.
En tre 1843 y la década de los años sesenta, la navegación marítima a través del Estrecho se fué haciendo lentamente cada vez más numerosa y frecuente, aunque el pequeño establecimiento de Punta Arenas no tuviera nada atractivo que ofrecer. A mediados de la década de 1860, sin embargo, la frecuencia quincenal de los vapores-correos británicos y más tarde, la pasada de los barcos de la compañía alemana Kosmos, aumentaron el tráfico por el Estrecho y el puerto de Puntas Arenas comenzó a suministrarles carbón mineral como combustible. 
Por el pequeño puerto de Punta Arenas, en realidad una bahía algo abrigada, entre 1850 y 1870 pasaban más frecuentemente barcos mercantes extranjeros -ingleses y alemanes en su mayoría- que de bandera chilena, lo que contribuyó a favorcer el comercio exterior con Europa, de manera tal que a inicios de la década de los ochenta, el intercambio con Inglaterra y Alemania era el  doble del intercambio con los demás puertos de Chile.
Desde 1870 en adelante, el comercio de suministro de carbón y otros productos locales a los buques que atravesaban el Estrecho se fué haciendo más frecuente e intenso.
Carbón y oro fueron los primeros productos que la incipiente economía patagónica comenzó a vender al exterior, aprovechando los barcos europeos que hacían el tráfico del Estrecho.
Para las líneas marítimas que anteriormente debían pasar de Buenos Aires a Valparaíso sin escala, el puerto de Punta Arenas en el Estrecho de Magallanes, se fué convirtiendo en un punto de pasaje, de transferencia y de reabastecimiento, y más tarde, desde 1880 en adelante, con el inicio y expansión del negocio ganadero, los barcos comenzaron a llevar a los puertos ingleses los productos de la Patagonia, mientras traían productos manufacturados, abarrotes y mano de obra inmigrante.
El puerto de Punta Arenas, único disponible en los primeros decenios de la colonización de la Patagonia, fué un punto de irradiación económica, mercantil y demográfica.
La conexión marítimo-portuaria, desempeñó entonces un rol gravitante en la expansión del comercio patagónico, en el incremento de la ganancia comercial, en el aumento de los volúmenes de mercancías que circulaban dentro del espacio patagónico y entre éste y los mercados exteriores, y en la posibilidad de expandir el capital comercial a otros sectores productivos de la zona.  El comercio marítimo entre los puertos de la Patagonia y losd mercxados aeuropeos actuó como un catalizador en la acumulación originaria del capital y en su expansión hacia el negocio ganadero, frigorífico y financiero.
Así también el movimiento marítimo no solo incremento los flujos del comercio (tanto entre los puertos patagónicos como de éstos con los de Europa), sino que trajo los flujos migratorios, facilitó  las emigraciones hacia el resto de la Patagonia y abrió las puertas del mercado patagónico a los productos ingleses y europeos.
Incluso cuando la actividad ganadera y frigorífica estuvo ocupando una posición central y motora en el proceso económico patagónico (en las década de 1910 y 1920), el comercio marítimo siguió desempeñando  un rol articulador de mercados.

La manifestación  de una cultura ética
 capitalista de ahorro y de austeridad,
 que favoreció la acumulación de dinero y de valores
 y su inmediata reinversión en el proceso económico


El cuarto elemento explicativo del surgimiento del capital y de esta economía ganadera en la Patagonia, lo constituye la mentalidad capitalista de que eran portadores algunos emprendedores e inmigrantes llegados a estas tierras.

Un rasgo característico, aunque no el unico, de esta mentalidad es el sentido del ahorro.
¿Quiénes eran muchos de estos emprendedores que se instalaron y forman la primera oligarquía de la Patagonia? 
Algunos de ellos pueden ser considerados como pioneros, pero algunos eran también  audaces aventureros, de manera que en su mentalidad hay que incorporar una dosis de aventura, otra de audacia y también una de codicia.  El examen de los factores culturales que contribuiría a explicar la formación del capital y de la burguesía en la Patagonia, debiera tomar en consideración el factor étnico en algunos casos (la condición judía de los Braun, no es un dato menor aquí), así como la mentalidad emprendedora de sus portadores, pero sobre todo debiera apuntar a redefinir el concepto de "pionero" que ha adoptado la historiografía hasta hoy.
La historia magallánica y patagónica ha aceptado otorgarle el carácter de "pioneros" a ciertos emprendedores que constituyeron la oligarquía regional, grupos de familias que incluso hasta el presente están situados dentro de las categorías socio-económicas más pudientes de la sociedad austral. 
Pero este no deja de ser un concepto elitista de la condición pionera. 
Muchos empresarios medianos y pequeños, muchos obreros y artesanos aportaron con su trabajo y su creatividad al desarrollo de la Patagonia, y no han recibido tal apelativo.
Tan pionero ha sido en la Patagonia, el empresario que ideó la instalación de frigoríficos o la expansión del comercio marítimo, como el artesano que instaló la primera fundición, que construyó las primeras lanchas o carros, o el obrero que inició con su trabajo las minas de carbón, los lavaderos de oro, la esquila de ovejas, la faena del frigorífico o el embarque en los muelles.
De este modo, la condición de pionero no se radica en una sola categoría social y económica, sino que se extiende a todos aquellos individuos que con su creatividad, espíritu de emprendimiento, iniciativa, perseverancia y trabajo contribuyeron -desde múltiples actividades empresariales, artesanales, profesionales y laborales- a iniciar y forjar un cierto desarrollo en la región patagónica.
En torno a esta mentalidad capitalista, que encontramos encarnada en algunos de los pioneros emprendedores ya conocidos, Joseph Chamberlain dice que: "Schumpeter y otros tienden a aceptar esta idea de una cuarta remuneración, además de los salarios, rentas e intereses, pero han tratado de delimitarla, definiéndola como 'el pago por la innovación', como algo que voluntariamente se concede a un inventor, por ampliar los horizontes productivos de la humanidad".  Y argumenta más adelante acerca de la fuente de los beneficios que obtiene el capitalista: "De ahí que los beneficios se originen en la capacidad, conocimientos, inventiva, previsión e imaginación del ejecutivo perspicaz." ( )
Al cuestionar el concepto tradicional de "pionero", se desprende un segundo elemento conceptual de importancia: el hecho de que la economía ganadera de exportación a que dió orígen esta mentalidad capitalista realizada en la Patagonia, no puede ser considerada como un "modelo" a seguir o a copiar. 
En realidad, a la hora de evaluar sus resultados en términos de riqueza social o de construcción de una forma perdurable de desarrollo para la Patagonia, no puede menos de observarse que dicha forma económica no fué ni modelo ni paradigma, sino solamente una modalidad capitalista  específica -única e irrepetible- de organización de la producción y el lucro, que generó sus propias desigualdades y asimetrías económicas y sociales, producto de una determinada concentración de la riqueza.
En segundo lugar, cabe subrayar el hecho de que la formación de la riqueza industrial que caracterizó a la economía ganadera de exportación, se realizó bajo las condiciones de una mínima incorporación de valor agregado a los productos de la ganadería.  Durante varios decenios, a lo largo del siglo XX, las lanas, carnes, cueros y menudencias producidas en la Patagonia fueron vendidas a Inglaterra y otros mercados casi tal como eran producidas por la naturaleza, de manera que no hubo una incorporación tecnológica o un elemento significativo de innovación que agregara valor a estas materias primas, lo que se grafica -por ejemplo- en la ausencia de una industria textil en la Patagonia durante el siglo XX, lo que se viene a contradecir, además, con los rasgos de la mentalidad capitalista tradicionalmente aceptados.

Los procesos migratorios y colonizadores, 
que facilitaron la implantación de algunos emprendedores
 y una dotación constante 
y masiva de inmigrantes (obreros y artesanos),
 que constituyeron una dotación de fuerza de trabajo
 a bajo costo, 
y en condiciones de total ausencia de una legislación 
que regule las relaciones entre el capital y el tabajo


Los procesos migratorios fueron el quinto componente esencial, en el desarrollo de la economía ganadera de la Patagonia y en la formación del capital.

El trabajo hizo la Patagonia.
Ciertamente una afirmación tan rotunda como ésta requeriría de una explicación, pero la historia ha puesto poco el énfasis en el trabajo anónimo de numerosas generaciones de hombres y mujeres que, como gañanes, peones u obreros, empleados, colonos, técnicos y profesionales, forjaron las industrias, movieron los muelles y los barcos, atendieron los comercios, construyeron los edificios, alambraron y recorrieron los campos, criaron el ganado lanar y vacuno, extrajeron el carbón y el petróleo y dieron forma material a la riqueza y a la producción.
Muchos de estos trabajadores, vinieron de otras regiones de Chile y del mundo, dando forma a sucesivas y variadas corrientes migratorias.
¿Qué fenómenos dan orígen y permiten explicar estas corrientes migratorias?
Las migraciones hacia la Patagonia fueron inducidas, tanto por las políticas migratorias de los respectivos Estados argentino y chileno, durante la segunda mitad del siglo XIX, como por las propias condiciones económicas y sociales de Europa en este período.
Las políticas inmigratorias estatales de Chile y Argentina, se orientaron a atraer hacia sus territorios y hacia la Patagonia en particular, a  futuros colonos que tuvieran alguna profesión o alguna experiencia técnica, de manera que pudieran aportar un "savoir-faire" del que dichas economías regionales carecían. 
Pero los colonos que llegaban a los territorios patagónicos e incluso muchos posteriores pioneros de renombre, no eran solamente emprendedores puritanos, sino que hay que incorporar también en su idiosincracia -como veremos más adelante- algunas dosis humanas de grandeza y pequeñez.
En el caso de Chile, a los futuros colonos se les ofrecían pasajes y flete marítimo gratis para sus familias y para que transporten sus útiles, herramientas y/o maquinarias.
El "Reglamento para el servicio de inmigración libre", publicado en Magallanes en febrero de 1896, establecía entre dichas franquicias: pasajes de 3ª y 2ª clase para los inmigrantes y sus familias, así como "...flete libre para las máquinas i herramientas de trabajo que traigan consigo i que les pertenezcan." ( ). 
Aún así, era poco frecuente la migración de familias completas e incluso de matrimonios. Una vez que emigraban desde Europa,  "...los hombres continuaban ejerciendo el comercio tradicional de su región en la ciudad...o, si tenían alguna especialidad, continuaban con su propio oficio, y si eran emprendedores se dedicaban al pequeño comercio, sobre todo de alimentos y bebidas." ( )
A su vez, las migraciones se originaron también en las condiciones económicas difíciles de Europa. Además, los volúmenes de población emigrante fueron considerables.
En una estimación conservadora, se sabe que entre 1846 y 1875, según Eric Hobsbawm, más de 9 millones de individuos abandonaron Europa, en dirección de América.  Y agrega al respecto: "El período algido de la emigración eslava, judía e italiana al continente americano, comenzó en la década de 1880. La migración y la urbanización son fenómenos paralelos y en la segunda mitad del siglo XIX los países más directamente afectados por ellas (Estados Unidos, Australia y Argentina) tuvieron una tasa de concentración urbana únicamente superada por Gran Bretaña y por las zonas industriales de Alemania". ( ).
Las guerras y sucesivas crisis económicas de Europa y de la agricultura en algunos países, explican también en parte el deseo de emigrar de muchos campesinos, comerciantes y artesanos.
Dos son las causas basales de la migración hacia la Patagonia: la atracción de la aventura y de venir a "hacerse la América" que atrae a ciertas categorías de gentes empobrecidas de la  Europa rural o urbana; y las políticas migratorias deliberadas aplicadas por los Estados de Argentina y Chile durante la segunda mitad del siglo XIX.
En definitiva, la acumulación originaria del capital en la Patagonia, resultó el fruto de una utilización intensiva y frecuentemente explotadora, de la abundante mano de obra disponible.
Este el quinto factor que explicaría la constitución del capital en la Patagonia.
La formación de las empresas comerciales y a continuación la implantación y expansión de los establecimientos ganaderos en la Patagonia, produjo diversos procesos de migración de mano de obra.  Inicialmente, hacia 1870 y 1880 fueron traídos obreros desde Inglaterra, además de administradores, capataces, especialistas, artesanos y técnicos seleccionadores de lanas. 
Pero también llegaron marineros de los países escandinavos y de la península ibérica.
A continuación -desde 1880/1890 en adelante- la expansión de la actividad ganadera, atrajo e instaló un flujo migratorio de considerable tamaño e importancia, que partía desde el archipiélago de Chiloé en Chile, continuaba en las faenas anuales de las estancias de Magallanes y Tierra del Fuego y podía desembocar finalmente en las estancias argentinas de Santa Cruz y Tierra del Fuego, o en los establecimientos portuarios, frigoríficos o industriales de la costa atlántica.
Estas migraciones inducidas por la expansión territorial del capital industrial (ganadero y frigorífico en particular), consiguió constituir y radicar una parte importante de la población patagónica en Punta Arenas, Puerto Natales y Porvenir por el lado chileno, así como en Río Grande, Río Gallegos, Puerto Deseado y Trelew, por el lado argentino.  
Esta mano de obra inmigrante ocasional y poco ilustrada, cuando no analfabeta, pagada a bajos salarios y sin protección legal alguna, constituye uno de los fundamentos de la riqueza y del capital constituído en la Patagonia, al que contribuyeron con su trabajo asalariado.

La configuración
 de una "economía ganadera de exportación" 
en la región patagónica


La transformación del capital comercial originario en capital industrial y financiero, puede ser considerado como el resultado histórico del proceso de acumulación originaria del capital en esta zona del mundo.

En efecto, al constituirse un capital comercial, como se ha visto, entre los años de 1860 y 1880, en la Patagonia se ampliaban las perspectivas para emprender nuevos negocios. 
Tanto en los Estados centrales como en el propio territorio patagónico surgió entonces, en el último decenio del siglo XIX, la idea de aprovechar las enormes extensiones de tierras no utilizadas ni pobladas, para entregarlas a empresarios privados.
En el caso de Chile, el Estado central se reservó el derecho de otorgar las concesiones mediante ley, mientras que en Argentina, se entregó durante un tiempo esta atribución a los Gobernadores del Territorio.
Fué el capital comercial de algunos empresarios-comerciantes ya instalados en la Patagonia, el que se invirtió en éste proceso, en la formación y desarrollo del negocio ganadero, aprovechando las enormes tierras concedidas en arremndamiento o concesión por el respectivo Estado central. 
El capital comercial originariamente formado, dió orígen aquí al capital industrial.
No está demás subrayar que estos primeros emprendedores, no solo operaron como comerciantes sino que desplegaron actividades múltiples (prestamistas, aseguradores, comisionistas, entre otras), y al mismo tiempo se borraba en ellos la separación entre comercio interno y comercio exterior. 
Al decir de A. Smith: "El comerciante, para evitar cargas y conducciones, procura siempre vender en el mercado doméstico cuantos géneros le es posible, de aquellos mismos que tiene destinados a transportar, convirtiendo así el tráfico de transporte en comercio exterior de consumo doméstico. De igual suerte, un comerciante de este último, después que ha hecho el acopio de géneros que ha de exportar a otros países, entre las manufacturas nacionales, se alegrará  de que le compren parte de ellas en el mercado interno, aunque sean algo menores las ganancias, porque de este modo elude los riesgos, incomodidades y gastos de extracción y conducción, convirtiendo también, en cuanto le es posible, el comercio externo en comercio interno o doméstico. " ( )
Definimos la "economía ganadera de exportación" como una forma única de desarrollo y formación del capital centrado en la industria ganadera, que genera un ciclo expansivo del capital comercial e industrial hacia otras actividades productivas, de servicios y financieras, a partir de la exportación de sus productos y de una determinada forma de inserción en la división internacional del trabajo.
Dadas sus particularidades definidas, y la combinación de circunstancias que la hicieron posible y viable en un determinado tiempo histórico, esta forma de organización económica debe ser considerada como única e irrepetible.
En la medida en que se insertaba en una determinada formación internacional económica, este modelo agro-exportador volvió a la economía regional una estructura altamente dependiente y vulnerable, frente a las fluctuaciones de la demanda y de los precios de los productos transados, respecto de los mercados externos. 
Desde la perspectiva del sistema económico internacional, la economía ganadera de exportación se articuló como un mercado secundario suministrador de recursos naturales y materias primas e importador de manufacturas y productos industrializados.
Los elementos orgánicos que integraban esta particular formación económica, eran los siguientes:
- una industria ganadera de carácter extensivo, que explotaba grandes tierras fiscales arrendadas con ganado ovino y produce lanas, que produjo una importante renta de la tierra y que se constituyó en el eje articulador de toda la actividad económica regional;
- una industria frigorífica, derivada de la industria ganadera, que producía carnes, menudencias y cueros, así como un conjunto interrelacionado de otras industrias y actividades artesanales asociadas (fundiciones, astilleros, carrerías, etc.); y
- una red de mercados externos y de empresas, particularmente europeas y británicas, que compraban la producción lanar y frigorífica y suministraban tecnologías, contactos, información privilegiada y capital, y que se articulaban entre sí a través de los bancos y de la navegación marítima mercante.

Lo que facilitó que esta forma de estructura económica funcione y se expanda, es la estrecha articulación que operó entre sus elementos componentes.  Lo que caracterizó a esta forma económica local, fué su extroversión, es decir, que lo fundamenal de su producción y de sus flujos de intercambios se produjo en dirección de ciertos mercados exteriores, por lo que operaba como una economía extrovertida y de enclave. 
Por esta vía, la economía patagónica pasó a constituirse -desde los años 80 del siglo XIX en adelante- en un eslabón (débil, pero eslabón al fin) dentro del sistema económico imperial británico y de la división internacional del trabajo: mientras Gran Bretaña aportaba mano de obra especializada, capital, "savoir-faire" comercial, artesanal y empresarial, tecnologías y mercados, la Patagonia chileno-argentina aportaba ciertos productos primarios: lanas, carnes, cueros, grasas.
Un indicador importante de las profundas vinculaciones entre la Patagonia chileno-argentina y la economía inglesa, es el rol articulador cumplido -entre otras firmas comerciales- por la casa británica Duncan Fox & Co. la que, instalada en Buenos Aires y Valparaíso inicialmente y después en Punta Arenas, proporcionó a los negocios ganaderos y mercantiles de los Braun, valiosa información privilegiada (los relacionó con los principales "brokers" de los mercados de la lana en Inglaterra y Europa), les sirvió como intermediarios vendedores y compradores y les abrió contactos con otros empresarios ingleses.
Además, es importante observar que al convertirse la ganadería en la actividad eje del proceso económico patagónico, el capital industrial pasó a ocupar una posición hegemónica en dicho proceso y el capital comercial pasa a una posición subordinada, aunque esta hegemonía estuviera en manos de las mismas empresas dedicadas a la vez, a la producción industrial y al comercio internacional.
Otro componente importante dentro de la formación del capital en la Patagonia, fué el beneficio originado en la renta de la tierra.
En la medida en que ciertas sociedades ganaderas fueron acaparando tierras en concesión o arrendamiento para la producción ganadera, la tierra que ocupaban les rendía elevados beneficios, en comparación con las contribuciones  que debían devolver al Estado, por la concesión o arrendamiento respectivo.
Fué entonces, la industria ganadera el punto de impulsión de las dos esferas de la actividad económica en esta economía.     Así, en la esfera de la producción, la industria ganadera hizo posible el surgimiento de otras actividades industriales que le estaban más o menos asociadas.
En lo principal, el despliegue del capital industrial, desde la ganadería, favoreció el surgimiento de nuevos establecimientos industriales, especialmente urbanos, que realizaron la producción de artículos e insumos complementarios para la producción lanar y frigorífica: carrerías y carrocerías, para el transporte del ganado y de los fardos de lana, herrerías para los caballares, graserías para el beneficio de los subproductos de los frigoríficos, produciendo sebo, jabones, velas y otros productos, y los numerosos aserraderos que contribuyeron a la edificación de los establecimientos ganaderos y a la construcción en general.
La mano de obra se puso también en movimiento, tanto al ser atraída desde Europa y desde el sur de Chile (Chiloé en particular), como porque la extensión del negocio ganadero e industrial y comercial asociados, motivó graduales desplazamientos de obreros desde Magallanes hacia los territorios patagónicos argentinos, en un flujo migratorio que continuó a lo largo de la primera mitad del siglo XX.
A su vez, la esfera de la circulación poseía su propia dinámica, siempre a partir de la industria ganadera. 
La estancias y frigoríficos ponían en movimiento un vasto y complejo proceso de circulación de mercancías y dineros, como se puede apreciar en el gráfico adjunto.
Mucho de este dinero era movido por el comercio de importación y exportación, que transaba con los mercados ingleses, pero también con un número creciente de puertos y ciudades del resto del mundo. 
El ciclo del dinero puesto en movimiento por la actividad ganadera, integraba también los salarios de los obreros de las estancias, frigoríficos e industrias, que iban a parar a los pequeños comerciantes, almaceneros, carniceros y dueños de bares de Punta Arenas, Puerto Natales y Porvenir, los que a su vez, se abastecían con los mayoristas de Punta Arenas, los que a su vez, operaban con los bancos.
Por su parte, la renta de la tierra es la parte de la plusvalía de que se apropian los dueños de la tierra, por la explotación de ésta, ya sea en condiciones de propiedad o de arrendamiento. Las relaciones de renta dentro del sistema capitalista, no surgen sólo en relación con el usufructo monopólico de la tierra, para uso agrario, forestal o agropecuario, sino también en virtud de que la renta tiene lugar también cuando los capitalistas toman tierras en arriendo para levantar edificaciones u otras obras, para beneficiarse de la extracción de los recursos del subsuelo (carbón u otros minerales) u otros fines empresariales.
La renta es la forma económica de hacer realidad la propiedad o la riqueza obtenida de la tierra, es decir, la forma como la tierra proporciona ingresos y riqueza a quién la explota.  El monopolio de la tierra, ya sea en términos de propiedad o de arrendamiento, como objeto de explotación económica y tecnológica, les brinda a los capitalistas que han invertido en las tierras mejores, la posibilidad de de obtener una ganancia extraordinaria, de la que éstos se apropian bajo la forma de renta diferencial. 
Así, la causa de la formación de la renta diferencial reside en el monopolio de la tierra como objeto de explotación.  Marx lo graficaba en los siguientes términos: "...la renta diferencial no es otra cosa que una ganancia adicional existente en cualquier esfera de la producción industrial para cualquier capital que funciona en condiciones superiores a las medianas.  Sólo en la agricultura se afianza, ya que se asienta sobre una base tan sólida y relativamente firme como los distintos grados de fertilidad natural de las distintas categorías de tierra".  ( )
No debe olvidarse además, que la plusvalía originada en la explotación ganadera de las tierras patagónicas, tenía también un componente importante en la ganancia obtenida  por el bajo valor con que se pagaba el trabajo asalariado en las estancias y frigoríficos.
Así, se producía una diferencia entre el valor total de las contribuciones pagadas por el propietario o arrendatario al Estado o al dueño del predio (anuales o con otra periodicidad), y el valor total de la ganancia obtenida por los productos finales de dicha explotación.  Esta renta de la tierra contribuyó a su vez también, a acrecentar el capital industrial de las sociedades y empresas que se habían introducido en el negocio ganadero.
El capital comercial, se transformó en capital industrial al iniciarse la industria ganadera y frigorífica, pero, simultáneamente necesitó canalizar recursos que hicieran posible su propia expansión.  Entonces, hacia fines del siglo XIX, este naciente capitalismo patagónico se orientó en dos direcciones: la formación de bancos y el establecimiento del negocio de los seguros.
Inicialmente, entre 1860 y 1880, las nacientes empresas patagónicas operaron con los bancos internacionales e ingleses afincados en estos territorios (Banco de Londres y América del Sud, Banco de Tarapacá y Argentina, etc.), pero a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX observamos la formación de los primeros bancos regionales (Banco de Punta Arenas en 1900, después Banco de Chile y Argentina; Banco de Magallanes en 1909, etc.).
Del mismo modo, después que los negocios patagónicos operaron inicialmente con compañías de seguros inglesas (para garantizar la navegación marítima y el transporte de los productos entre Europa y el Estrecho de Magallanes), como es el caso del Lloyd y del Commercial Union de Londres, hacia el primer decenio del siglo XX se comenzaron a formar agencias regionales de seguros.
En síntesis, este modelo económico se implantó en función de la combinación de incremento paulatino de la escala de los negocios -a nivel de montos de capital y de extensión geográfica de las ventas e importaciones- y gracias a una creciente centralización y concentración del capital industrial, comercial y financiero.

Economía ganadera de exportación
 y concentración del capital


Un rasgo importante de la constitución del capital en la Patagonia, es que ésta se realizó acompañado de un proceso paulatino, gradual de concentración de la riqueza y de la propiedad del capital.

La primera manifestación de dicha concentración se produjo, cuando algunos comerciantes al por menor se transformaron en comerciantes mayoristas y comenzaron a operar con los mercados ingleses: el incremento de sus capitales "dejó en el camino" a otros comerciantes competidores, de manera que la primera forma de capital que se fué concentrando fué el capital comercial.
El segundo momento de concentración del capital se manifestó, cuando las concesiones de tierras ofrecidas po el Estado chileno, permitieron - a lo largo del último decenio del siglo XIX y primer decenio del siglo XX- que grandes extensiones de tierras quedaran en manos de cada vez menos arrendatarios, de donde surgieron los principales latifundios ganaderos.
Entre 1910 y 1930, muchas de las tierras concedidas en arrendamiento a algunas sociedades ganaderas patagónicas, experimentaron las sucesivas crisis económicas ya vistas, con lo cual las más grandes explotaciones siguieron concentrandose en manos de unas pocas sociedades, de las cuales la más característica y poderosa fué la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego.
La concentración del capital surgió tanto de la utilización de maquinaria y sistemas tecnificados en el proceso económico, del empleo de métodos cientificos para la administración y producción, del trabajo de mano de obra utilizada a gran escala, y sobre todo, de la capitalización creciente de una parte de la plusvalía originada en la producción industrial (estancias y frigoríficos) y de la renta de la tierra sobre grandes extensiones.
En términos de la Economía Política clásica, "...todo capital individual es resultado de cierta concentración de medios de producción en manos de un propietario y de la expropiación de medios de producción de otros propietarios, el virtud del cual estos últimos se convierten en obreros asalariados y se ven sujetos a la dominación del capital...Todo el capital social, considedrado en su conjunto, crece porque crecen lops capitales individuales a cuenta de la plusvalía que se capitaliza.  Además se registra sin cesar el proceso de surgimiento de nuevos capitales y nuevas empresas en la industria, el comercio y la banca." ( )
La concentración del capital va unida estrechamente a la concentración de la producción.
Piénsese en la expansión y diversidad de los negocios y los capitales que alcanza hacia 1930-1940 la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego en toda la Patagonia chileno-argentina.  Sus intereses abarcaban en primer lugar la industria ganadera y la industria frigorífica, pero también abarcaban la propiedad inmobiliaria, el comercio marítimo regional, nacional, bi-nacional e internacional, la banca y los seguros.
La concentración del capital es el aumento de las proporciones del capital en movimiento a cuenta de la capitalización de la plusvalía, mientras que la centralización del capital opera como un proceso de concentración de varios negocios y empresas en pocas o una sola mano, y se registra sobre la base de la gradual eliminación de los medianos y pequeños capitales competidores en el mismo sector productivo.  Aquí, sin duda alguna interviene como un factor gravitante, la escala a la que operaban los capitales industriales y comerciales dominantes.
Por lo tanto, la concentración y centralización son formas bajo las cuales se realiza un mismo proceso de acumulación del capital.

La inserción de la economía patagónica 
en la división internacional del trabajo
 y en el sistema económico imperial británico


Un rasgo característico del desarrollo económico inicial en la región austral de América Latina, lo constituyó su estrecha vinculación con el capital y la economía británica.

Entre 1843 y 1877, el Territorio de Magallanes y de la Patagonia argentina dejó de ser una zona excluída de la economía capitalista y del sistema de dominación imperante, y en forma gradual se integró estrechamente en el proceso nacional e internacional de división del trabajo. 
La Patagonia ingresó a los circuitos de la economía internacional en la segunda mitad del siglo XIX, precisamente el momento histórico en que se configuraba por primera vez un mercado mundial.
De una economía basada en la producción artesanal de subsistencia, gracias a la expansión del capital comercial y del capital industrial, esta región paso a ser una economía exportadora, y por lo tanto, orientada a los mercados externos, sobre la base de una gama de productos de la industria ganadera y sus derivados.
Dos fueron los mecanismos principales a través de los cuales la economía de la Patagonia se integró en el sistema económico internacional: por la vía del intercambio comercial de materias primas y productos manufacturados entre mayoristas (de la región y de Inglaterra), y por la vía de los pagos internacionales a través de los bancos y las compañías aseguradoras.
Al pasar a formar parte del sistema económico imperial británico, la economía del Territorio se hizo más dependiente y vulnerable, continuó siendo periférica y marginal, pero dentro de una estructura de división internacional del trabajo que la situó en una posición subordinada.
Los bancos cumplieron en este proceso, al igual que la navegación marítima, un rol articulador fundamental: "Unida al gran comercio, la actividad bancaria rindió importantísimos servicios para la extensión de las relaciones económicas en el mercado mundial y al mismo tiempo, también para su intensificación...prestaban los necesarios servicios en el desenvolvimiento de los pagos y en la función crediticia." ( )
La Patagonia no solo comenzó a importar productos ingleses, sino que también importó las crisis internacionales a través de Inglaterra.
En efecto, esta vulnerabilidad de la economía patagónica con respecto a los cambios experimentados por los precios y la economía inglesa e internacional, se reflejó con diversa intensidad en los ciclos recesivos de crisis que ésta experimentó y que repercutieron en la Patagonia, en la forma de baja de los precios de los productos exportados y de recurrentes crisis sociales internas.  Todas estas evoluciones afectaban en primer lugar al sector exportador de la economía patagónica (a la industria ganadera y frigorífica y a las empresas comerciales de importación/exportación a través de los precios de las lanas y carnes) y repercutían inmediatamente sobre el resto del sistema económico regional.
Sin duda cuentan también en la vulnerabilidad económica de la Patagonia durante el período en comento, las particularidades características de la economía ganadera: las lanas son una materia prima cuya producción, almacenamiento y tratamiento dependen fuertemente de las contingencias de la naturaleza y del clima, a través del año productivo.  Esto por un lado, y por el otro, el hecho de que el mercado de las lanas en Gran Bretaña -el principal comprador de este producto, a lo largo de todo el período de la economía ganadera de exportación-  dependía menos de las fluctuaciones monetarias y más de la especulación de los "brokers": "...pues la lana, a causa de las peculiaridades de sus calidades, se sustrae de la fijación de caracteres generales, y, por consiguiente, no se trafica en ella según el módulo de la Bolsa, sino más bien por compras a subasta.  De esta suerte, en todas las ramas de la industria que elabora materias primas obtenidas por agricultura, se ha conservado a pesar de la economía de mercado mundial, un fuerte carácter especulativo". ( )
La economía ganadera magallánica, aún siendo un mercado abastecedor secundario frente a la primacía de las lanas australianas y neozelandesas, se benefició desde 1877 en adelante y sobre todo a fines del siglo XIX, del descenso de la producción de lanas en el viejo continente: "De la lana, finalmente diremos que la evolución de su crianza ha ido cada vez más rápidamente descendiendo en Europa desde 1890.
La primera gran crisis económica europea e internacional, en 1857 apenas pudo repercutir en la Patagonia, aún sumida en una actividad productiva artesanal y de subsistencia.
En cambio, los principales ciclos recesivos subsiguientes cuyos efectos se sintieron en la Patagonia, vinieron a producir un efecto de acumulación, junto a otros factores tales como la apertura del Canal de Panamá y la fabricación de las fibras sinteticas.
Muchos de estos ciclos recesivos mundiales se originaron en "...la sobreproducción, es decir, por el lanzamiento al mercado de una cantidad de mercancías superior a la cantidad de compradores, que equivale a decir a la capacidad adquisitiva de la población.  Estas crisis siguieron una pauta cíclica y ocurrieron en 1873, 1882-1884, 1890 y 1900-1901." ( )  Pero, también hay que considerar en este proceso histórico, la crisis de 1908, la crisis consecutiva a la I Guerra Mundial (de 1918 a 1925) y la Gran Depresión de 1929 que terminó de sepultar los éxitos y logros anteriores de la economía patagónica, clausurando el ciclo de la "economía ganadera de exportación".
Este fenómeno formaba parte también del proceso de expansión que experimentaba la economía capitalista en general y la economía inglesa en particular: "...la extensión geográfica de la economía capitalista se pudo multiplicar a medida que aumentaba la intensidad de sus transacciones comerciales.  Todo el mundo se convirtió en parte de su economía.  Probablemente el desarrollo más significativo de nuestro período sea esta creación de un solo mundo." ( )
Estas crisis tenían por cierto, un doble aspecto, según sea el punto de vista que se adopte para examinarlas.  Desde el punto de vista de las empresas y de la economía patagónica, significaban baja de los precios de la lana y las carnes, menos exportación o menor precio recibido por las exportaciones a Europa, congelación o baja de salarios y menores ganancias.
Desde el punto de vista de la economía inglesa y europea, el problema era algo distinto: "Entre los primeros años 70 y los primeros 90 Europa vivió una fase de recesión.  Los precios agrarios y de materias primas bajaron debido al aumento de la productividad, a la importación masiva de cereales de ultramar y a lo accesible de muchas materias primas gracias a la expansión colonial. Dado que la producción se mantenía alta, llegaron a acumularse grandes stocks invendibles que, pese al descenso de precios mencionado, llevaron a la ruina a muchas empresas." ( )
En la práctica, la expansión que experimentaba el capitalismo británico, junto con llevar a Gran Bretaña al zénith de su potencia mundial, le permitió añadir nuevas regiones del mundo al sistema de producción e intercambios capitalistas, entre las cuales la región patagónica.  "El capitalismo tenía ahora a su disposición a todo el mundo, y la expansión del comercio internacional y de la inversión internacional mide el entusiasmo con el que se aprestó a conquistarlo." ( ) 
Inglaterra dipuso además de enormes y crecientes sumas de capital y de numerario, las que le permitieron generar enormes inversiones y extender sus negocios por todo el mundo, en un período en el que además, a escala mundial,  los precios fueron en ascenso y la inflación se mantuvo a niveles moderados.
La inserción gradual de la economía magallánica en el sistema imperial económico de Gran Bretaña se enmarcó en una división internacional del trabajo absolutamente tradicional y clásica: la Patagonia suministraba lanas (en competencia con las lanas australianas y neozelandesas), carnes, cueros, grasas y menudencias, y los mercados ingleses suministraban a este mercado local productos manufacturados, tecnologías y capitales.
Los primeros comerciantes mayoristas que se formaron en el Territorio de Magallanes (y que como se ha visto actuaron de comerciantes minoristas y al por mayor, de comisionistas y de representantes navieros), se conectaron con las casas comerciales inglesas, a través de los navegantes que atravesaban el Estrecho. La mayoría de estos comerciantes eran europeos (alemanes, ingleses, judíos, italianos), por lo que su instalación y expansión se debió también al "savoir-faire" con que contaban.
Primero vendieron carbón de piedra y maderas, a los buques mercantes para abastecer sus calderas a vapor, y a continuación, al establecer sus vinculaciones directas con Londres y Liverpool -entre otros destinos- comenzaron a traer manufacturas y mercaderías inglesas: telas, vestimenta, herramientas, maquinarias, licores, y más adelante, productos para la ganadería.  La navegación comercial interoceánica -una vez más- desempeñó aquí un rol articulador clave en la inserción internacional de la economía patagónica.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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