Monday, May 24, 2010

La Invención de América.


Esta ratio occidental (eurocéntrica) fue entonces—como lo ha sido hasta el presente—la creadora de ficciones totalitarias. La historia de las •invenciones'—esto es, la historia de nuestra civilización—hasta ahora se muestra reconstruible en términos de violencia. Es esencialmente la violencia de la integración social, de la fijación de los roles sociales en que se estabiliza la victoria de este principio.

En este sentido muy preciso, la historia de las 'invenciones de América' es, en efecto, justamente la escena del despliegue de la racionalidad unifica dora, globalizante, que se apoya en ficciones estereotipadas, que se reproducen a partir de un monitor de imagen que 'interpela* toda una memoria colectiva mediante motivos cronotópicos del pasado. Invenciones—sí—pero también, y en rigor, debiera decirse ahora América?. Pues el ojo panóptico redujo a una igualdad o unidad ilusoria, y ficticia e inventada, la diversidad de las culturas. Parecería que de esa forma se exorciza el fantasma de 'otredad' que las monarquías modernas—sobre todo la Corona de España—aspiraba ante todo reducir. Fantasma de otredad que había sido ya violentamente expurgado en la fecha coyuntura! de 1492: árabes y judíos. El significador reductivo de heterodoxia opera como motivo de violencia en


La reducción de la heterogeneidad (de la heterologfa) a un único principio, con la finalidad de poseer—al menos parcialmente, pues ningún discurso simbólico es definitivo—la realidad a través de un golpe de mano, fue sólo uno de los modos en que la retórica satisfizo la seguridad: nombrar, renombrar, borrar la memoria colectiva mediante estos actos de toma de posesión como rúbricas de estado. Las ficciones o invenciones parecerían haber surgido de la necesidad originaria de constituirse un horizonte, puntos de referencia estables y familiares para domeñar el terror de lo uncanny (das UnheimÜche). Esta necesidad de fundación—que hoy por hoy se conoce cada vez mejor gracias al desarrollo de la teoría crítica—se acompaña siempre de otros actos de violencia. El golpe de mano que tiende a apoderarse de lo 'otro* y de los 'otros', se asegura el conocimiento de los principios de que todo depende: desde las tecnologías más modernas a las técnicas, entre las cuales la escritura (como nos recuerda provocadoramente Todorov 1982) no es menos importante.

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Lo que nos revelan hoy estas 'invenciones* es que la necesidad de seguridad—hábil empleo de la retórica y todas sus técnicas para crear ficciones—no obra solo en el plano práctico-técnico del conocimiento de los principios para dominar al mundo. Impulsa además estructuras del mundo moral y da lugar, en el plano ético-social a relaciones sociales entendidas como relaciones entre centros de fuerza.

Estas 'invenciones'—así entendidas—nos permiten ahora en esta fecha clave de fin de siglo, replantearnos las ficciones, las invenciones, las retóricas y sus correspondencias con la violencia. Y, además, y no es poco, que esta óptica ptolemaica-newtoniana que erige un 'yo' como centro reductivo y reductor, no es un destino. Contra este pasado, que ha continuado como presente pese a tantos, se levanta la libertad responsable como futuro. Las 'invenciones' y las 'ficciones' son, entonces, parte del arsenal de la actividad simbólica que se ha empleado para apoderarse del mundo. Actividad simbólica que llevó en aquella coyuntura a partir de 1492 a inventarse para sus propias 'ficciones' y 'mentiras fingidas', (...)
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Si los libros del conquistador fueron un arsenal simbólico—cronotópico para las hazañas, también fueron probablemente modelo, textos de comportamiento. Y sabido es que los monstruos y malvados que el héroe vence, nunca toman la palabra, nunca se representantan como 'otro*. Que una forma de vencer es silenciar a los que se resisten a ser pasivos subditos subyugados. Mundos todos estos erigidos según un imaginario apoyado en la propia razón, la propia voluntad como auxilio para dominar la naturaleza y someter a los individuos a la organización colectiva del trabajo. Esta proyección se plasma y concreta desde el siglo XVIII en los países más industrializados, y hoy se conoce como 'razón instrumental* que se funda sobre el dominio y la división entre amos y esclavos.

La reapropiación del mundo de lo simbólico supone conocer estas ficciones y fábulas; el proceso de progresiva afirmación y despliegue de las retóricas o ficciones 'racionales', que aspiran a runcionalizarlo todo, de modo definido, a sus propias exigencias productivas y organizativas. Nos permite conocer los mecanismos mediante los cuales las 'ficciones', las 'invenciones' y los tropos retóricos se articulan en función de la producción y reproducen la fuerza de trabajo. Nos pone de manifiesto el orden de organización de ficciones de la ratio, en su exhuberante desenfreno de significados unificantes. Por último, esta unidad entre crear sentidos e interpretarlos, nos permite asumir la responsabilidad en su dimensión histórica, provisional en tanto que abierta al enriquecimiento.
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